El empresariado catalán se calla su indignación contra Bargalló por acusar a Freixenet de «españolizar» el cava
El consejero socialista Josep Maria Rañé se alinea con la empresa y replica al número dos de la Generalitat que «lo catalán es tan español como lo extremeño»
JOAN CARLES VALERO
BARCELONA. La carga del consejero primero de la Generalitat, Josep Bargalló, contra Freixenet, además de abrir una nueva grieta en el Gobierno tripartito, ha indignado a sectores del empresariado catalán que, sin embargo, optan por el silencio. Sólo el consejero de Trabajo e Industria, Josep Maria Rañé, hombre de confianza de José Montilla en la Generalitat, salió ayer al paso de las declaraciones que hizo Bargalló, para defender que los productos que se fabrican en Cataluña son tan españoles como los que se producen en Extremadura.
Al día siguiente de que Freixenet insistiera desde Berlín en la españolidad de sus productos, tras reconocer que el primer boicot al cava de la pasada Navidad comportó una pérdida de ventas de tres millones de botellas, el número dos de la Generalitat acusó a Freixenet de «no jugar limpio en la película del boicot». Bargalló señaló como principal culpable al presidente de la multinacional española, Josep Lluís Bonet, por participar «en un acto mediático-teatral con Rajoy de conversión del cava catalán en cava español». Las declaraciones del consejero primero, consideradas en privado por sectores del empresariado catalán de «pirómanas», concluyeron con el siguiente comentario irónico: «Ahora resultará que este cava que de la mano de Bonet y Rajoy se convirtió en español sufre también boicot español».
En desacuerdo
El responsable de la industria catalana, Josep Maria Rañé, se cuestionaba ayer la bondad de las declaraciones de quien es de facto el vicepresidente primero del Gobierno autónomo. «No sé si es bueno», dijo el consejero socialista, que «algunas empresas catalanas se encuentren con una doble presión que viene de fuera y de dentro». Así es como se encuentran los empresarios catalanes, atenazados por una campaña de boicot desde el resto de España que ningún partido alienta pero que existe, y en el interior de Cataluña, violentados por una sucesión de declaraciones procedentes de las filas de ERC que sólo hacen que alimentar a los boicoteadores. «Incentivar» a las «minorías fanáticas» que apoyan el boicot, prosiguió Rañé en alusión directa a las declaraciones de Bargalló, es «dar cancha» a los promotores de la campaña contra los productos catalanes.
Rañé abundó ayer en los argumentos esgrimidos también por el consejero de Economía, Antoni Castells, en el sentido de que cuando una persona entra en una tienda y tiene intención de comprar un producto, se fija en el precio y en la calidad y no tanto en dónde se ha fabricado, por lo que ambos rechazan que se quiera potenciar estas «actitudes fanáticas».
El origen del boicot se remonta un año atrás, a consecuencia de las desafortunadas declaraciones de Josep Lluís Carod-Rovira sobre la candidatura olímpica de Madrid, que comportaron a Freixenet una reducción de ventas de alrededor de tres millones de botellas, entre cava y vino, lo que supuso a la compañía un 4% de pérdidas que, sin embargo, en términos económicos sólo representó un 0,2% menos de ingresos. Pero son los elaboradores que no exportan tanto, y para los que el mercado interior supone su principal escenario, los que más sufren el boicot y ahora temen que el cava va a ser injustamente «una víctima inocente del Estatuto».
Tanto Freixenet como el Consejo Regulador del Cava optaron ayer por el silencio ante la carga de Bargalló. Josep Lluís Bonet señaló haberlo dicho todo en la presentación de los resultados del miércoles en Berlín, capital del principal mercado de la compañía y desde donde proclamó que es una empresa familiar catalana y española de éxito mundial, que mantendrá su política comercial en España a pesar del boicot político a sus productos, como demuestra el mantenimiento de su tradicional campaña navideña. Del boicot, Bonet subrayó más las consecuencias «dolorosas» que la pérdida económica, al representar un escaso 0,2% de los resultados del grupo. Pero reconoció que esta circunstancia «no produce sólo afectación en la imagen y las ventas, sino que causa sobre todo un daño moral, más que nada porque a uno le sacan de su quicio, de su situación natural de energías».
Mutismo en el empresariado
También optaron por el mutismo los representantes del empresariado catalán, como la patronal Fomento del Trabajo, cuyos portavoces señalaron que mantendrán como hasta ahora su silencio en materia de boicots a los productos catalanes.
Sin embargo, distintos empresarios consultados por este periódico señalaron que, como mínimo, las declaraciones del número dos de la Generalitat han sido «inoportunas», al haber «echado gasolina» desde dentro de Cataluña. Se da la circunstancia de que Bargalló fue el único que el pasado 27 de octubre destacó como «muy positiva» la visita del líder del PP, Mariano Rajoy, a Sant Sadurní d´Anoia en apoyo al cava, un gesto que en su opinión contribuyó a «frenar la crispación» interterritorial.
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