«Este cagón no se va a atrever a ponerme más»
Cuatro protagonistas directos del debut de Raúl rememoran aquel día. Butragueño, al que quitó el puesto; Cedrún, primer portero que le tuvo enfrente; Buyo, titular en aquella alineación del Real Madrid; y Valdano, su valedor y quien se la jugó por él...
Jorge Valdano fue su valedor. Y cuesta hacerle recordar. No porque tenga perdido en la memoria aquel día, sino porque, a fuerza de tanto repetir la historia, asegura que le da vergüenza verlo publicado de nuevo...
«Vi a Raúl por primera vez durante ocho minutos en un partido de la selección sub 19, cuando todavía era entrenador del Tenerife pero ya había aceptado la oferta del Madrid. De aquel encuentro me llamaron la atención Víctor (Deportivo), Álvaro y este tipo, que era una máquina de correr. Luego, cuando hicimos una selección de chavales, es que era imposible no verle, con esa voracidad y ese deseo de hacer de cada entrenamiento algo especial».
Y al grano, al día del debut. ¿Cómo lo vivió, qué le dijo?: «Recuerdo que le dije a Míchel que estuviera pendiente del chaval, porque sólo tenía 17 años. Era muy joven para un encuentro así. Y Míchel se volvió y me dijo: "Pues no le extrañe que sea él quien esté más pendiente de mí". Eso demuestra la fuerte personalidad que demostró desde el principio».
Un hombre tranquilo
Reconoce Valdano que, ya durante el partido, le sorprendieron los fallos clamorosos de Raúl, que se caracterizaba justo por lo contrario. Pero más le sorprendió «la manera que tenía de salir de cada error. No le afectaban en absoluto. Ni un aspaviento, ni un movimiento negativo de cabeza. Parecía como si la herida le cicatrizase con una rapidez insólita. No dejaba que nada le afectara. A cualquier jugador una cosa así le habría retrasado su explosión, pero no a él».
Según el entonces técnico madridista, Raúl no cambió tras el partido: «Estaba muy tranquilo, como si nada hubiese pasado. Es más, luego me enteré de que cuando llego a Madrid comentó a su gente, creo que a su representante, algo así como "con lo que he fallado hoy, este cagón no se va a atrever a ponerme el próximo partido". El cagón era yo -comenta entre risas-, yo, que me había expuesto a ponerle con 17 años. El tipo era una risa. Eso demuestra la fe y la confianza que tenía en sí mismo y, probablemente, la poca que tenía en mí. Sin embargo, yo ya tenía muy claro que le iba a alinear de titular ante el Atlético de Madrid».
Valdano recuerda los dos partidos con claridad y los sentimientos que abordaron a técnico y jugador: «Él siempre estuvo muy tranquilo, ya he contado varias veces que cuando le hablé de convocarle me dijo que yo mismo, que si quería ganar el partido, le pusiera. Y luego, camino del estadio, se quedó dormido en el autobús. La verdad es que durante el encuentro en sí no tuvo mucha suerte porque las ocasiones de que dispuso se le quedaron para definir a su pierna mala. Pero contra el Atlético fue un huracán. Le hicieron un penalti, dio el pase de gol a Zamorano y marcó uno de los mejores de la temporada, un auténtico golazo».
Emilio Butragueño
Su «víctima»
El gran perjudicado por la irrupción en escena de Raúl fue el mayor ídolo que había en ese momento en el club. Emilio Butragueño vio cómo, de repente, el chaval le relegaba al banquillo con el beneplácito de un ex compañero de filas suyo: Jorge Valdano.
Butragueño recuerda aquellos momentos con la serenidad que le caracteriza: «Me acuerdo muy bien. Raúl tenía 17 años y yo estuve en el banquillo aquel día. No, no llegué a jugar. Raúl ya había estado con nosotros en dos amistosos, en Oviedo y en Karlsruhe. Era un jugador que le gustaba mucho a Jorge y fue una apuesta personal suya ponerle en Zaragoza. El chico lo hizo francamente bien. No marcó, pero estuvo muy activo y supo moverse muy bien para encontrar siempre buenas opciones en un partido competido».
