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Amparo Muñoz: «No todo lo que he vivido ha sido una mierda»

La ex Miss Universo narra en «La vida es el precio» su lucha contra la muerte, sus años de adicción a las drogas y sus relaciones amorosas

Sin tapujos y con la verdad por delante. Así se presenta Amparo Muñoz en sus memorias, «La vida es el precio» (Ediciones B), en la que la ex Miss Universo repasa junto a Miguel Fernández su vida sentimental, marcada por sus fracasos matrimoniales con Patxi Andión o Flavio Labarca y sus relaciones con Máximo Valverde, Antonio Flores y un político de la era de la Transición cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato. De forma sobrecogedora, la actriz, de 51 años, también narra su adicción a las drogas y su lucha contra la muerte, tras una intervención cerebral de la que se recupera actualmente.

«Salí de Málaga una mañana del verano de 1973 y volví treinta años después, enferma y desorientada, acostada sobre un colchón, en un monovolumen». De esta forma, Amparo Muñoz revela cómo regresó a la casa paterna para morir, después de que un mes antes le hubieran operado en Valencia de una malformación en el cerebelo. En Málaga tuvo una recaída, pero, aunque, dice, «quedan secuelas, no veo claro, escucho con dificultad y siento mucha vergüenza cuando llego a un bar, a una tienda, y la gente se queda mirándome», la actriz dijo ayer a ABC que se encuentra «muy bien, cada día mejor. El hecho de tener una actividad, como ésta de promocionar el libro, me hace sentirme bien».

Para la malagueña, desnudarse en sus memorias ha sido también una forma de exorcizar demonios. «Es mejor que ir al psicólogo, te quitas muchas cargas de encima. No cuento ni la mitad de las cosas que me han pasado, no hay tiempo ni espacio material, pero tampoco quiero contarlas».

Sin embargo, lo que no calla es mucho y no deja en buen lugar, por ejemplo, a su primer marido, Patxi Andión -«pisoteó todas mis ilusiones», «convirtió la convivencia en un infierno»-. «Es mi experiencia con él -justifica Amparo Muñoz-, no trato de insultarle ni de fastidiarle, pero no puedo hablar bien de él, no sería sincera. Creo que mi matrimonio con él y la posterior ruptura son la clave de muchos errores que he cometido después».

Su mala suerte a la hora de escoger a los hombres queda de manifiesto en la obra, donde la malagueña también cuenta cómo su segundo marido, el chileno Flavio Labarca, la introdujo «en el laberinto de las drogas»; el tercero, Víctor, «no dio golpe» mientras estuvo con ella, y cómo su último novio, Daniel, 25 años más joven que ella, se alejó nada más caer enferma: «Cuando mi estado se agravó, le perdí de vista». Pero la actriz admite que, a pesar de sus equivocaciones, «no todo lo que he vivido ha sido una mierda. Si he estado con ellos es porque me han hecho vibrar».

Guarda especial recuerdo de la relación «espiritual y fraternal» que mantuvo con Antonio Flores -«tenía un cuerpo precioso (...). Aún recuerdo el tacto de su piel»-, Elías Querejeta -«me sacó de la locura de mi separación de Patxi Andión»-, Máximo Valverde -«el mejor amante»- o el político de intensos ojos azules al que denomina «el hombre de la perla» -«el más tierno y sensual».

Tras dos abortos, uno de ellos voluntario -que en el libro relata como «la decisión más equivocada que he tomado en mi vida»-, la ex Miss Universo confiesa que no ha sentido dolor al revivirlo: «Algunos pasajes hacían que se me saltaran las lágrimas y los suavizaba, porque no he querido que la gente sienta lástima al leerlo, no quiero dar pena. No, no he sufrido».

Visceral e impulsiva, como cuando arrojó por la ventana la corona de Miss Universo («sentí una gran liberación»), Amparo Muñoz dice que se arrepiente de muy pocas cosas, «si no, no sería la persona que soy hoy y no me disgusta cómo soy. Cuando he tomado decisiones drásticas era para cortar con aquello que me estaba haciendo daño».

-¿Qué ve hoy Amparo Muñoz al mirarse al espejo?

-Me suelo mirar poco, no soy de las que les encanta contemplarse. Pero lo que veo me gusta. Hay días que estoy peor y otros que estoy mejor, y lo que veo es una tía con mucha fuerza y, por lo menos, no me disgusto, que ya es mucho.

-¿Mañana qué va a pasar?

-Si lo supiera sería pitonisa. No tengo ni idea, yo voy a luchar por mantener lo que tengo, a lo que estoy unida, y mi único objetivo es recuperar mi salud, que es lo más importante. Ni amores, ni dinero ni trabajo, sólo la salud. A partir de ahí, se consigue todo lo demás.

Y todo lo demás, como asegura en el libro, es llegar a volver a ser la que fue: «Una mujer capaz de ponerse el mundo por montera».

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