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Jesús López-Terradas: «Somos relojeros de guardia»

-¿Cuánto tiempo lleva encargándose del reloj de la puerta del Sol?

-Desde 1996 más o menos, los últimos seis o siete años. En realidad yo no lo llevo, lo lleva la relojería Losada. Unas veces voy yo y otras Pedro o Santiago Ortiz.

-¿Qué hacen para mantener el reloj?

-Hacemos algo que es absolutamente necesario todas las semanas, incluso dos veces. Hay que elevar las pesas de la sonería y del movimiento, engrasarlo, revisar todas las transmisiones y la máquina, por si se necesita corregir algo. Hasta ahora, en los últimos seis años, no ha sido necesario.

-¿Y si no lo revisaran qué pasaría?

-Se pararía. Cuando subimos las pesas, la altura de la torre permite una reserva de siete días y unas horas. Si no fuéramos alguno de nosotros, las pesas se apoyarían en el suelo y luego se pararían por falta de fuerza.

-Entonces ¿es un servicio de guardia?

-Sí. Para nosotros no hay ni vacaciones, ni puentes ni historias. Tiene que estar constantemente vigilado.

-¿Usan algún artilugio moderno?

-No. El reloj tal y como está ahora mismo es exactamente igual que cuando se instaló en 1865. Si hubiera que reparar algo se haría exactamente igual que se hacía en la época. Lo que hacemos nosotros es restaurar. Por ejemplo, si un tornillo se partiera, nosotros haríamos un tornillo exactamente igual, con el mismo paso de rosca que tenía en el siglo XIX. Para eso utilizamos muchas veces máquinas antiguas.

-¿Se han visto alguna vez en un apuro con el reloj?

-Nosotros no, pero sí estamos preparados en todo momento para hacer aquello que el reloj necesita lo más rápido posible, mejor en 24 horas que en 48.

-¿Y los preparativos especiales para el día de Nochevieja?

-En diciembre hacemos exactamente igual que el resto del año, lo que ocurre es que teniendo en cuenta la repercusión que tendría cualquier fallo, pues se pone más atención y se va más veces. La bola, que tiene un mecanismo manual independiente del reloj, y no se usa el resto del año, se prepara, se mira y se engrasa.

-¿Cuándo comienzan exactamente?

-A partir del 15 ó 16 de diciembre. Se comprueba el tiempo de caída de la bola y de duración de los cuartos y campanadas, aunque todo el año es el mismo ciclo, por si acaso.

-¿Tienen espectadores para estos ensayos?

-No voy a decir que haya tanta gente como el 31, pero hay mucha, por ejemplo, el 30 por la noche. El día 31 a mediodía hay muchos, sobre todo gente joven, que dice que se comen las uvas por si luego no les da tiempo.

-¿El día 31 también están allí?

-Sí, estamos todos por si surge algo.

-El cotillón lo harán en el reloj...

-La fiesta la tenemos allí, lo que pasa es que estamos tan pendientes de que no ocurra nada que lo dejamos para después. Cuando ya ha acabado todo, si hay que tomarse una copita o unas uvas, pues te las tomas.

-¿Las obras que hay previstas cree que pueden afectar al reloj?

-Al reloj en absoluto, como no se hunda el edificio...

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