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África: la revolución ruidosa

A ritmo de politono, el móvil se abre paso en África antes incluso de que las tradicionales líneas fijas hayan conseguido una mínima implantación. Su uso en el continente negro crece mucho más rápido

A ritmo de politono, el móvil se abre paso en África antes incluso de que las tradicionales líneas fijas hayan conseguido una mínima implantación. Su uso en el continente negro crece mucho más rápido que en ningún otro lugar del mundo. Europa está saturada, pero en su vecina del sur algunos países doblan cada año el número de aparatos en circulación.

Nathan Eagle, investigador con una beca Fullbright, estudia desde el año pasado en Kenia las posibilidades sanitarias de los móviles, sobre todo en áreas rurales remotas. ¿Por qué utilizar móviles? «Sencillamente, es imposible conseguir un ordenador portátil». En Kenia, donde no más del 12 por ciento de la población tiene acceso a la electricidad y tan sólo el 7 por ciento puede ver la televisión, tener un ordenador personal es una quimera y el nombre de Negroponte suena a protagonista de «Las mil y una noches». Con móviles cada vez más sofisticados y la ayuda de la imaginación, su protagonismo en África es creciente.

Kilifi, capital de la malaria

El centro de operaciones de Eagle es Kilifi, distrito costero que pasa por ser el más afectado por la malaria en todo el mundo. La enfermedad tiene mucho menos «glamour» que el sida y preocupa mucho menos en Europa, pese a que según Dorothy Ooko, responsable de Comunicación de Nokia para el sur y el este de África, la malaria es «el principal asesino del continente y suele cebarse en mujeres embarazadas y niños». Una de las principales armas para luchar contra este mal, las redes antimosquitos, apenas cuestan un par de euros, pero hay que sustituirlas cada pocos meses y suponen un gasto inabordable para la mayoría de la población.

Eagle repartió en Kilifi cien teléfonos que incluyen un pequeño programa con el que registra cada paso que dan sus usuarios. Eagle ha recopilado ya los datos de más de 400.000 horas de uso, lo que le permite predecir con bastante exactitud qué haran los poseedores de estos aparatos y cuáles son sus necesidades.

Bancos de sangre SMS

Los médicos también trabajan con otra aplicación para móviles que permite enviar a una central los datos de cada paciente, «en directo». Hasta ayer, los profesionales sanitarios rellenaban un formulario tras otro, que luego había que procesar de manera manual. Con las nuevas técnicas, es posible mantener actualizada una base de datos que ayude a combatir la malaria.

De la misma manera, con el programa «banco de sangre SMS» es fácil conocer en todo momento hasta qué punto están surtidos dichos bancos y dónde se necesitan suministros de cualquier tipo. Un miniprograma instalado en los móviles envía de forma automática mensajes de texto cuando algún hospital tiene una necesidad concreta y su nivel de reservas es crítico. La central de Mombasa se encarga de que las donaciones sean más eficaces. Según Eagle, la tasa de mortalidad por falta de sangre es mucho menor ahora.

En Kenia, donde el uso del móvil está más extendido que en los países vecinos, causan furor las transferencias de dinero entre particulares, sin necesidad de tener una cuenta corriente (que sólo posee una de cada cuatro personas). La operadora Safaricom ha desarrollado, en colaboración con Vodafone, el servicio M-Pesa (pesa significa dinero en swahili), que permite a cualquier particular enviar dinero a otro móvil, incluidos números de otros países. El receptor sólo tiene que presentarse en cualquiera de las numerosas oficinas que han proliferado por el país, mostrar el mensaje que da fe de la transferencia y cobrar la cantidad correspondiente.

Cualquier móvil, por anticuado que parezca, sirve para enviar dinero. Sólo es necesario grabar en la tarjeta SIM una aplicación que sólo ocupa 65 kilobytes. Un representante de M-Pesa insiste en la revolución que ha supuesto el sistema, «aunque para la mentalidad occidental sea difícil comprender su importancia».

Compra y envío de tiempo

Otra aplicación muy utilizada es el envío de «tiempo», lo que solemos entender como recargar la tarjeta (el 80 por ciento del mercado en África es de prepago). Muchos keniatas se aseguran así, por ejemplo, de que sus padres, que a menudo viven en zonas rurales, puedan llamarles todos los días sin preocuparse por el saldo, además de resolver cualquier emergencia.

Pero para que todos estos cambios sean viables, es fundamental el desarrollo de la cobertura. Las operadoras han conseguido que en muchas áeras se aproxime al 90 por ciento. Las empresas fabricantes de móviles trabajan además en terminales de bajo coste, de hasta poco más de veinte euros. Una dificultad añadida es que deben estar hechos con materiales duraderos y resistentes al polvo. La compra de un móvil es una inversión tan importante para la inmensa mayoría, comenta Piotr Labuzsewski, responsable de Nokia para el Este de África, que «necesitan estar seguros de que es de buena calidad y va a durar».

En cualquier caso, el mercado africano es más que prometedor, con sólo un 15 por ciento de penetración (en Kenia es del 24% y en Etiopía del 1%). Que la esperanza de vida en el continente no supere los 45 años de edad no deja de ser otra «ventaja» para acostumbrar a la población a las nuevas tecnologías.

En Uganda, donde el número de móviles es menor, ha proliferado otro tipo de negocio, a menudo unipersonal, que sólo es posible mediante la concesión de microcréditos. Richard Mwami, de la compañía MTN, explica que muchos granjeros y trabajadores de todo tipo han descubierto una nueva forma de vida mucho mejor: conseguir un móvil, instalar una antena para asegurarse la cobertura en los lugares más remotos y alquilarlo. El paquete completo no cuesta más de 200 dólares. MTN, en asociación con Nokia, les asesora para que puedan sacar adelante su negocio. Ni siquiera necesitan autorización del Gobierno.

Mwami asegura que consiguen una devolución de créditos del 98 por ciento. En seis meses, la mayoría zanja el préstamo. El resultado es la creación de riqueza y el acceso a las comunicaciones para la población en lugares inverosímiles. MTN esperaba conseguir 500 «empresarios» en cinco años. En unos meses han superado las 15.000.

Nuevos empresarios

Joseph Ssesanga (25 años) abrió así su pequeña oficina, que muestra en lugar visible el rótulo «Nunca confíes en todos los rostros sonrientes». En su caseta, que incluye una fotocopiadora, también vende material escolar y productos de oficina básicos. En unos meses ha ampliado el negocio y ya tiene seis empleados. Es un pequeño potentado. Una de sus trabajadoras mantiene abierta una «sucursal» en un poblado en el que hasta las moscas pasan hambre. Rodeada de críos y embarazada de seis meses, Percy Chompade sólo habla swahili. Un día se animó a comprar un móvil con varias amigas y su vida ha dado un vuelco. Parece un pequeño paso para el hombre blanco; a ella le llena el puchero todos los días.

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