El Réquiem más humano
CLÁSICAMisa de Réquiem, de Giuseppe Verdi,I: M. Carosi, E. Maximova, R. Pape, Vittorio Grigolo. Dtor musical:Lorin Maazel.Palau de les Arts28 de marzo de 2008JOAQUÍN GUZMÁNEl Réquiem de Verdi es una
CLÁSICA
Misa de Réquiem, de Giuseppe Verdi,
I: M. Carosi, E. Maximova, R. Pape, Vittorio Grigolo. Dtor musical:
Lorin Maazel.
Palau de les Arts
28 de marzo de 2008
JOAQUÍN GUZMÁN
El Réquiem de Verdi es una de esas grandes obras de conjunto en la que si uno de sus elementos no está a la altura se desmorona el edificio: los solistas, dada la concepción digamos operística de la partitura, tienen una exigente papeleta, a todas las cuerdas del coro se les demanda lo mejor de sí mismo, la orquesta es aglutinadora y protagonista, y todo ello debe ser, no solo ensamblado, sino también asmilado y traducido verosímilmente por el director.
Maazel confió la lectura a su memoria. El pianíssimo inicial de los chelos, fue especialmente etéreo y mágico, como si se tratara del último hilo de la vida. Como los grandes pianíssimos fue perfectamente percibido, pero en la consciencia de que también el silencio se roza con las yemas de los dedos. El Dies Iriae significó uno de los grandes momentos. No fue sorpresa que Maazel optara por la vertiente más dramática y de alguna manera espectacular. Situó las fanfarrias en la parte superior del auditorio, creándose una atmósfera envolvente.
Coro y orquesta se mostraron como un auténtico conjunto, un conjunto de lujo, que es en definitiva uno de los objetivos buscados en este magno proyecto musical.
Especialmente gratificante es percibir como tras más de un año de vida marital, ambas formaciones responden a la perfección a las indicaciones dinámicas del gran director estadounidense, encontrando en ambos a dos aliados en los que confiar su sabiduría.
El cuarteto cumplió las expectativas. El gran bajo alemán René Pape se llevó la palma, perfecto en todos los aspectos. Vittorio Grigolo, que mostró muy buenas maneras con un hermoso timbre y un fraseo matizado, quizás se tomó demasiado en serio el carácter operístico de esta obra religiosa y llevó la expresividad más allá de lo necesario. Carosi, algo irregular, salvó con nota los momentos más comprometidos y Maxinova. El éxito se repetirá mañana.
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