Amedrenta como puedas
Es un detalle que todo un caballero del cine de terror nos plante a estas alturas su trabajo de fin de carrera. Y dicho sin ánimo peyorativo, claro. Porque este «Vuelo nocturno» reúne todos los requisitos de orfebrería primeriza: claustrofobia artesanal, tour de force a escenario y piñón fijo y, también, algún error de brujo novato. Lo más importante es que Craven consigue que nos olvidemos de las caretas de «Scream» y jerséis de crudillo de Freddy con que se emboza su carrera, y nos prenda la mecha de la bomba de relojería que duerme bajo nuestras posaderas. Fallos y turbulencias, haberlos, haylos, pero el buen mal rato está garantizado.
J.C.
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