Las Koplowitz Las más ricas de España
Para el grueso de las comadres que habitan España, las hermanas Koplowitz no existieron hasta finales de los años 80, cuando una ofensa publicitada hasta el hartazgo las situó en el mapa mediático del

Para el grueso de las comadres que habitan España, las hermanas Koplowitz no existieron hasta finales de los años 80, cuando una ofensa publicitada hasta el hartazgo las situó en el mapa mediático del país. Lo razonable era que sobre las entonces herederas de Construcciones y Contratas S. A. (Cycsa) se ciñera aún más la habitual discreción que hasta entonces abrigaba sus vidas, en especial cuando ambas estaban sumidas en un proceso de divorcio. Pero la razón cedió ante la fascinación de contemplar a dos damas de alta cuna en el cotilleo más bajuno. Muy a su pesar, emergieron a la escena pública como supernovas de la prensa del corazón; también, como figuras sobresalientes del ámbito financiero nacional. Del reservado universo doméstico al vértigo de un consejo de administración que habían abandonado décadas atrás. Hoy, las fortunas de Esther y Alicia Koplowitz figuran entre las más cuantiosas del mundo según la lista «Forbes». Llama la atención que en esa lista, donde lo normal es que los nombres de los miembros de una misma familia aparezcan en sucesión, entre ellas se abra un hueco de más de veinte puestos (Esther figura en el 137 y Alicia, en el 158). Nada dramático, aunque sí significativo.
Tan imponente fortuna se cimentó en una arriesgada decisión de su padre, hábil empresario alemán de origen judío: abandonar la Alemania de principios de los años 30, cuando el país comenzaba a sucumbir bajo el poder nazi, y poner un pie en España, donde se instaló definitivamente a principios de los años 40. Ernesto Koplowitz Sternberg, hijo del farmacéutico Wilhem Koplovitz y de Clara Sternberg, había nacido en la Alta Silesia. De sus primeros años aquí, se sabe que trabajó en la filial de AEG y que cultivó interesantes relaciones. En 1946, y después de un breve noviazgo, se casó con Esther Romero de Juseu y Armenteros, hija de una aristócrata cubana y en posesión de una serie de títulos nobiliarios que con el tiempo dejó a sus hijas. En 1952 adquirió Construcciones y Reparaciones, una empresa a la que cambió el nombre por Construcciones y Contratas (Cycsa), y que hizo próspera en apenas una década. Durante ese tiempo, nacieron Esther (1953) y Alicia (1952). En 1962, Ernesto Koplowitz falleció en un accidente de equitación. Fue entonces cuando Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés e íntimo de la familia, se convirtió en protector y guía de las hermanas.
La llegada de los Albertos
En 1969, Esther Koplowitz contrajo matrimonio con Alberto Alcocer; poco después, Alicia hizo lo propio con Alberto Cortina, primo de Alcocer e hijo de Pedro Cortina Mauri, embajador y ministro de Asuntos Exteriores en la última etapa del franquismo. La boda sacó a las Koplowitz del consejo de administración de Cycsa (al que habían llegado con la mayoría de edad) y situó, en su lugar, a sus esposos. Ellos comenzaron una etapa de expansión y alianzas, convirtiendo la compañía en uno de los mayores grupos del país. Ellas se atrincheraron durante años en su hogar y en la crianza de sus hijos.
Así fue su rutina hasta 1990, el año de su divorcio y del regreso al consejo de administración de Cycsa. Plantaron cara al chismorreo saliendo de casa, sacando a los Albertos de la compañía y retomando el poder ejecutivo bajo un turno rotatorio. En 1992 llevaron a cabo la fusión pionera entre Cycsa y Focsa (Fomento de Obras y Construcciones, S.A.). Había nacido FCC (Fomento de Construcciones y Contratas), la empresa más importante del sector en España. La cohabitación duró hasta 1998, cuando Alicia le vendió su paquete accionarial a su hermana por una cifra de vértigo.
Sobre los verdaderos motivos de aquella separación se elecubró casi tanto como sobre las rupturas matrimoniales que cambiaron el organigrama de la compañía. Se dijo que un abismo se abrió entre quienes siempre fueron compañeras incondicionales, que ambas sufrían a solas la incomunicación y el desencuentro. Finalmente, el hielo hizo aguas y el tiempo cerró heridas. Eso sí, cada una tomó las riendas de su propia vida financiera.
Negocios y filantropía
Esther, además de sus tareas en FCC (compañía que, en los últimos años, ha pasado a ser una multinacional con una plantilla de más de 92.000 puestos de trabajo en todo el mundo) y en el consejo de administración de Cementos Portland Valderribas, desarrolla una amplia labor social desde el seno de la fundación que lleva su nombre, que data de 1995 y que se centra en la creación de residencias para disminuidos físicos y psíquicos, además de inversiones en investigaciones biomédicas. Desde 2003 está casada con Fernando Falcó, marqués de Cubas.
Alicia, por su parte, es una de las más importante inversoras del país a través de la sociedad Morinvest y participa en diversas compañías del sector del acero, la construcción, la banca o la hostelería. Al igual que su hermana mayor, desde su propia fundación desarrolla una intensa labor filantrópica. Y, también como ella, siente pasión por el mundo del arte. Ambas son grandes coleccionistas. En la actualidad, se le vincula sentimentalmente con Carlos Fitz James-Stuart, duque de Huéscar, primogénito de la Casa de Alba y heredero del título. Una relación que, desde que se conoce, ha desatado grandes expectativas.
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