Antonia Kerrigan: «Soy una ludópata (literaria)»
-Ya que los agentes de tráfico multan a los malos conductores, ¿no cree usted que los agentes literarios deberían sancionar a los malos escritores, quitarles puntos y obligarles a pasar un cursillo de

-Ya que los agentes de tráfico multan a los malos conductores, ¿no cree usted que los agentes literarios deberían sancionar a los malos escritores, quitarles puntos y obligarles a pasar un cursillo de adiestramiento narrativo para que asuman sus propios desvaríos?
-Los autores no ponen en peligro la vida de las personas. Al contrario, la enriquecen.
-Los agentes de la autoridad literaria arriman su ascua una y otra vez a las mismas fichas de juego y muchas veces pierden. ¿Son ustedes ludópatas?
-Absolutamente. Yo creo que todos los que nos dedicamos a los libros somos unos ludópatas. Estamos apostando continuamente y siempre convencidos de que tenemos un «bestseller» entre manos. Sin lugar a dudas es más divertido leer que meter monedas en una máquina.
-«La sombra del viento» le impresionó bastante y se la ofreció a Planeta. Hablando en plata, ¿cómo les «vendió la moto»?
-Para mí era obvio que iba a ser un gran éxito y le puse todo el entusiasmo del mundo.
-¿Una buena negociación puede catapultar a un autor como Carlos Ruiz Zafón de auténtico desconocido -con sólo cuatro obras juveniles en el morral- , a autor de moda, no sólo en España, sino en buena parte del extranjero?
-Un buen libro y una buena negociación pueden catapultar a un autor a la fama. Pero, al final, quien decide es el lector.
-¿Hay muchos Ruiz Zafones por descubrir en cementerios de libros olvidados?
-Zafón es único. Pero ojalá encontremos más libros que gusten tanto como éste.
\[Fernando Iwasaki tuvo que vender la nevera y parte de su cocina para poder ver publicado su primer volumen de relatos: «Tres noches de corbata». Ildefonso Falcones se pateó varias editoriales con «La catedral del mar» debajo del brazo, y en todas le decían que volviera mañana, pero los manuscritos que le devolvían apenas si habían sido «manoseados»\].
-¿El editor encestando un manuscrito en la papelera es una imagen fieramente humana?
-Ni es humana ni es real. Los editores leen y realizan mucho más trabajo del que podemos imaginar.
-A Matilde Asensi, de la que fue agente en sus comienzos, le «costó» dos años colocar su primera novela y ahora es autora de éxito. ¿Qué le comentan quienes besan el estrellato?
-Es absolutamente cierto que tardé más de dos años en colocar la primera novela de Matilde Asensi. Cuando uno cree en un libro no se pierde la fe fácilmente.
La mayoría de autores que han tenido éxito están muy agradecidos y confían plenamente en la agencia y en nuestras gestiones. En general, podría decirse esto de todos.
-¿Cree en las novelas de laboratorio, las que dicen que se «fabrican» en talleres literarios?
-Si son buenos, da igual dónde se escriben los libros y sin duda los talleres pueden resultar útiles.
-En España se publican al año más de setenta mil títulos. ¿Es una locura?
-Pues sí.
-¿Cómo maneja una agente literaria la llamada «vida literaria» de su autor?
-Promoviendo sus obras y ayudándolo en todo lo posible.
-¿Qué relación mantiene con los talentos que descubre?
-En general, las relaciones son excelentes y algunos autores han llegado a convertirse en grandes amigos.
-¿Hay escritores que traicionan y le dan la puñalada trapera, cual Senado romano en todo su esplendor, a su agente? ¿Sabe de algún caso de traición?
-Sí, se dan algunos, y yo personalmente conozco algunos. La fidelidad, en todos los aspectos de la vida, es un tema difícil.
-¿Carmen Balcells es la gran «mamá grande» de los descubridores de talentos? ¿Qué le debe la literatura española a doña Carmen?
-Mucho la literatura y muchísimo los autores.
-¿Cómo son sus relaciones con los agentes colegas?
-Excelentes.
-Las veinticinco horas de una agente como usted se consagran al libro. Resuma a los lectores el resto de segundos que dedica a su familia. ¿Cómo es ese resto de día en su vida?
-El resto de los segundos sigo leyendo, pero también le dedico tiempo a la cocina, la música, las plantas y a mi familia.
-Larra auscultó que escribir en España era llorar. ¿Descubrir nuevos talentos y editar, «idem eadem idem»?
-En absoluto. Yo me lo paso estupendamente.
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