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Las víctimas del toreo en Barcelona

ANTONIO SANTAINÉS CIRÉSBARCELONA. Trataré de extractar todo lo posible la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España, escrita por don Nicolás Fernández de Moratín en

ANTONIO SANTAINÉS CIRÉS

BARCELONA. Trataré de extractar todo lo posible la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España, escrita por don Nicolás Fernández de Moratín en Madrid con fecha 15 de julio de 1776 y dirigida al Príncipe de Pignatelli. Se deduce de la misma que la ferocidad de los toros que cría España en sus dehesas tanto como el valor de los españoles, desde la más remota antigüedad fueron causa para semejantes contiendas.

En el transcurso de los siglos y en tan arriesgado trabajo sucumbieron varios hombres. Estamos en las vísperas de Todos los Santos y como en el sentimiento religioso existe el culto a los muertos al llegar el 1º de noviembre rezo en silencio por ellos y recojo aquí a los 14 profesionales del toreo muertos en nuestras plazas, paradójicamente el primero un alemán y el último portugués.

El 15 de junio de 1881 en la antigua plaza de la Barceloneta algunos jóvenes de familias distinguidas prepararon un festejo taurino. Se dispuso el joven alemán Paul Wandersahen a clavar un par de banderillas al segundo torete, con tan mala suerte que el astado le infirió una cornada en la ingle. Cuando trató de saltar la barrera se desvaneció. Fue conducido a la enfermería dejando un reguero de sangre por el camino. Los auxilios médicos resultaron infructuosos. El cadáver de Paul se instaló en el Consulado donde vivía el cónsul general de Alemania señor Lindau.

En la cuadrilla de Rafael Molina Lagartijo y en calidad de puntillero salió Rafael Bejarano (La Pasera) en la corrida celebrada en la plaza de la Barceloneta el 6 de mayo de 1883. Bejarano fue perseguido por el tercero de Mazpule, de nombre Soto, hiriéndole en una pierna al saltar ambos al callejón. El desventurado banderillero sufrió la amputación de la pierna y el 1 de julio dejaba de existir tras una tremenda agonía.

José Sevilla y Mauricio salió a picar en la novillada del 12 de abril de 1896 en la que Parrao, Dominguín y el «Nene» estoquearon reses de la Marquesa de Puente el Sol, en la Barceloneta. Al dar un puyazo al primer toro, sufrió tan fuerte golpe en una violenta caída, que los facultativos le diagnosticaron una intensa conmoción de la que falleció el día 14.

Con fecha 27 de marzo de 1898 resultó mortalmente cogido en la plaza de la Barceloneta el novillero Juan Ripoll Orozco (Juanerillo) por el novillo «Fierabrás» de Arribas Hermanos. No accedió el presidente a la petición del público a que se suspendiese la novillada al circular la noticia del fallecimiento. En el Imparcial Taurino se lamentaba Segundo Toque de la actitud del presidente y escribía «...si es cosa de poca monta digamos como en la popular zarzuela «Pan y Toros»:

«No es nada; un soldado muerto, puede el baile continuar».

Domingo del Campo (Dominguín) halló la muerte el 7 de octubre de 1900 en Las Arenas actuando con José García (El Algabeño). La cogida se produjo en el primer toro de nombre Desertor, número 133 negro meano de don Eduardo Miura. A la salida de un puyazo de Badila tropezó el toro con Dominguín. Desertor le suspendió arrojándole en la arena. Cornada en la región inguinal con rotura de la vena safena y la arteria iliaca. A las diez menos doce minutos quedó como adormecido. Había muerto. Al picador Badila, ya en estado preagónico, le dijo: «Señor José, deme un beso de despedida». Bayard le besó conmovido. Recordando a su madre exclamó: ¡Pobre madre mía!

