Doña Margot. La Infanta más marchosa

«Tengo una pena enorme porque me he quedado sin entradas para ir al concierto de AC-DC». Esta frase fue la que pronunció la Infanta Doña Margarita a la cantante Alaska durante la conversación que mantuvieron en la fiesta del setenta cumpleaños de la hermana pequeña del Rey que se celebró días atrás en el domicilio madrileño de la Infanta Doña Pilar. Alaska y Mario Vaquerizo fueron, junto a los cantantes Víctor Manuel y Ana Belén, los invitados más sorprendentes en una onomástica que reunió a cerca de noventa personas y demostró cómo es realmente Margarita María de la Victoria Esperanza Jacoba Felicidad Perpetua de Todos los Santos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Doña Margot para sus amigos, y cómo se las gasta cuando quiere pasar un buen rato.
Su imagen siempre seria en actos institucionales y el discreto papel que ha jugado dentro de la Monarquía han hecho que en España apenas se conozca realmente a una mujer que es una caja de sorpresas y que cuenta con una legión de amistades que hablan de lo muy divertida, marchosa y ocurrente que es la pequeña de los Condes de Barcelona. Por eso de lo poco que se sabe de la Duquesa de Soria y Hernani es que su nacimiento (Roma, 6 de marzo de 1939) estuvo acompañado por la triste noticia de que el bebé presentaba una minusvalía al ser invidente.
La pequeña de los cuatro hijos de los Condes de Barcelona enseguida se convirtió en la más cercana y querida de sus padres. El accidente mortal que sufrió su hermano Alfonso y el hecho de que Don Juan Carlos abandonara la residencia familiar de Estoril para formarse académica y militarmente en España hizo que las hermanas se unieran aún más. De ahí la estrechísima relación que las Infantas tienen desde su más tierna infancia que se ha ido afianzando con el paso de los años.
Como es de imaginar Don Juan siempre estuvo muy pendiente de su hija, y por eso quiso mantener en el más absoluto secreto el noviazgo de Doña Margarita con Carlos Zurita. Cuentan que la pareja se conoció en una cena en casa del Conde de los Gaitanes, en el año 1969, y que desde entonces comenzaron su discreta relación que culminó con su boda en 1972, una vez que Zurita hubo presentado su tesis doctoral en la Universidad de Bolonia. El anuncio de este compromiso coincidió con un viaje de Don Juan Carlos y Doña Sofía a Japón.
Hijo de un conocido cardiólogo y de madre farmacéutica, el novio no pertenecía a la nobleza pero sí a una acomodada e ilustrada familia que se relacionaba en un círculo social privilegiado y en el que no fue nada difícil que ambos coincidieran. Por supuesto, antes de su boda la Infanta, al igual que hiciera su hermana Pilar, renunció a sus derechos dinásticos dado que en esos años la Familia Real se regía por la Pragmática de Carlos III y no por la Constitución española, como sí que ocurrió con su sobrina, Doña Elena, que fue la primera de la Familia Real en hacer una boda morganática o entre desiguales sin tener que renunciar a su puesto en la sucesión.
Pero todo esto es historia. Lo que no figura en las biografías y sí en el conocimiento de cuantos la tratan es que Doña Margarita es una apasionada de la música en todas sus variantes. Desde el clásico al heavy metal, de El Canto del Loco, a la música más romántica de Julio Iglesias. Y tan sorprendente es en gustos musicales como en amigos y celebraciones a las que acude. Por eso a cuantos no la tratan les llamó la atención ver en su fiesta a Alaska y Mario Vaquerizo o a Ana Belén y Víctor. Fueron requeridos para que participaran en la fiesta que reunió a la Familia Real al completo, ya que su única intervención artística fue para cantar el Cumpleaños Feliz junto a la mesa de la homenajeada (me consta que llamaron también a otros cantantes y que las respuestas fueron de todo tipo: desde los que se descolgaban con su caché a los que dijeron que sí y luego no aparecieron).
El último Ipod
Esos mismos incrédulos también alucinarían si escucharan sus conversaciones y comprobaran cómo disfruta cuando habla del último Ipod en el que bajar su música de cabecera (está al corriente de los últimos gadgets que salen al mercado) o cómo no perdona ni una de sus comidas de los sábados en el campo, normalmente en la finca que la condesa de Montarco tiene a las afueras de Madrid, donde se reúne con algunos de sus amigos, como pueden ser sus primas las Marone, Beatriz de Orleans, los Plasencia y otros cercanos.
En sus salidas musicales la Infanta suele ir acompañada por amigos y por su hija María Zurita, que es quien se encarga de buscarle entradas o de presentarle artistas. Y ahí también está la colaboración de su primo político, el compositor José Miguel Fernández Sastrón, que se mueve de maravilla en el entorno de los músicos y hasta hay quien lo postula como futurible presidente de la Sociedad General de Autores de España (SGAE).
Cantar no canta, pero bailar no para, cuentan sus incondicionales. Fue hace ya casi un año cuando a Doña Margarita se la pudo ver de lo más animada durante los conciertos de Rock in Río que se celebraron en Madrid.
Su marido baila menos
Entonces tenía sesenta y nueve años y era de las más marchosas de los presentes. También en la fiesta de sus setenta primaveras la hermana del Rey bailó sin parar. No suele acompañarle en esos pasos su esposo Carlos Zurita, un hombre más discreto o tímido pero con el que siempre es un placer hablar. Carlos Zurita, en cambio, sí que está siempre muy presente en todo lo relacionado con la Fundación Duques de Soria, en la que la Infanta se encuentra totalmente involucrada y comprometida. Y de ahí que prepare con esmero y tiempo todas sus actividades. Gran lectora (gracias al método braille) y dotada de una memoria extraordinaria, Doña Margarita se sabe al dedillo la historia de España. Es a este respecto una enciclopedia abierta cada vez que alguno de sus amigos tiene una duda. Nombres, fechas y datos surgen siempre en estas ocasiones forma de respuesta exacta de sus labios. También le encanta ir al cine y al teatro, al igual que viajar y conocer sitios nuevos. Eso sí, como les ocurre a tantas otras personas está totalmente «enganchada» al teléfono móvil.
Lo cierto es que toda la familia disfruta enormemente con las ocurrencias y conversaciones de la Infanta, quien no se caracteriza por tener pelos en la lengua y de ahí que deje de una pieza a más de uno cada vez que suelta alguno de sus tacos de la forma más natural del mundo, un rasgo que dicen es muy Borbón. Por cierto, a pesar de las confianzas y las cenas y comidas en el campo con Doña Margot, el tratamiento de Alteza Real nunca se olvida. Ni existe el tuteo ni el Margarita a secas. Ella es Doña Margarita para los de aquí y Doña Margot para sus amigos portugueses y aquellos que frecuentaban Estoril. Eso sí, cuando la Infanta no está presente la identifican como la Doña.
El caso es que estos días la Duquesa se recupera del periplo que acaba de realizar con su hija María y que la ha llevado hasta la frenética ciudad de Las Vegas, en Estados Unidos, uno de los sitios que más ganas tenía de conocer, y a las noches cálidas de Miami donde se celebraron varias cenas en su honor. Una de ellas tuvo lugar en la casa de Julio Iglesias, con Miranda como anfitriona, y otra se celebró en la del televisivo Víctor Sandoval y su marido, el decorador Miguel Polo, afincados en Miami desde hace años y con los que Doña Margarita se lo pasó en grande. Divertidos son un rato. Sobre todo Víctor.
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