A Segunda con llenos de Primera
Dicen que el fútbol es agresivo. Que se vive, en el campo y en la grada, a vida o muerte. Las aficiones de Segunda B y Tercera demuestran lo contrario. Sesenta mil personas celebraron el ascenso del Madrid B, Treinta mil jalearon al Hércules y al Oviedo. El fútbol es una fiesta

Sensacional, ejemplar, inolvidable. La afición del fútbol español ha demostrado este fin de semana que su anhelo es hacer del deporte una fiesta, convertir la competición en alegría. Los últimos partidos para los ascensos a Segunda y Segunda B se han transformado en unos días de celebración que nada tienen que envidiar a los protagonizados por los equipos de Primera y de Segunda. Unas fiestas que han derrotado, que han pisoteado, a esa violencia que tantas veces intenta vivir del fútbol.
Los ascensos a Segunda conseguidos por el Real Madrid B y por el Hércules, así como el conseguido por el Oviedo, que alcanzó la Segunda B, provocaron una asistencia de espectadores que superó la de muchos partidos de Primera. El filial madridista, que jugó en el Bernabéu frente al Conquense, suscitó ayer la mayor entrada histórica en un partido de Segunda B: 57.326 espectadores. El sábado, el Hércules-Alcalá convocó a treinta mil seguidores en el Rico Pérez alicantino, y el Oviedo-Ávila, a otros treinta mil en el recordado Carlos Tartiere.
Real Madrid B, en nombre del Castilla
Ciento veinte mil aficionados en total que se convirtieron en ciento ochenta mil gracias a los festejos posteriores que el sábado conquistaron las ciudades de Alicante y Oviedo. Y no superaron los doscientos mil porque el Real Madrid prohibió a sus chavales, ayer, ofrecer su éxito a La Cibeles.
Fue una victoria absoluta del fútbol y de los seguidores. Los perdedores -el Conquense, el Alcalá y el Ávila- encajaron la derrota con esa deportividad desaparecida en tantos combates. Hay que destacar al Conquense y a sus incondicionales. Vencía en el Bernabéu por 0-1 y el árbitro le anuló un segundo tanto, por una dudosa falta previa, que habría provocado el empate en la eliminatoria, pues los blancos ganaron en Cuenca 0-2. Al final, 0-1 y felicitación al adversario, un Real Madrid B que rememora al espectacular Castilla de los años setenta y ochenta.
El actual filial madridista es el heredero de aquel inolvidable Castilla que alcanzó la final de la Copa del Rey 79-80, después de eliminar a conjuntos como el Athletic y la Real Sociedad. La perdió frente al propio Real Madrid.
Aquellas eliminatorias coperas convocaron a ochenta mil espectadores en el Bernabéu. En aquel equipo militaban Agustín, Ricardo Gallego y Pineda. Fue la semilla de la «Quinta del Buitre», que emergió en el Castilla de los años ochenta, con Martín Vázquez, Butragueño, Míchel, Sanchís y Pardeza como estandartes. Futbolistas que hicieron campeón de Segunda al Castilla antes de ascender al Real Madrid y comenzar una época triunfal a partir de 1984, con un balance de dos Copas de la UEFA (1985 y 1986), cinco Ligas (1986-1990) y una Copa del Rey (1989).
Oviedo, la fiesta del modesto
Ahora, Soldado, Diego López, Jurado, Trashorras, Arbeloa y Palencia quieren emular a esos ídolos. De momento, han logrado la plusmarca de público en Segunda B.
El fin era el ascenso y la intención de los seguidores, hacer del fútbol un placer. El mejor ejemplo lo protagonizó la afición del Oviedo. Hundido en Tercera, su salto a Segunda B fue vitoreado como si se clasificara para la Liga de Campeones. Eso es lo importante. Hacer de una pequeña meta un gran hito.
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