NIEVE Y SILENCIO
«Había oído hablar de David antes de conocerle, incluso de leer alguno de sus relatos. Su nombre sonaba en los mentideros literarios de la ciudad y los oteadores literarios han seguido muy de cerca su

«Había oído hablar de David antes de conocerle, incluso de leer alguno de sus relatos. Su nombre sonaba en los mentideros literarios de la ciudad y los oteadores literarios han seguido muy de cerca su espectacular trayectoria literaria»
JORGE VILLALMANZO
DAVID Lorenzo Magariño nace en Burgos en 1982. Con veintidós años queda finalista en el Premio Ateneo Joven de Sevilla, con la novela «Los muertos salados». Tiene inéditas, además, los títulos «Cuando la luna arrecia», «Ciudad de piedra» y «El hombre que quiso ser Dios». Ha escrito unos cuarenta cuentos, algunos de ellos están publicados en las revistas «Plaza de San Juan», «Demente», «Oye tú», «Las piletas», etc., y en el libro de relatos titulado «Con la pluma a cuestas. Ocho escritores burgaleses», editado por Celya. En este libro David comparte protagonismo y autoría con Óscar Esquivias y Eliseo González. Curiosamente este libro fue adquirido por los hoteleros burgaleses para que los viajeros tuvieran algo que leer al llegar a sus hoteles. David tiene en su haber varios premios de relato corto. Entre ellos destacamos el Premio Los Nuevos Alfaguara Juvenil, Ana María Aparicio, Leopoldo Lasala, Al-Andalus, el Premio Novela Corta Ramón Sijé por «Mieve y Silencio, el Premio Letras Jóvenes de Castilla y León, concedido hace unos días después de que el año pasado lograra el accésit.
Había oído hablar de David antes de conocerle, incluso de leer alguno de sus relatos. Su nombre sonaba en los mentideros literarios de la ciudad y los oteadores literarios han seguido muy de cerca su espectacular trayectoria literaria. Lo malo del trabajo de oteador es que se sufre mucho al no ver a nadie acercarse con la aureola de los que serán bendecidos por los moradores del Parnaso, por el contrario, y en justa compensación, cuando encuentran a un autor de verdad, se sienten recompensado para siempre. Pasó con Oscar Esquivias, con Ignacio Galaz, con Rubén de la Peña, con Alberto Luque, con Asís González Ayerbe, con José Gutiérrez, con Esther Ortega Núñez y con Blanca Ballesteros, y pasa, y mucho, con David Lorenzo Magariño, nuestro más joven novelista burgalés, con obra, mucha obra, original y de gran calidad literaria. Se puede decir que es un superdotado de las letras. Ya sé que es una afirmación que puede resultar exagerada pero es mi opinión y creo que de literatura es de lo único que sé un poco, otra cosa es que este joven autor pueda vivir sólo con esta clara y sobresaliente cualidad en la vida. No obstante, es un buen seguro de vida para lanzarse a la aventura de las letras.
«Nieve y silencio» es una historia verdaderamente hermosa y es, además, una buena historia, muy difícil de contar y muy bien contada por David, que nace y se desarrolla entre cenizas y rescoldos sentimentales: una tragedia familiar continuada en el tiempo, y Zara, la niña y luego mujer, como protagonista y observadora privilegiada de su propia vida, nos entrega una pormenorizada descripción de lo que ve, le ocurre y siente. La narración es creíble en todo momento, hasta en sus últimos detalles. Es creíble lo que cuenta, cómo lo cuenta, cuándo lo cuenta, de tal manera que lo que nos narra resulta siempre tierno y entrañable, hasta el punto (sin desvelar las claves de la historia a los posibles lectores) de que la novela logra trasmitir mucha paz y consuelo. «Nieve y silencio» resulta, con otras palabras, balsámica, y lo dice un lector que como muchos de Vds., se ha enfrentado con la muerte de seres queridos más veces de las que le hubiera gustado enfrentarse. Recomiendo esta lectura como manual para supervivientes que no quieren ser víctimas pasivas del sufrimiento. Recomiendo este libro por el optimismo que desgrana, por la lección de entereza que nos aporta a través de una joven, y por que nos enseña a encontrar en los momentos duros y difíciles de la vida argumentos en nuestros corazones para resistir al dolor y querer más que nunca a los seres que queremos y merecen ser queridos. Gracias David Lorenzo Magariño por escribir todas esas historias entrañables y que no tardando mucho se convertirán en parte esenciales de la historia literaria y sentimental de los que hemos tenido la suerte de leerte.
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