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Muere a los cien años Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, padre y maestro de juristas

Antonio Garrigues, «maestro de maestros», en una imagen de 1996.ABC

MADRID. Ayer murió en Madrid, a los cien años de edad, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, hombre de letras y empresa, prestigioso jurista, diplomático y político y progenitor de una larga saga de profesionales que han brillado con luz propia en distintos ámbitos de la vida social y cultural española.

El pasado 9 de enero, cuando Antonio Garrigues cumplió cien años rodeado de su familia y sus amigos, fue objeto del reconocimiento público que su influyente trayectoria personal y profesional merecía. Ahora, apenas un mes después, su vida se ha apagado. Nacido en Madrid en 1904, dedicó buena parte de su vida al ejercicio de la abogacía, que alternó con destacadas incursiones en la política y en el mundo empresarial. Se licenció en Derecho en la Universidad Central de Madrid, con premio extraordinario de licenciatura y matrícula de honor en todas las asignaturas.

Ejerció como abogado profesional hasta 1931, año en el que contrajo matrimonio con Helen Anne Walker, con quien tuvo ocho hijos antes de enviudar en 1944. Con apenas 27 años, ocupó su primer cargo de relevancia pública al ser nombrado director general de los Registros y del Notariado del Ministerio de Justicia, a las órdenes de Fernando de los Ríos.

Con la llegada al poder del primer Gobierno constitucional de la República, Garrigues abandonó la función pública y se dedicó en exclusiva al ejercicio profesional de la Abogacía, una de sus principales inquietudes, lo que no le impidió acceder a círculos culturales e intelectuales y participar, por ejemplo, en la fundación de la revista «Cruz y Raya».

Simultaneó sus trabajos como jurista y hombre de empresa con asiduos viajes a Estados Unidos, donde conoció a influyentes personalidades de la vida social y política de aquel país, con los que no tardó en estrechar lazos que -más allá de lo estrictamente y profesional- lo fueron de amistad. Primero en el bufete de abogados que fundó con su hermano Joaquín y, más tarde, ya independizado, consiguió prestigio nacional y fuera de nuestras fronteras al especializarse en actividades de índole mercantil relacionadas con empresas multinacionales y en asuntos internacionales. Ello le posibilitó relacionarse con importantes personalidades de Estados Unidos como la influyente familia Kennedy.

Diplomático en EE.UU. y la Santa Sede

En 1951 accedió a la presidencia de la cadena de emisoras SER que, en años posteriores abandonó -para luego reintegrarse de nuevo-, tras otro paso por el mundo de la política. De hecho, en 1961 dejó ese cargo para ser nombrado en marzo de 1962 embajador de España en Washington, donde estuvo encargado de negociar con éxito los acuerdos entre nuestro país y Estados Unidos en pleno franquismo, trabajos que culminaron en 1963 con su renovación. Cesó en ese puesto al encomendársele el 7 de febrero de 1964 la delegación diplomática española ante la Santa Sede, cargo que ocupó con diligencia hasta 1972.

Desde esa fecha hasta 1975 regresó al ejercicio de sus actividades privadas y profesionales como jurista y empresario en sociedades como Cid SA, Fopic SA, Auroholding y, desde 1973, fue presidente -y después patrono- del Patronato de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde dejó la impronta de su legado humanista. Pero pronto regresó a la actividad política al ser designado en dociembre de 1975 ministro de Justicia del primer Gobierno de la Monarquía, presidido por Arias Navarro. Permaneció en este puesto hasta julio de 1976 y durante su gestión, en la que trabajó con la vista puesta en lo que vendría en llamarse la Transición, participó como observador en la X Conferencia de ministros europeos de Justicia de los Estados miembros del Consejo de Europa.

En 1976 abandonó su actividad política y a partir de ese año compartió su labor como jurista con una consagrada gestión empresarial: presidente del consejo de administración de Citroen Hispania, presidente de la Cámara Hispano-Portuguesa de Comercio e Industria, el Institucio de Cuestiones Internacionales (INCI), y entre otros, el Consejo de administración de la Cadena SER, emisora de la que fue presidente de honor.

Su prolija trayectoria profesional se vio reconocida al serle impuesta en julio de 1992 la Legión de Honor Francesa en su categoría de oficial. Además, era académico de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, donde ingresó en 1986 con un celebrado discurso titulado «La aventura de la vida». Como escritor y hombre de letras, publicó varios libros -entre los que destacan «Diálogos conmigo mismo» (1978); «Reflexión sobre las cosas que pasan» (1984) y «Poemas en la encrucijada de Roma» (1986)- y múltiples artículos de carácter jurídico, literario y filosófico, entre otros diarios, en ABC.

Numerosas condecoraciones

Además, está en posesión de numerosas condecoraciones, entre ellas, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la de la Orden de Carlos III, la Gran Cruz Pro Mérito Militensi de la Orden de Malta y Collar, la de San Raimundo de Peñafort, o la Medalla de Oro de Madrid.

Con ocho hijos -dos de ellos ya fallecidos- Antonio Garrigues Días-Cañabate deja tras de sí una intensa vida de trabajo, compromiso y amor por los suyos. Ya desde primeras horas de ayer, la familia Garrigues recibía innumerables muestras de condolencia por la muerte de un «humanista completo», tal como lo han definido sus amigos. Está previsto que el funeral por su eterno descanso tenga lugar el próximo martes, día 2 de marzo, en la Iglesia de San Francisco de Borja de Madrid.

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