Hans Holbein el Joven despliega en La Haya su maestría como el gran retratista del Renacimiento
LA HAYA. El museo Mauritshuis de La Haya se viste desde ayer de un esplendor singular. El motivo, la exposición de cuarenta obras de Hans Holbein el Joven, uno de los más importantes retratistas del Renacimiento. A esto, con ser mucho, hay que añadirle, que ésta es la primera vez que un museo holandés consagra una muestra monográfica al gran pintor.
El talento de Holbein y la belleza y peculiaridad de las obras convierten esta exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 16 de noviembre, en una llamada digna de atención para los amantes del arte. El director de la pinacoteca, Frits Duparc, asegura que ofrece lo mejor de este artista. La verdad es que lograrlo le ha llevado años de trabajo. Claro que ha conseguido tablas del Louvre de París, de la Colección Real británica, del Kunsthistorisches Museum de Viena, la National Gallery of Art de Washington, la Gemäldegalerie de Berlín, el Niedersäschsiches Landesmuseum de Hannover, la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde y el Herzog Anton Ulrich Museum de Brunswick. Todo esto sin olvidar tres miniaturas y veinte dibujos de los que dieciséis se conservan en el castillo de Windsor. Por cierto, que algunos de estos dibujos se contemplan en la muestra junto con las pinturas en las que terminaron convirtiéndose. La cita de tantos museos da idea del gran número de negociaciones que ha llevado a cabo el Mauritshuis. Dado que la exposición ha resultado un éxito , no es exagerado que Duparc pueda decir «que el resultado es tan bello que emociona».Holbein el Joven fue un excepcional grabador, dibujante y pintor -en el Mauritshuis sólo se exhiben las dos últimas facetas- de la primera mitad del siglo XVI y, concretamente, se le considera el gran maestro de la Escuela de Suabia de la etapa citada. No deja de ser curioso que el museo que ahora alberga la gran muestra monográfica sea el único de los Países Bajos que cuenta con una obra suficientemente representaviva de su legado artístico. Pero, a pesar de su indudable importancia, Holbein ha sido relegado, injustamente en opinión de determinados especialista, a la sombra de Velázquez o Hals, ya que defienden que su maestría en el arte del retrato es indiscutible.Segundo hijo de otro gran pintor, Hans Holbein el Viejo, nació en Augsburgo hacia 1497 y murió en Londres en 1543, probablemente a causa de la peste. Viajó por diversos países europeos, aunque fue Londres la ciudad en la que se convirtió en pintor de la Corte, pero eso sucedió cuando viajó a la ciudad inglesa por segunda vez. El Rey era Enrique VIII y el pintor, debido a su calidad como retratista, hubo de someterse a algunos de sus caprichos.Incansable buscador de esposas, a las que no deparaba un fin apacible, el Monarca envió al pintor al continente para que realizara retratos de las mujeres que podían aspirar a compartir su vida. Cuentan las crónicas que el Rey se enamoró locamente del retrato de Anne de Clèves. Como es lógico, ella partió hacia Londres, pero hete aquí que vista en su conjunto y en carne y hueso, Enrique VIII sufrió una gran decepción. Definió a su prometida como «la yegua flamenca» y, aunque se casó con ella, no consumó el matrimonio. Seis meses más tarde, el matrimonio fue anulado. La imagen de la repudiada no figura en la exposición, pero sí, y por partida doble, Jeanne Seymour, que fue la esposa preferida. Los retratos fueron realizados entre 1536 y 1537 y permiten que el visitante de la exposición aprecie el realismo del pintor y su preocupación por el detalle.Un gran personaje de la época, Erasmo de Rotterdam, pasó por el pincel de Holbein hacia 1523. Esta obra ha sido prestada al museo de La Haya por el Louvre. El encuentro entre los dos grandes hombres se produjo en Basilea. Y es que, aunque Hans y su hermano Ambrosius empezaron su formación en la ciudad en que nacieron, el primero la dejó para viajar a Basilea y Lucerna, estableciéndose en la primera en 1519, tras otros viajes que lo llevaron por distintos lugares de Italia. En la exposición figura una única obra de carácter religioso conocida como «Madonna de Darmstadt», aunque su título es «Virgen con el Niño y la familia del burgomaestre Jakob Meyer como donantes». Se calcula que esta famoso y monumental grupo fue realizado poco antes de su primer viaje a Inglaterra. A este país llegó con una carta de presentación de Erasmo de Rotterdam para Sir Thomas Moro. Unas líneas en las que no se negaba la difícil situación económica por la que atravesaba el pintor. Como tampoco en la capital inglesa era oro todo lo que relucía, el artista sólo permaneció en ella por espacio de año y medio.
Cuando Holbein regresó a Inglaterra en 1532 las cosas cambiaron y este tiempo está profusamente presente en la muestra, pero hay que tener en cuenta que el pintor no se limitó a ser el retratista de la Corte. De hecho, el tiempo ha permitido comprender la influencia que ejerció en la pintura, el grabado y otras parcelas artísticas.Parece que el artista era muy considerado con sus modelos a los que no sometía a largas sesiones de posado. Sencillamente los dibujaba y luego, en su estudio, hacia la gran obra final gracias al rigor de lo que previamente había plasmado.
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