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Dámaso Santos Amestoy: Gran poeta y crítico de arte

Dámaso Santos Amestoy: Gran poeta y crítico de arte

«Campos celestes» se titula el primer poemario de Dámaso Santos Amestoy, aparecido en 1981 en Hiperión. El libro se cierra así: «Lugar sin nada. ¡Campos celestes! / Campos de nubes a lo lejos pasan». Por ese pintor de una Castilla aérea que es mi tocayo Juan Manuel Fernández Pera, me entero de que, el pasado día 5, falleció repentinamente Santos Amestoy, como firmaba para distinguirse de Dámaso Santos (1918-2000), su padre, al que ayudaba en la aventura del Sábado Literario del diario Pueblo, suplemento excelente, plural, que de repente se abrió para los que entonces éramos «los nuevos».

La triste noticia me retrotrae a los días en que apareció «Campos celestes», días de tantas ilusiones compartidas. Al desaparecido Quico Rivas, a Andrés Trapiello y a quien firma estas líneas, Santos Amestoy se nos apareció un poco milagrosamente -nos acabábamos de quedar sin tribuna- como una suerte de hermano mayor, que con la complicidad de su padre hizo causa común con nosotros en algunas batallas epocales, brindándonos aquel espacio donde apoyar a Alcolea o a Guerrero o a Broto, donde homenajear a María Zambrano o a García Gómez, donde escribir sobre Juan Ramón Jiménez o sobre Giménez Caballero.

Tras el cierre de Pueblo, Santos Amestoy fue el jefe de prensa del Prado. Estuvimos juntos en la breve aventura de Cyan. En 1996 comisarió la memorable colectiva Líricos de fin de siglo, en el antiguo MEAC. Siguió publicando hermosos versos: en 1999, Agua de mayo, y, dos años más tarde, Después del fin del mundo.

Santos Amestoy, nacido en la Soria de 1942, se sentía especialmente cercano al universo de Caneja, al que veía como un creador faulkneriano. Le entusiasmaban la escultura de Alberto, la prosa de Gaya Nuño, la pintura de Giralt, del citado Fernández Pera -que le hizo un gran retrato melancólico-, del argentino Rómulo Macció. De los más jóvenes, le interesaban José Bellosillo, Chema Peralta, Javier Victorero, Miguel Galano...

Siempre recuerdo, allá por 1990, en un viaje a Japón en el cual también participaban Carmen Alborch y Enrique Andrés Ruiz, a Santos Amestoy, en una cena, explicándole a las geishas, se supone que interesadísimas, qué era el 98, y qué la «España como problema» de Laín. Hace no mucho, nos vimos en la estupenda biblioteca de su padre, cuya compra negociaba una institución castellano-leonesa. El duelo por el reciente fallecimiento de su madre y otras preocupaciones familiares y laborales no habían alterado la serenidad sustancial de nuestro amigo. Como fuera del tiempo, y muy crítico con la actual realidad política y cultural de España, mantenía viva su fe en la poesía, en la pintura, en el diálogo, en todo lo que hizo que en 1980, se nos acercara, con los brazos abiertos. «Campos de nubes a lo lejos pasan».

JUAN MANUEL BONET

DÁMASO SANTOS AMESTOY

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