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El Tribunal Supremo paquistaní da luz verde a la reelección de Musharraf

APUn partidario de Musharraf celebra la decisión del Supremo en la capital, IslamabadFRANCISCO DE ANDRÉSMADRID. El general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, obtuvo ayer una decisiva victoria

El general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, obtuvo ayer una decisiva victoria judicial al obtener la luz verde del Tribunal Supremo para presentarse a la reelección para un nuevo mandato de cinco años sin dejar su cargo de jefe del Ejército.

La decisión, adoptada por un panel de nueve magistrados por seis votos contra tres, despeja la última barrera para que Musharraf asegure su continuidad al frente de la única potencia nuclear musulmana. La elección presidencial tendrá lugar el proximo 6 de octubre, en una sesión conjunta de la Asamblea nacional y de las provinciales. Aún contando con el boicot de los partidos de oposición, Musharraf dispone del número suficiente de apoyos para alcanzar la mayoría de votos.

Pese al descontento popular por la progresiva deriva totalitaria del régimen y el acoso del islamismo radical, tanto talibán como de Al Qaida, para desestabilizar Pakistán, el general Musharraf ha demostrado con sus últimos golpes un control inesperado de los mecanismos internos del poder.

La decisión judicial de ayer es el último botón de muestra. Aunque la abogacía en pleno del país está en pie de guerra contra Musharraf por sus arbitrariedades legales, el presidente supo maniobrar en la Corte Suprema para imponer su tesis. El general tiene la intención de renunciar a la jefatura del Ejército una vez reelegido presidente -y no antes-, porque entonces podrá situar en los puestos clave de las Fuerzas Armadas a hombres fieles a su persona.

El veredicto del Supremo es una mala noticia para la ex primer ministro Benazir Bhutto, que contaba con un revolcón de Musharraf que le forzase a pactar con ella un «reparto» del poder. Bhutto, actualmente en el exilio, desea que se despejen las objecciones para regresar a Pakistán y optar a un tercer mandato como primer ministro, con Musharraf como presidente con poderes más limitados que en la actualidad.

Ese es el escenario ideal también para Washington. La Administración Bush quiere seguir contando con Pakistán y con Musharraf como su principal aliado en el mundo musulmán, en su «batalla global» contra el terrorismo islámico. La continuidad del general en las actuales condiciones, sin el apoyo de los partidos seculares y con un riesgo cierto de disturbios callejeros «modelo birmano», agudiza en cambio el peligro de desestabilización en un país clave para Occidente.

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