Xaki buscaba apoyo internacional a la negociación con el Ejecutivo
J. PAGOLAMADRID. Uno de los motivos que en 1996 impulsó a ETA a crear Xaki -su siniestro ministerio de «asuntos exteriores»- fue corregir algunas deficiencias que había observado en su «frente

J. PAGOLA
MADRID. Uno de los motivos que en 1996 impulsó a ETA a crear Xaki -su siniestro ministerio de «asuntos exteriores»- fue corregir algunas deficiencias que había observado en su «frente internacional» y que, a su juicio, habían contribuido al fracaso del «proceso de negociación» con el Gobierno mantenido en 1989 en Argelia. Entonces, la banda no logró crear un estado de opinión internacional favorable a una salida dialogada ni contó con su pretendida presencia de observadores de terceros países.
Según la sentencia, «los responsables de ETA decidieron que, antes de dar comienzo a otro proceso de conversaciones previas a cualquier hipotética negociación con el Gobierno español, resultaba preciso crear un entramado de posicionamientos y compromisos internacionales que permitieran garantizar las posiciones en la hipotética mesa de negociación, y las consecuencias que el incumplimiento de tales compromisos pudiera acarrear a quien, de manera manifiesta, perpetrara la transgresión».
Para activar Xaki, la banda intentó, como primera medida, darle una apariencia independiente, pero al final tuvo que recurrir a miembros de las Gestoras pro Amnistía, así como a cargos públicos y parlamentarios del área de relaciones internacionales de Herri Batasuna. La trama contaba con delegaciones en París, Bruselas y América Latina, y se relacionaba con la ETA de los «comandos» a través de un órgano denominado Elkano, precisamente, el embrión de Xaki.
La sentencia recoge que la primera misión que la banda terrorista le encomendó «fue la difusión internacional de sus reivindicaciones expuestas en la «Alternativa Democrática de Euskal Herria»». Esta propuesta, dada a conocer por la organización criminal, precisamente, en el comunicado en el que reivindicaba el atentado contra José María Aznar, en 1995, incluía por primera vez una «hoja de ruta» con dos mesas de negociación -como la oferta de Anoeta- y proponía una consulta popular.
A partir de esta misión, la banda criminal ordenó a Xaki otros encargos, como el de seguir manteniendo el control sobre deportados y huidos de la banda. Así trataba de poner freno a posibles deserciones.
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