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Ilyumzhinov, el iluminado

El presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), Kirsan Ilyumzhinov, anunció ayer que la organización que preside desde 1995 (este hombre lo preside todo) podría promover su candidatura

AP Ilyumzhinov, a la derecha, comparte un aperitivo con Kramnik y Topalov

El presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), Kirsan Ilyumzhinov, anunció ayer que la organización que preside desde 1995 (este hombre lo preside todo) podría promover su candidatura al puesto de máximo responsable del Comité Olímpico Internacional (COI). «El pasado 23 de septiembre, el consejo de la FIDE consideró conveniente presentar mi candidatura al puesto de presidente del COI, en un paso que debe servir a la popularización del ajedrez», afirmó sin rubor Ilyumzhinov a la agencia rusa Interfax.

En la víspera, había anunciado que optaría al puesto de vicepresidente, pero a este hombre los segundos peldaños siempre se le han quedado pequeños. Su objetivo último es algo tan noble como popularizar el ajedrez y conseguir que sea disciplina olímpica, como deporte de exhibición, en los Juegos de Pekín de 2008. El objetivo primero, temen sus críticos, parece ser gobernar desde su comunidad de vecinos a la ONU, si se le pone a tiro.

Para ser justos, Ilyumzhinov ha conseguido acabar con el cisma en el mundo del ajedrez, que llevaba 13 años sin una corona única, y en la República rusa de Kalmikia -que también preside, por supuesto- es tan popular como lo era Jesús Gil en Marbella, pero con el ajedrez como asignatura obligatoria en los colegios. Ganador en 1993 de las elecciones, este multimillonario y fanático de los tableros es el único presidente más o menos democrático que han conocido por aquellas tierras.

Según la BBC, en pleno fervor preelectoral prometió que ningún pastor del país (donde abunda el ganado de todo tipo) se quedaría sin teléfono móvil, nada sorprendente si consideramos que también dejó caer que creía haber sido abducido por los alienígenas en algún momento de su vida. Y probablemente no le falte razón.

Lo cierto es que Kirsan Ilyumzhinov, cuyo nombre significa prosperidad en tibetano, ha hecho de Kalmikia un lugar único, donde conviven diversas culturas, más de ochenta religiones y estilos arquitectónicos para todos los gustos. Ahora, a sus 44 años, quién sabe si dominado por la megalomanía, considera su promoción en el COI la mejor manera de «atraer la atención hacia el ajedrez». Por lo pronto, cuenta con el respaldo del presidente del Comité Olímpico Chino, Liu Peng, según informa Efe.

Su biografía daría para varios libros (de hecho, ya se han escrito al menos dos). A los 14 años logró ser campeón absoluto de ajedrez en Kalmikia. Ese mismo año se proclamó campeón de boxeo y consiguió una medalla de oro por sus méritos académicos. Tras pasar por el Ejército soviético, regentó una compañía ruso-japonesa de compraventa de coches y casi de la noche a la mañana se hizo millonario. Casi todo lo que gana lo invierte en peones, ya sean de ajedrez o de la construcción, para construir templos. Los ha levantado budistas, ortodoxos, judíos, mezquitas musulmanas... Tras hablar con Juan Pablo II en 1993, construyó una catedral católica, pese a que en toda Kalmikia había... un católico. Es de esperar que no haya apostatado.

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