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La novena bañó Madrid de blanco

Va por Madrid. Decenas de miles de personas se echaron a las calles de Madrid para recibir a los campeones de Europa

MADRID. Eran las 16.45 cuando aterrizaba un avión de Iberia y el comandante sacaba la bandera del Real Madrid por la ventanilla. Tardó en salir la expedición madridista y había expectación porque la Copa fue colocada en la escalerilla sola, sin nadie que la sujetara. Por fin, Hierro y Raúl salieron por la puerta del avión sosteniendo la Copa de las grandes orejas. Inmediatamente detrás, los otros dos capitanes, Guti y Roberto Carlos, junto a Di Stéfano y Vicente del Bosque, que a lo largo de todo el día se mantuvo en segundo plano, sin intentar robar un ápice de protagonismo a sus jugadores. Les esperaba un autobús en el que se había pintado en uno de los flancos un «9» gigante con las fechas de las nueve copas de Europa conseguidas por el Real Madrid hasta ahora.

Según se dirigían al autobús descubierto que les llevaría a la Puerta del Sol, a la sede de la Comunidad de Madrid, Hierro le dejó la Copa a Roberto Carlos, quien ya no la soltaría en mucho tiempo. El trayecto desde el aeropuerto hasta el centro de Madrid fue muy lento, pues las cunetas estaban llenas de seguidores y los puentes de aficionados que querían homenajear a los campeones. Hasta tal punto llegó la cosa que Florentino Pérez tuvo que apremiar al chófer para que la comitiva fuese un poco más rápida, porque el retraso se iba acumulando.

Por fin, a las 18.10 el autobús llegó a la sede de la Comunidad. Para entonces ya era Helguera el que acaparaba la Copa. Una vez dentro de las instalaciones de la Comunidad, Ruiz Gallardón agradeció a los jugadores el «esfuerzo y el trabajo realizado durante esta Copa y también durante los cien años de existencia. Tres veces os he recibido aquí y os diré una cosa: no pienso dejar la presidencia hasta que no me traigais la décima».

Le contestó Florentino Pérez dando las gracias por los ánimos ofrecidos estos días. El presidente del Madrid señaló que ha sido decisiva en este triunfo la ayuda dada por la Comunidad a la hora de solventar la deuda económica del club, en alusión a la recalificación de los terrenos de la Ciudad Deportiva.

Raúl toma la palabra

Posteriormente, Ruiz Gallardón les sacó al balcón. Allí, de nuevo Hierro y Raúl ofrecieron la Copa a los aficionados allí reunidos. Como el balcón era grande pudieron salir todos arremolinados alrededor del trofeo y aclamados por los aficionados. Allí fue cuando Raúl tomó la palabra, cogió el micrófono y empezó a entonar el cumpleaños feliz seguido al instante por los madridistas congregados.

Después de repetidos vítores a los jugadores, entre ellos y fundamentalmente a Iker Casillas, los futbolistas regresaron al interior de la Real Casa de Correos, donde el presidente Gallardón les entregó un recuerdo conmemorativo de esta visita.

De nuevo al autobús para encaminarse esta vez a la Plaza de la Villa, a la que llegaron a las 18.50. Allí esperaba el alcalde Álvarez de Manzano, quien fue saludando uno a uno a todos los jugadores de la plantilla. Cuando faltaban cinco minutos para las siete de la tarde Hierro y Raúl volvían a levantar la Copa para ofrecérsela de nuevo a los aficionados, que abarrotaban la plaza. Esta vez, y dado que el balcón era mucho más pequeño, apenas pudieron salir los cuatro capitanes.

Allí los más aclamados fueron Casillas y Zidane. Incluso el portero animó al francés a dirigir unas palabras, pero la estrella gala no se atrevió, lo mismo que Figo, que también fue muy aclamado por los aficonados madridistas.

Esta vez fue Florentino Pérez el primero en tomar la palabra para, al igual que hizo con Gallardón, agradecer la gestión del Ayuntamiento para liberar al Madrid de la deuda. Pero, además, comentó que «el club siempre lleva por todo el mundo el nombre de Madrid».

