Andrés Sánchez Robayna publica «En el cuerpo del mundo», su poesía completa
El poeta canario además prepara la edición de las obras completas de José Ángel Valente, que verán la luz a finales de 2005 o a principios de 2006
MADRID. Ayer se presentó la obra poética completa de Andrés Sánchez Robayna. A diferencia de anteriores recopilaciones de su poesía, que simplemente aparecían bajo un genérico «Poemas», el autor ha titulado este volumen «En el cuerpo del mundo» (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), título de un poema de «Inscripciones» con el que ha decidido significar, a partir de ahora, toda su producción poética, pasada, presente y futura.
El volumen reúne el conjunto de sus poemarios: «Día del aire» (1970), «Clima» (1972-6), «Tinta» (1978-9), «La roca» (1980-3), «Tríptico» (1985), «Palmas sobre la losa fría» (1986-8), «Fuego blanco» (1989-91), «Sobre una piedra extrema» (1992-5), «Inscripciones» (1996-9) y «El libro, tras la duna» (2000-01). Másde treinta ños de singladura poética.
El poeta y profesor de literatura comparada de la Universidad de Zaragoza Túa Blesa afirmó al presentarlo que «Sánchez Robayna es uno de los grandes combatientes de la atonía que vive la poesía contemporánea española». Blesa advirtió que la trayectoria poética de Sánchez Robayna «muestra unidad y a la vez diversidad» y puede hablarse de varios momentos. Los dos primeros ciclos recorren los quince primeros años de su dedicación y el último corresponde a «El libro, tras la duna», un extenso poema de carácter autobiográfico que, por primera vez, el poeta desarrolla de manera narrativa.
Para Túa Blesa, la obra de Sánchez Robayna se caracteriza por ser «una aventura del conocimiento». Un conocimiento que tiene que ver con la palabra como «alumbramiento», que es «dar a luz», pero que también es «un saber no saber, un saber que no sabe lo que va a encontrar». Pero al mismo tiempo su poesía es reflexión, conciencia crítica. «Sánchez Robayna es muy riguroso, un buen lector de sí mismo».
En sus poemas también se da, a juicio de Blesa, una «materialidad del paisaje que va más allá del tópico de la insularidad. Hay siempre una presencia de lo concreto que podría responder a la idea de Cabral de Melo: «no se puede hacer poesía que no sea visualizable». Hay sentimiento del espacio y del tiempo, de cómo el tiempo nos hace y nos deshace, y al final, en su clausura, llega a tener un nombre: muerte». Por último, Blesa destacó la importancia de lo sagrado en la poesía del autor canario: «A través de la palabra nos anudamos a algo más, a la trascendencia».
Sánchez Robayna, después de manifestar su gratitud a Túa Blesa y a Joan Tarrida, su editor junto con Nicanor Vélez (responsables de la cuidadísima edición, un cuidado que no es sólo formal, sino también intelectual), leyó dos poemas, uno perteneciente a «El libro, tras la duna», en el que da cuenta del origen de su vocación poética; y el otro, justamente el que da título al libro presentado.
Después el poeta mantuvo una distendida conversación con los periodistas y se refirió a la «atonía de la poesía española contemporánea» a la que calificó como «acomodaticia, pues tiende a adular al lector» y citó a Juan Goytisolo: «Al hacer un diagnóstico de la narrativa española, afirmó que él sobre todo consideraba inteligentes a sus lectores y que hacía una literatura difícil, justamente, por cortesía a esa inteligencia». Sin embargo, su juicio no fue tan negativo, pues Sánchez Robayna encuentra en la generación de poetas nacidos en los años 70 un importante cambio, pues hoy «se ha vuelto a leer a los poetas hispanoamericanos y a los poetas de otras lenguas».
También señaló su deuda personal y literaria con José Ángel Valente, de quien prepara la edición de sus obras completas, que aparecerán a finales de 2005 o principios de 2006: «Le tengo una gran admiración. Es una de las figuras mayores de la poesía de nuestra lengua de la segunda mitad del siglo XX».
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