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Médicos de Bélgica y Holanda aplican la eutanasia, fuera de la ley, a centenares de enfermos

Muchos médicos que ayudan a acortar la vida de enfermos incurables prefieren evitar los largos procedimientos legales y encubrir la práctica de la eutanasia

Diane Pretty perdió a finales de 2001 en Gran Bretaña a batalla legal interpuesta para que su marido pusiese fin a su vida. Falleció poco después. EPA

La legalización de la eutanasia en Holanda y Bélgica no ha puesto un término a los casos de asistencia a la muerte no declarados, como demuestran las cifras oficiales. Muchos facultativos que ayudan a acortar la vida de enfermos incurables prefieren evitar los largos procedimientos legales y encubrir, a menudo con el acuerdo de los allegados, la eutanasia.

El pasado día 23 se cumplió el primer aniversario de la entrada en vigor de la ley belga de eutanasia y, según los datos de la comisión de control y de evaluación de esta práctica, sólo se declararon 200 casos aunque se estima que se produjeron entre 400 y 500 muertes asistidas. En Holanda, en 2000, diez años después de que se despenalizara esta práctica, los casos comunicados seguían representando no más del 54 por ciento del total estimado por las autoridades, lo que significa que no se realizaron de acuerdo a los procedimientos legales más de 1.800 muertes .

El ejemplo holandés, donde la cobertura legal fue ampliada en el año 2002, demuestra con creces que la legalización no impide que la eutanasia siga siendo una práctica que se produce demasiado a menudo de modo clandestino, en la intimidad entre el paciente, el médico y la familia. Hace 13 años, el primer año de estar en vigor la ley holandesa, apenas se comunicaron oficialmente cerca del 18 por ciento de los casos de eutanasia reales, un porcentaje que fue aumentando año tras año, a medida que la profesión médica se acostumbraba a seguir los procedimientos legales.

La ley holandesa y aún más la belga establecen una serie de pasos y condiciones a seguir en estos casos, que deben partir de una demanda explícita, reflexionada y reiterada del paciente en plenitud de sus facultades y con un cuadro médico, contrastado con el parecer de un segundo examen médico independiente, que no presenta esperanza alguna de curación, además de «sufrimientos físicos o psíquicos constantes e insoportables». La definición holandesa cubre tanto la eutanasia practicada por un equipo médico como el suicidio asistido. «Permite a una persona poner término a su vida con dignidad después de haber recibido todas las formas disponibles de cuidados paliativos», señala en un documento político el ministerio de Asuntos Exteriores holandés.

En este país, los médicos informaron en 2002 a los «comités regionales de revisión» de 1.882 casos de eutanasia, mientras que en 2001 fueron 2.054 y en 2000 se comunicaron 2.123. «No hay un motivo claro para la reducción de casos», asegura el Ministerio de Sanidad holandés, que ha puesto en marcha una investigación para esclarecer esta progresión a la baja, cuando la revisión de la ley en abril de 2002 amplió los supuestos legales bajo los que se puede practicar la eutanasia, incluyendo a los menores de edad y a las personas que así lo hubieran deseado a través de un testamento, en previsión del día en que, estando gravemente enfermos, no pudieran expresarse en ese sentido. Sólo en cinco casos de los 1.882 comunicados en 2002 en Holanda (la gran mayoría, 1.554, practicados en el domicilio del paciente) requirieron una petición de aclaraciones a los médicos que los llevaron a cabo por no ajustarse a los procedimientos, indicó el Ministerio. Cada comité regional está formado por un abogado, un médico y un experto en ética.

Cuidados reforzados

En Bélgica, la ley de eutanasia de 2002 vino complementada por una segunda norma que reforzaba los cuidados paliativos, a fin de ofrecer las mayores alternativas posibles a los candidatos potenciales a la eutanasia y no sólo facilitarles la vía de la muerte asistida. Los expertos creen que en muchos de los casos no comunicados legalmente, los médicos, a petición del paciente, optaron por prácticas como el coma morfínico o los cócteles líticos para precipitar la muerte, que notificaron como una defunción normal, no asistida. La falta de información de los médicos también es uno de los motivos adelantados por las autoridades belgas para explicar este desfase entre las notificaciones y la realidad.

La normativa holandesa, empero, ha suscitado fuertes críticas, como la que en agosto de 2001 pronunció el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Entre las mayores preocupaciones expresadas figuraba que las facilidades ofrecidas por la nueva ley podían precipitar la decisión de un enfermo hacia esta opción y la posibilidad de aplicarla a menores de más de 12 años con el consentimiento de sus padres, y sin él entre 16 y 18 años.

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