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ABC Cultural

La Gran Bestia 666 Crowley y la V de Churchill

Maestro del ocultismo, poeta y escritor, alpinista, mago, profeta, fundador de sectas y consejero de numerosas personalidades del siglo XX, Aleister Crowley se bautizó a sí mismo como «La Gran Bestia 666», bajo el nefando número del Apocalipsis. Sin embargo, Crowley no fue exactamente un apóstol del mal, sino un anarquista esotérico que se inspiró en el lema de Rabelais: «Fay ce que vouldras (haz lo que quieras)», eso sí, dándole una vuelta de tuerca y convirtiéndolo en «Haz lo que Quieras será toda la ley». Como el monje de Gargantua, que fundó una abadía en Thelema, él hizo lo propio en Cefalú (Sicilia), donde enseñó y practicó su «doctrina thelemita», sustentada en un rotundo «No hay más Dios que el Hombre».

Pues bien, Crowley además se manifestó públicamente durante las dos grandes contiendas del siglo pasado. Cuenta su biógrafo John Symonds que La Gran Bestia residía en EE.UU. durante la Primera Guerra Mundial y que hizo propaganda en favor de las Potencias Centrales hasta que Norteamérica entró en combate. Sin embargo, durante la segunda se mostró partidario de Inglaterra antes de que los norteamericanos y los rusos le declarasen la guerra al Eje. Así, ya el 23 de septiembre de 1939 publicaba un encendido poema: «England, Stand Fast! (¡Inglaterra, levántate presto!)», poema que incorporaría a una posterior obra en verso titulada «Thumbs Up! (¡Pulgares arriba!)», en la que proponía su «marca de la Bestia» como el nuevo lábaro de Constantino.

La propuesta era aberrante pues esa «marca» mostraba el pene y los testículos sobre una estrella de 7 puntas bajo la cual había impreso el 666. Todo el emblema estaba rodeado por un círculo y subrayado por el constantiniano In hoc signo vinces. Eso no podía prosperar.

Sin embargo, Symmonds refiere que «sería Crowley y no Víctor de Lavaleye, uno de los miembros del gobierno belga en el exilio, quien «inventase» la V de la victoria que se forma con los dedos índice y medio de la mano». Bien es verdad que Lavelaye propuso que la V sustituyese a las siglas de la RAF en las pintadas contra la invasión nazi en el continente.

Y es que Crowley no sólo escogió 5 uves como nombre mágico al alcanzar el grado de Magister Templi sino que, además, insertó una posdata en otra versión de «Thumbs Up!» que rezaba: «Ha sido anunciado para el 7 de septiembre el Cuarto Día de Oración Nacional. Confío en que la publicación del Himno de la página 9 y la Invocación mediante el signo V de Apofis y Tifón consigan conjurar las calamidades que este postrer borborigmo del «estruendoso final» del culto caduco pueda acarrearnos».

No es ésta la única historia que vincula a Crowley en la lucha contra el III Reich. Según Peter Levenda, que ha historiado el ocultismo y la II Guerra Mundial, el novelista y agente británico Ian Fleming -creador de James Bond- habría involucrado al maestro ocultista en una trama para resucitar la vieja secta Link, que supuestamente tenía influencia para lograr que el gobierno pactara con Alemania. Era un señuelo para engañar a los nazis, cuya doctrina y muchos de sus jerarcas eran ocultistas. También Fleming habría pedido permiso para que Crowley interrogara a Rudolph Hess después de que éste aterrizara en Escocia (la fecha de tan estúpido vuelo le había sido aconsejada por su astrólogo Ernest Schulte) con el vano sueño de firmar la paz con Inglaterra por separado.

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