La estrategia de Odyssey
Desde el anuncio del traslado de toneladas de restos arqueológicos por Odyssey
Desde el anuncio del traslado de toneladas de restos arqueológicos por Odyssey desde Europa hasta Tampa, la estrategia legal de la empresa cazatesoros ha dominado el asunto. Al fin y al cabo la operación legal se puso en marcha hace un año, con la decisión de Odyssey en el mes de septiembre de 2006 de solicitar varios interdictos (tres) en distintos puntos bastante alejados unos de otros. La decisión, aparentemente, tenía poco sentido, entre otras razones, porque sólo uno de esos interdictos fue reflejado en la memoria económica de la sociedad y estaba referido a un proyecto comenzado años antes en el Mediterráneo Occidental, pero de esta forma los abogados de la empresa tenían suficientes alternativas para pensarse mejor la designación del sitio e incluso negociarlo.
Apelando de forma abusiva al secreto empresarial Odyssey ha desplegado un juego que va más allá de lo jurídico y demuestra que la vieja formativa sobre salvamento (salvage law) no es válida para encuadrar jurídicamente este tipo de intervenciones en yacimientos arqueológicos en el mar. Con la excusa de la necesidad de protegerse de otros competidores, ha guardado un secreto que le ha evitado los molestos intereses públicos de los Estados. Odyssey está en condiciones de inventarse «de la pe a la pa» las condiciones del hallazgo, está en condiciones de ofrecer cualquier versión.
La ubicación del origen de esos restos arqueológicos, en esta fecha admite aún dos tesis: la atlántica y la mediterránea. La atlántica confirmaría, una vez que el vicepresidente de la empresa cazatesoros y la propia empresa aclaren las cuestiones penales que tienen pendientes en el Reino de España, relativas a delitos de daños contra patrimonio arqueológico, la posibilidad de que la District Court de Tampa determine mediante la normativa sobre salvamento si Odyssey tiene algún derecho sobre esos restos arqueológicos.
La tesis del Mediterráneo, la única que se explica desde las memorias económicas de la empresa, desde los movimientos de sus barcos en el 2007, y desde la interpretación gibraltarense de que los bienes arqueológicos fueron exportados mediante un permiso de tránsito -previsto para mercancías, no para restos rescatados de un buque hundido -pero que permiten una estancia de las mercancías en Gibraltar inferior a 14 días, es la «tecla» que aparentemente inquieta más a todas las partes.
Si los abogados de Odyssey deciden finalmente ubicar su hallazgo al Este de Gibraltar, algunos temen un conflicto que pueda implicar al Reino Unido. Este país reclama para Gibraltar tres millas de aguas territoriales aplicando la Territorial Waters Jurisdiction Act, de 1878. Odyssey, según la oposición gibraltareña trabajaba al Este más allá de las tres millas de Gibraltar sosteniendo la tesis de que lo que sigue a las aguas territoriales de Gibraltar son aguas internacionales. España no sólo no reconoce aguas territoriales a Gibraltar sino que sostiene que tanto esas tres millas como el espacio marítimo siguiente es español y teme la decisión de un tribunal norteamericano que perjudique esta postura.
¿Es razonable este temor? Éste es un falso debate, desde el derecho internacional y desde el propio derecho del Reino Unido, para quien sus Islas del Canal de la Mancha: Jersey, Guernsey, por supuesto Alderney, etc. tienen el mismo régimen de aguas territoriales de tres millas que Gibraltar y, sin embargo, la zona contigua de las aguas territoriales de la República Francesa y la zona económica exclusiva cercan las aguas de estas islas, sin que determinen que existan aguas internacionales, por lo que las aguas territoriales reconocidas o no por España, de Gibraltar, no producen perturbación alguna más allá de su extensión en las aguas territoriales, zona contigua y zona económica exclusiva de España en los términos reclamados por nuestro Reino.
No le quedan muchas más teclas a la empresa Odyssey y el camino legal es largo: demostrar, por ejemplo, que su secreta labor ha sido algo tan poco secreto como una verdadera labor arqueológica, algo que es un requisito que al menos se exige por los Tribunales norteamericanos, porque, ¿qué actividad científica ha efectuado esta empresa?, ¿qué libros ha editado?. ¿qué información ha difundido?
Lo cierto es que no ha existido una sola razón jurídica para que uno de los mayores hallazgos arqueológicos de Europa haya sido exportado a la sede social de la compañía Odyssey Marine Exploration a la espera de ser vendido y dispersado para siempre. Esa cuestión, pues aún no está cerrada.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete