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«El «modelo sueco» que tanto admira la izquierda europea está abierto ya a la empresa privada»

«Cuando llegué a Suecia en 1974, el Estado daba todo a los ciudadanos sin el derecho de elección»«España entra en un periodo económico que requiere un Gobierno serio y capaz»POR CARMEN VILLAR MIR

Mauricio Rojas, exiliado chileno, actual diputado del Gobierno sueco por el Partido Liberal, autor del ensayo «Reinventar el Estado del bienestar. La experiencia sueca», prologado por José María Aznar, explica con énfasis, y con voz rotunda y redonda, que Suecia es una nación privilegiada, pero de otra manera a la que la gente cree. Sigue estando a la vanguardia europea respecto al Estado del Bienestar, pero ha modernizado ese Estado: «En ningún otro país de Europa occidental se ha privatizado y desregularizado tanto como en Suecia, ni tampoco hay país alguno en el que el sector público muestre la misma voluntad de abrirse al privado como en Suecia».

-¿Qué tuvo que pasar para que un exiliado chileno marxista terminara abrazando el conservadurismo y el liberalismo económico?

-Cuando llegué aquí en enero de 1974, tenía la idea de que Suecia era un país libre, y lo era, por cierto, pero con limitaciones. Me encontré con un Estado que daba todo a los ciudadanos sin dejarles el derecho de elección. Me molestó especialmente el paternalismo de este Estado benefactor en el que cada persona «tillhörde» (pertenecía) a cierto hospital o escuela. Solamente una pequeña parte de la sociedad tenía ingresos suficientes para costearse los servicios privados. En cada paso de los ciudadanos existía una intervención política que, mediante un sistema de tributación personalizada, influía en todas sus decisiones: en la vida de la familia, la compra de una vivienda, los estudios, etc. Era un sistema comparable al despotismo ilustrado de las monarquías del siglo XVIII.

-Es decir, ¿un control total de los ciudadanos desde la cuna a la tumba?

-Exacto. El Estado benefactor maximalista que imperó en Suecia hasta hace quince años, no estaba basado en las garantías de los ingresos que concedía sino en la ambición de controlar la vida de los ciudadanos controlando las instituciones proveedoras de los servicios del bienestar, tan decisivos para la vida de los ciudadanos.

-¿Cuáles eran los mayores fallos de ese modelo?

-La vulnerabilidad del sector público y el aumento de la carga fiscal que se duplicó de 1960 a 1989 y pasó de absorber un 28% a un 56,2% de los ingresos nacionales. El gasto público se incrementó de un 31% al 60% y se triplicaron los empleos de los funcionarios. El bienestar en una sociedad cada vez más planificada que no generaba suficientes recursos y la fuerte presión tributaria sobre una población activa pequeña, crearon tensiones fiscales enormes. El resultado fue que muchos servicios comenzaron a deteriorarse. Los problemas explotaron entre 1990 y 1994. Se perdieron más de medio millón de puestos de trabajo y la tasa de desempleo creció de un 2,6% en 1989 a un 12,6% en 1994. Esa crisis se extendió del sector privado al público al caer la tributación. Éste tuvo que recortar el empleo público, lo que agravó más una situación ya grave.

- ¿Cuál fue la estrategia de la oposición para hacerse con el poder?

-A mediados de los años setenta los conservadores que entonces llegaron al poder después de 44 años de gobierno socialdemócrata, pero sólo se limitaron a administrar «el modelo sueco». Pero a finales de los ochenta la sociedad sueca pedía a gritos un nuevo sistema para el área del bienestar social lo que condujo a la victoria a los «burgueses» o no socialistas en 1991, liderados esta vez por Carl Bildt, hoy ministro de Exteriores. El nuevo Gobierno implantó cambios y una nueva relación de poder entre Estado y Sociedad y comenzó el desmantelamiento de gran parte de la estructura del anterior Estado benefactor.

-¿Ha muerto «el modelo sueco»?

-Sí y no. El viejo Estado Benefactor ha muerto, pero ha surgido un nuevo modelo sueco que ha revitalizado las mejores partes del viejo modelo. Suecia está a la vanguardia europea respecto a la modernización del Estado del bienestar. El «modelo sueco», de la Suecia de hoy, es un modelo de diversidad y apertura a la empresa privada.

-Esto es poco conocido fuera de Suecia.

-Muy poco o nada conocido. La izquierda de Europa, anticuada e ignorante, sigue usando «el modelo sueco» (el anterior, se entiende) como una especie de sociedad ideal. La líder actual de la socialdemocracia y por ello de la oposición, Mona Sahlin, afirmó recientemente en el Parlamento que «hubo un tiempo en el que los socialdemócratas no soportábamos la empresa privada. Hoy reconocemos las ventajas de ese sector, sobre todo porque ofrece libertad de elección a los ciudadanos».

-Señor Rojas, mi última pregunta es la del millón: ¿quién gana las elecciones en España?

-Sigue siendo una cuestión incierta. Pero el PP se ha acercado y puede ganar. España entra en un periodo económico que puede ser dramático y muy difícil por lo que requiere un Gobierno serio y capaz. ¡No estaría mal que pudiéramos dar una buena dosis de aznarismo a los españoles!

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