Álvarez de Manzano, con la voz rota por la intensa noche vivida, respondió que Madrid se siente orgullosa de tener un club como el Real Madrid que, como ha demostrado reiteradamente, «es el mejor equipo del mundo». A todo esto, los cánticos más oídos en la Plaza de la Villa eran «¡Campeones, campeones!», «¡Así, así, así gana el Madrid!», «¡Gaspart, la Copa, se mira y no se toca!» e «¡Illa, illa, Juanito Maravilla!». Por último, la concejala-presidente de Villaverde, Nieves Sáez de Adana, dijo que el polideportivo de San Cristóbal de los Ángeles, que será inaugurado el próximo mes, llevará el nombre de Raúl González Blanco.

Ofrenda en La Almudena

Posteriormente se procedió a la ofrenda floral a la Almudena y todos los jugadores fueron subiendo uno por uno al altar para besar o tocar el manto de la Virgen. Por último, Monseñor Rouco Varela bendijo la Copa y la plantilla abandonó la catedral para dirigirse a Cibeles.

No había mucha gente esta vez en el santuario madridista. Quizá los incidentes ocurridos en la noche anterior retrajeron a la gente, que prefirió llenar el Bernabéu, que parecía un sitio más seguro. Unas cinco mil personas se juntaron con todo en Cibeles para ver cómo Raúl trepaba, siempre el primero, a la cabeza de la diosa para ponerle la correspondientes bufanda. Nada de subir uno y los demás abajo. Como siempre, subieron todos los jugadores. Raúl y Figo en lo más alto y Zidane, como siempre tímido, más abajo, intentando destacar poco. Durante más de un cuarto de hora la plantilla blanca fue paseando con banderas y bufandas al ritmo de baile por la pasarela. Comentaba Raúl, entre carrera y carrera, que «esta afición se merece todos los títulos. Es increíble», y también Roberto Carlos señalaba que «todo esto es muy bonito y la gente está disfrutando. Sí, hemos subido a Cibeles, pero lo hemos hecho con mucho respeto y con cuidado de no romper nada».

Cumbre Florentino-Valdano

A las 20.40 los jugadores, con cara de mucho cansancio, se volvían a subir al autobús para ir a su última meta: el Bernabéu. Allí sí que les esperaba una sorpresa, porque el coliseo estaba lleno de madridistas ansiosos.

La afición madridista mostró su manera de pensar y aplaudió al unísono la expulsión de un grupo de aficionados ultras que intentaba situarse en su habitual lugar, el fondo sur,antes de la fiesta de celebración. «Fuera, fuera», además de algún que otro improperio, fue el grito unánime contra los aficionados violentos, que fueron expulsados del estadio por miembros de seguridad del club.

A las diez fue presentado primero Alfredo di Stéfano y posteriormente la gran legión de veteranos del Madrid. Luego, los canteranos y los últimos, los jugadores de la primera plantilla, con ovación especial para Iker Casillas y, sobre todo, para el mago Zinedine Zidane, que cuando salió casi se cae de emoción el Bernabéu. Raúl apareció con la bandera española a los hombros, el cuadro técnico, y finalmente Hierro con la Copa en las manos. Sonaba la novena de Bethoven (¿qué diría el genial músico de todo esto?) mientras Hierro alzaba eufórico el trofeo subido en una torre que le elevaba del suelo. Globos, fuegos artificiales, el «We are the champions» más el cumpleaños feliz que cantó Raúl pusieron el colofón a la fiesta madridista. Finalmente, los jugadores dieron la vuelta de honor al campo con la Copa. Hubo un amago de pequeña invasión en el fondo sur, pero la seguridad actuó con rapidez y el conato fue apagado con velocidad para que la fiesta acabase finalmente con los jugadores cantando el himno blanco y, claro, con Raúl toreando, que es lo suyo.

Por otra parte, en dos días, Florentino Pérez y Jorde Valdano se reunirán para planear el futuro de la plantilla y concretar las altas y bajas.

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