Reconoce que él, personalmente, no sintió nada especial ni pensó que era el principio de su fin: «No, para nada. Yo no estaba jugando desde principio de temporada como titular pues Jorge contaba más con Alfonso, Zamorano y Amavisca. Lo que hice fue lo tenía que hacer, respetar el compromiso y ayudar a mis compañeros animándoles en todo momento».
Comenta Butragueño que su actitud con Raúl fue la misma que se tuvo con él mismo cuando llegó al vestuario blanco: «Al subirme al primer equipo, yo tenía delante a Santillana y él me enseñó que lo primero que había que hacer era ayudar a los chavales que empezaban, como él mismo hizo conmigo. Así que, cuando Raúl subió, yo hice lo mismo que Santillana conmigo, ayudarle en todo lo que pude».
Afirma el actual director deportivo del Madrid que «claro que mantuvimos conversaciones, pero eso queda dentro del secreto del vestuario. No son cosas que deban salir a la luz pública. No fue nada especial, pero pertenece a los códigos de los jugadores».
Apuesta personal
Sí asegura Butragueño que «no vi aquello como el principio del fin. No tenía porqué serlo. Era una oportunidad de competir entre todos y con un chico que debutaba. En esa clase de casos nunca se sabe si la cosa va a salir bien porque son innumerables los casos de jugadores que han subido al primer equipo y luego no han cuajado. Cierto que al chaval se le veía especial, pero la verdad es que nadie sabe lo que nos depara el destino».
Hace hincapié en que la explosión de Raúl fue mérito, sobre todo, de Valdano:
«Fue una apuesta personal suya y no era fácil porque había jugadores muy buenos en aquella plantilla. Que se arriesgara como lo hizo hay que valorarlo en su justa medida, sobre todo porque en el primer partido no marcó a pesar de tener muchas oportunidades y él siguió apostando por él, con fe y valentía. Era una gran esperanza, pero había que darle confianza para que lo demostrara. Jorge lo hizo».
Acaba Butragueño comentando cómo vio a Raúl aquel día, antes, durante y después del partido: «Me gustó sobre todo que se mostrara muy maduro. Lo que le pasó en aquel partido lo asumió con total tranquilidad y eso demostró que tenía mucha seguridad en sí mismo. Eso es algo vital para salir adelante en el fútbol. Desde entonces he tenido, y sigo teniendo, muy buena relación con él».
Andoni Cedrún
El rival
Era el portero del Zaragoza el día del debut del ahora astro blanco. Y no lo olvida, como otras situaciones paralelas que le tocó vivir contra otros debutantes. Curiosidades de la vida. «Como para olvidarlo. Fue algo histórico. Además, se dieron otra serie de circunstancias que poca gente sabe. Yo estuve también en el debut de Butragueño cuando jugó contra el Cádiz, pues estaba cedido en el club andaluz. Aquel "enano" salió en la segunda parte, nos metió dos goles y nos levantó el partido. Tiempo después, ya en el Zaragoza, fuimos a jugar al mismo Cádiz e íbamos empatados cuando en la banda empezó a calentar un chaval larguirucho y enclenque. Era Kiko, que debutaba con ellos. Salió, provocó un penalti y nos ganaron 2-1. Cuando en el vestuario del Zaragoza se enteraron de que con el Madrid venía otro chaval para debutar, un tal Raúl, no vea lo que tuve que aguantar. Todos se cachondeaban de mí. Decían incluso que para qué íbamos a jugar el partido, que ya lo teníamos perdido. Cachondos...».
Fue un espectáculo
Sin embargo, no perdieron, pese a debutar Raúl: «Ganamos 3-2 con un gol de Poyet a poco del final. Raúl tuvo muchas ocasiones, pero las falló todas. Dio igual, a pesar de eso enseguida nos dimos cuenta de la clase de jugador que era. Nos volvió locos. No paraba de correr, tiraba diagonales, buscaba la espalda de los centrales y se movía con una rapidez tremenda. Nos dio el partido el tío. Cuando acabó el encuentro y entramos en el vestuario el único comentario que hacíamos entre nosotros no era sobre el partido ganado, sino la talla y categoría del chaval».
