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«Los caciques»: el necesario Arniches

Se preguntaba José Luis Alonso, sobre cuyo montaje de «Los caciques» de 1962 ha realizado éste Ángel Fernández Montesinos, si igual que «en el repertorio de los teatros nacionales franceses hay siempre obras de Labiche, Feydeau y Courteline, etc., ¿no deberíamos nosotros revisar, y con orgullo, el teatro de Arniches?». Una interrogación que podría ampliarse: ¿no deberíamos contar con una programación continuada de teatro de repertorio? En fin, el caso es que regresa a un escenario madrileño Arniches.

En «Los caciques» nos encontramos con ese Arniches superior, que, sin perder un ápice de su gracia característica, inyecta una generosa dosis de denuncia social —casi más que política— en su humor siempre agudo, ágil y tan creativo de lenguaje. En esta obra de principios del pasado siglo, arremete con ingenio contra  esa concepción corrupta del cargo político como bula absoluta en provecho propio, el caciquismo, una de las lacras endémicas de las sociedades rurales de la época y de la que áun persisten ramificaciones en usos y abusos de ahora mismo.

El argumento, en el que Arniches incluye una subtrama amorosa, guarda evidentes paralelismos con el de la pieza de Nicolás Gogol «El inspector»: alguien es confundido con una persona a la que se espera con temor, y se le recibe con un trato reglado y servil, por si los cohechos pueden alejar la previsible tormenta.

En el difícil escenario del Centro Cultural de la Villa, Montesinos efectúa un trabajo limpio y airoso al servicio del texto, la reconstrucción de un montaje de hace casi cuarenta años realizada en clave de homenaje al gran José Luis Alonso, para la que también se han recuperado los figurines y la escenografía de Mingote. Saza, al frente de un amplio reparto, está muy bien como el Pepe Ojeda que sabe encauzar la situación para que el amor triunfe y los corruptos se vean las caras con el verdadero inspector. Y Castejón es un perfecto cacique, dolido por la falta de consideración que la inspección supone para su «antigüedad» de treinta años como alcalde. Junto a ellos, Marta Fernández-Muro, Empar Ferrer y demás completan un Arniches de los que se deberían ver más a menudo.

La noche del estreno oficial, Montesinos pronunció unas palabras en recuerdo de José Luis Alonso y en memoria del recientemente desaparecido director del Centro Cultural, Antonio Guirau, a quien también el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, rindió homenaje desde el escenario.  

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