El 9 de marzo de 1913 se celebró en la plaza de la Barceloneta una novillada económica con Palmerito, Barberito, Asturiano y Eduardo Arechavaleta (Chavacha). El cuarto alcanzó al infortunado bilbaíno Chavacha al entrar a matar infiriéndole una cornada en región inguinal derecha. En el Hospital de la Santa Cruz falleció de peritonitis el día 14. Tenía 23 años.

En 1919 se produjeron dos accidentes mortales. El 26 de mayo en Las Arenas un novillo de Patricio Sanz, llamado «Boticario» cogió al entrar a matar al novillero Rafael Navarro (Navarrito de Huelva) infiriéndole una cornada en la región anterosuperior del muslo izquierdo. Trasladado al Hospital de la Santa Cruz, falleció a las diez y media de la mañana del 29.

El 29 de junio el picador Ezequiel García Briones sufrió en la plaza de la Barceloneta en una caída fuerte contusión seguida de hemoptisis interna y murió dos días después.

Un toro de Gamero Cívico dio tan formidable caída al picador Manuel Liñán en la corrida del 27 de junio de 1920 en la Monumental que la contusión torácica le produjo una hemorragia pulmonar de la que falleció el día 7 de julio.

El picador Antonio Calvo (Farnesio-Chico) sufrió tan fuerte porrazo en la corrida celebrada el 7 de mayo de 1933 en la Monumental que le ocasionó la muerte dos meses después.

La trágica muerte del banderillero Mariano Alarcón el 5 de octubre de 1952 en la Monumental se produjo apenas salir el sexto toro, «Negroso» de Félix Moreno Ardanuy. Trató de refugiarse en el burladero siendo alcanzado contra la barrera. «Cornada en el epigastrio que probablemente interesaba el corazón. Falleció a los pocos minutos». Su hijo José María Alarcón Pobill me contó que «en la medalla que llevaba de la Virgen del Pilar, y que desapareció, quedó la marca del pitón».

Rafael Martín Vigara (el Zorro) fue mortalmente cogido el 25 de mayo de 1958 en la Monumental por el novillo Dominante de la ganadería de Pepe Luis Vázquez. La cornada fue en el vientre análoga a la de José en Talavera, al entrar a matar. A las nueve y cuarto de la noche entregaba su alma buena a Dios.

En plena juventud cuando la vida sonríe plenamente el banderillero Joaquin Camino fue herido mortalmente en la Monumental el 3 de junio de 1973 por el toro «Curioso» de Atanasio Fernández. Observó Camino que el toro le cortaba el viaje. Se alivió clavando medio par pero fue alcanzado sufriendo dos cornadas tremendas, una en torax y otra en cavidad abdominal, falleciendo el día 5 a la una menos cinco minutos del mediodía.

El 11 de agosto de 1974 en la Monumental resultó mortalmente herido el diestro José Falcón por el toro Cuchareto, número 12 negro, de Hoyo de la Gitana. Toro de feo estilo por el pitón izquierdo, en un natural cogió brutalmente al valiente espada, infiriéndole una tremenda cornada en el muslo izquierdo del cual brotó un enorme chorro de sangre. Su estado condicionó la irreversibilidad del shock y a las once y diez de la noche fallecía Falcón en la enfermería de la plaza.

«La niña Carla Sofía -me dijo su madre Rosa Gil, esposa de Falcón- nació el 28 de septiembre, mes y medio después del fallecimiento de su padre».

José Falcón descansa en la paz del Señor en un curioso mausoleo en Vilafranca de Xira. En un recinto del cementerio cedido desinteresadamente por el Ayuntamiento y concebido por el arquitecto amigo de José, señor Perdigao. Consta de una arcada; hay un monolito en forma de aguja que simboliza una asta de toro y cuya sombra queda proyectada sobre la tumba a las cinco de la tarde.

Todos los Santos. Piedad para estos aguerridos lidiadores. He releído la Carta de Fernández de Moratín y deduzco que ahora hay muchos pusilánimes y pocos españoles. ¡Lástima!

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