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Desde los Alares (y ii)

Los lugareños de estas cotas montaraces llaman a la amplia zona de sus vivencias «el orinal», porque recoge el agua de todos los nubarrones que se asoman por sus verdes serranías. Los picos más elevados de las cresterías parecen que hacen cosquillas al cargado vientre acuático de las nebulosas grisáceas, que descargan a placer su contenido para nutrir cientos de arroyuelos que se despeñan desde las alturas invadiendo sendas y caminos que se transforman en lagunas a la mínima. Dicen que en un tiempo no muy lejano, desde la Diputación Provincial de Toledo se planificó la operación de un embalse que recogiera tanta agua perdida para canalizarla hasta el mismo pantano del Torcón por su propio peso, pero lo que se estudió, por causas desconocidas, quedó guardado en ese cajón del fondo de la actividad burocrática y hasta los restos.

Los Alares es pedanía de Los Navalucillos, desde cuyo Ayuntamiento de elevada economía se marcan las pautas a seguir en estos horizontes que cada día cogen más protagonismo con el llamado turismo de interior. Hay una movida, y grata, en la zona para promover casas rurales, y hasta el momento los resultados compensan las ayudas desembolsadas para animar al visitante a que disfrute de la paz y serenidad de estos balnearios naturales para respirar a pleno pulmón. El boca a boca logra milagros y, por ejemplo, el pasado domingo, en el paraje denominado «Las Becerras» y en el merendero allí asentado, se dieron más de 300 comidas, a pesar de que la jornada estaba metida en lluvias y el tiempo no era muy propicio que digamos para darse una vuelta por el campo.

Cuando arreglen la carretera que va de Los Navalucillos a Los Alares y a la Raya de Valdeazores, y los repetidores de televisión y de telefonía móvil se abran a todos los espacios, se vivirá mucho mejor en estas pequeñas localidades, que todavía están esperando la visita institucional del presidente regional, José María Barreda, para resolver algunos problemas de infraestructuras a los que tan sólo él puede dar el visto bueno.

Seguro que el presidente se dará una vuelta por aquí, me comentan en el bar de Carmelo, porque la grandeza de Castilla-La Mancha es que iguala a los poderosos con los humildes. Por ilusiones que no quede, ya que la esperanza es lo último que se pierde, y a lo mejor hasta aciertan.

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