Mario Gas: «En el arte todo es lícito»
Actor, director de cine, teatro y ópera, Mario Gas realiza su primer montaje para el Teatro Real, «Madama Butterfly», de Puccini, para el que cuenta con la colaboración del escenógrafo Ezio Frigerio y la figurinista Franca Squarciapino. Tras haber dirigido varias óperas de repertorio, Gas confiesa que le gustaría que le ofrecieran una ópera contemporánea.

MADRID. «Vivimos mucho de la ópera histórica y echo de menos la contemporánea», confiesa Mario Gas que tiene en su haber, además de numerosos montajes teatrales, títulos operísticos como «La traviata», «Un ballo in maschera», «Il trovador» o «El barbero de Sevilla», pertenecientes al gran repertorio. A pesar de ello, el director catalán se muestra partidario de «potenciar la ópera actual porque si no se convertirá en algo museístico cargado vicios».
Sobre cómo ha abordado el montaje pucciniano -que ya dirigió hace veinte años en el Grec de Barcelona-, Gas afirma que ha intentado «respetar los códigos de la ópera sin romper la estructura interior», rehuyendo en todo momento de «jugar a ser moderno». En definitiva, ha tratado de hacer «una lectura personal desde dentro de la ópera».
En esta puesta en escena, el director catalán ha buscado conjugar dos lenguajes -el cinematográfico y el lírico-, transformado el escenario del Real en un plató hollywoodense de los años treinta donde se rueda la trágica historia Cio-Cio-San, quien se enamora Pinkerton, un joven perteneciente a la marina norteamericana y destinado en Nagasaki, que termina abandonando a su amante japonesa. Las imágenes, en blanco y negro, de este rodaje se proyectarán simultáneamente en el fondo del escenario. «Es como hacer teatro dentro del teatro», señala.
«»Madama Butterfly» refleja el conflicto de una cultura -la americana- que se cree superior frente a otra, la japonesa, que tiene una entidad. Ese enfrentamiento es lo realmente interesante», subraya Gas, que se muestra partidario, como director de escena, de ir siempre un poco más allá, aunque reconoce que existen «limitaciones estructurales» y que para ello es necesario «la conjunción de todos los elementos». El director catalán no titubea cuando afirma que en «el arte todo es licíto», a lo que añade que después vendrán otros a «juzgar» el trabajo. «Todas las búsquedas, respecto a una contemporaneidad, muchas veces no son entendida por el público o la crítica -matiza- pero hay que arriesgarse para no quedarnos quietos». Sobre los montajes tan radicales realizados por algunos de sus colegas, Gas es contrario a «cambiar por cambiar. Yo no busco la provocación». Y asegura que nunca ha visto alguna ópera donde se cambie el argumento, «se varía el punto de vista o el lugar donde se ubica la historia».
Aunque en un principio afirma que «el discurso musical es intocable», más adelante puntualiza que también se puede cambiar «la estructura musical si en ello están de acuerdo el director de orquesta, los cantantes y el productor. Puede ser que luego los maten a todos -bromea-. Pero hay que hacerlo en un contexto determinado y no por las buenas». En su caso, Gas confiesa que le hubiera gustado cortar «dos o tres fragmentos» de «Madama Butterfly». «Para avanzar hay que romper con aquello que es inamovible».
«Madama Butterfly», con libreto de Giacosa e Illica, inspirada en un texto de David Belasco, cuenta con dos repartos en los que se alternarán Daniela Dessì y Maria Pia Ionata (Cio-Cio-San); Walter Fraccaro y Guillermo Orozco (Pinkerton); Enrique Baquerizo y Carlos Bergasa (Sharpless); y María Rodríguez-Cusí e Itxaro Mentxaka, que intepretarán a Suzuki, entre otros.
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