Muere Mercedes Fórmica, pionera en la lucha por los derechos de la mujer
«Lo mío ha sido un grito en el silencio», decía en una entrevista concedida a ABC hace cinco años. Gritó contra la injusticia de la mujer, a favor de sus derechos, en unos años difíciles. Pionera en la abogacía (era la única mujer en la Facultad de Derecho), puso patas arriba el Código Civil.

MADRID. Abogada y escritora, nació en Cádiz en 1913. Vivió en Sevilla y, posteriormente, se trasladó a Madrid. Cursó la carrera de Derecho (era la única mujer matriculada). Sus estudios se interrumpieron con la Guerra Civil, pero los retomó posteriormente para doctorarse en Filosofía y Letras. Terminó la carrera de Derecho después de contraer matrimonio con Eduardo Llosén, cuyo matrimonio se anularía más tarde. Después se casó en segundas nupcias con José María Careada.
Perteneció a la Falange y ejerció como abogada en los cuarenta, unos años difíciles para quien nunca renunció a la revisión y modificación de la situación jurídica de la mujer en España. Su condición de universitaria especialmente preparada para intervenir en los procesos de cambio social le llevó a propugnar y encabezar una importante reforma del Código Civil. En 1948 dirigió en el Instituto de Estudios Políticos un equipo de trabajo para lograr que la ley «permitiera a la mujer -en palabras de la propia Mercedes Fórmica- llegar a aquellos puestos donde su inteligencia, vocación y preparación le llevasen. A la mujer se la admitía en la Universidad, pero a la hora de hacer valer su título le pedían que se convirtiese en hombre».
Un artículo publicado en ABC
Se dio cuenta de que la mujer que intentaba la separación matrimonial lo perdía todo. En los años 40 publicó en ABC un artículo, «El domicilio conyugal», que tuvo gran repercusión. Denunciaba que la ley consideraba el domicilio conyugal exclusivamente como casa del marido. Se hizo eco de él la prensa de todo el mundo. A raíz de aquello, la fotógrafa recientemente desaparecida Inge Morath vino a España para conocerla. E incluso le dedicaron una Falla en Valencia. A pesar de que reformó bastantes artículos de los Códigos Civil y Penal, decía que lo suyo fue «una voz en silencio». Se lamentaba de que la habían silenciado.
En el campo literario amplió conocimientos con Jorge Guillén y simultaneó el periodismo con la literatura a partir de los años cuarenta. Desde 1941 hasta mediados de los años setenta fue directora de «Medina» y también colaboró con numerosas publicaciones, como ABC y Blanco y Negro, «Gran Mundo», «Teresa» y «La Ilustración Femenina», entre otras. Su producción literaria se inicia a partir de 1950. Ese año publicó «Bodoque», obra con la que obtuvo el premio Arte y Hogar, y «Monte Sancha». Otras obras suyas son: «La ciudad partida», de 1951; «A instancias de parte» (1955), con la que obtuvo el premio Cid; y «La hija de Don Juan de Austria (Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal)», publicada en 1972 en la «Revista de Occidente». Este libro, con prólogo de Julio Caro Baroja, le valió un año después el premio Fastenrath de la Real Academia Española. Esta obra de investigación histórica, que fue recibida por la crítica internacional especializada como una definitiva aportación al estudio del siglo XVI español, fue objeto de una polémica entre su autora y Antonio Gala a mediados de 1985. Mercedes Fórmica acusó al autor de plagio, en relación con un guión de éste para el programa de Televisión «Paisaje con Figuras». También publicó una trilogía de sus Memorias: «Visto y vivido», «Escucho el silencio» y «Espejo roto y espejuelos». En 1997, la Residencia de Estudiantes le dedicó un emotivo y merecido homenaje.
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