Recuerda que le extrañó la tranquilidad del debutante. «¿Qué si le vi nervioso? ¿Está de coña? Los que estábamos nerviosos éramos nosotros y a mí me tenía absolutamente atacado. Menos mal que me salió un buen partido, a mí y a todos. El encuentro fue excelente, de ataques de unos y otros, sin freno ni pausa. El único que parecía frío como el mármol era el chaval. Le tuve que sacar dos o tres mano a mano y otra vez que me regateó el balón se le quedó en su pierna mala y lo envió al larguero. Fue una auténtica pesadilla para nosotros».
Cedrún tiene más fresco en la memoria el recuerdo de aquel encuentro que de los que les enfrentaron después. «No le hablé durante el partido. ¡Para decirle algo estaba yo! Luego sí, hemos hablado unas cuantas veces y recordamos aquel encuentro. Claro que volví a enfrentarme a él, pero la verdad es que nunca, que yo recuerde, me ha ido mal. Hablo de memoria, pero dudo que me haya metido algún gol, quizás alguno, pero para mí que no. Con el que sí he tenido una relación más tormentosa ha sido con Butragueño, porque éste cada vez que se enfrentaba a mí me metía goles. Pero Raúl no, con Raúl he tenido menos problemas curiosamente. Incluso recuerdo un partido en el Bernabéu, con Fabio Capello en el banquillo del Real Madrid, que acabamos empatando sin goles, aunque el Madrid terminó siendo campeón de Liga aquella temporada».
Francisco Buyo
El compañero
Formó parte de aquel equipo en La Romareda: Buyo; Quique, Hierro, Sanchís, Luis Enrique; Míchel, Redondo, Laudrup, Amavisca; Raúl y Zamorano. Así que Paco Buyo fue testigo de primera fila del debut de Raúl: «A media semana me vino Valdano con Cappa y me dijo que iba a poner al "nene". Me preguntaron qué me parecía. Yo les dije que bien, que estupendo. Me consultaron sobre si creía que le pesaría la responsabilidad y respondí que "ni hablar, pero si tiene un desparpajo tremendo. En el entrenamiento no para de tirarnos caños y vaselinas. Tiene una cara"...».
Buyo señala que en el autobús los veteranos comentaban admirados cómo el chaval se quedaba dormido: «Yo les decía que le dejaran en paz, que eso era clásico de los cracks. Lo que nunca pensé es que dejara en el banquillo a Butragueño, eso sí que no me lo esperaba».
El portero blanco sí que piensa que Raúl estaba nervioso: «No lo parecía, pero yo creo que eso lo debía llevar dentro. El hecho es que no paró de correr durante los noventa minutos, era como si le hubieran dado cuerda». Asegura que «durante la concentración estuvo callado, era tímido y hablaba poco. Nosotros no paramos de animarle y de decirle cosas. Lo clásico en estos casos. Luego, en el partido hubo de todo, fue un encuentro que pudimos ganar 3-7, pero el "nene" lo falló todo, tuvo mala suerte. La envió al palo, alta, le dio tres pelotazos a Cedrún... pero el caso es que casi todas las ocasiones las tuvo él, y eso significaba algo».
Buyo afirma que al final «el chico estaba pesaroso, pero no por sus fallos, sino porque habíamos perdido. Valdano me preguntó cómo le había visto y le dije que fenomenal, que había hecho de todo y que si hubiera marcado también un gol habría sido la leche. Así, en plan de cachondeo. El caso es que contra el Atlético, a la semana siguiente, se resarció y marcó un golazo. Yo saqué rápido a Amavisca, éste pasó a Laudrup y el danés al "nene", que ni la paró para meterla en la escuadra. Le metimos 4-1 al Atlético y jugó un partidazo. En Zaragoza dio el primer paso, pero luego avanzó a grandes zancadas. Diez años ya, ¡qué barbaridad, cómo pasa el tiempo..!».
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