Doce segundos que cambiaron el mundoDoce segundos que cambiaron el mundo
En una máquina más pesada que el aire, estos mecánicos de bicicletas lograron el 17 de diciembre de 1903 una hazaña que marcó el nacimiento de la aviaciónEn una máquina más pesada que el aire, estos mecánicos de bicicletas lograron el 17 de diciembre de 1903 una hazaña que marcó el nacimiento de la aviación
MADRID. Durante sólo doce segundos, sobre las dunas de una colina cercana a Kitty Hawk (Carolina del Norte), la fuerza de la gravedad fue doblegada el 17 de diciembre de 1903 por un aeroplano hecho con maderas, trapos y alambres y propulsado por un liviano motor de gasolina de fabricación casera. Sus creadores,dos mecánicos de bicicletas llamados Wilbur y Orville Wright, cumplieron el sueño de Ícaro al culminar, en una máquina más pesada que el aire, el primer vuelo a motor de la historia. Con ese hito centenario nacía la aviación. La conquista del aire quedó expedita y el mundo se convirtió, poco después, en un lugar mucho más pequeño. Hoy, decenas de miles de vuelos surcan los cielos cada día, el ser humano se ha paseado por la Luna y naves de Rusia y Estados Unidos transportan astronautas a la estación internacional ensamblada a 400 kilómetros de la Tierra.
Los orígenes más remotos de la aviación son casi tan antiguos como la propia Humanidad, aunque fue a finales del siglo XV cuando el renancentista Leonardo DaVinci empieza a explorar diversas posibilidades para volar como los pájaros. Los historiadores, sin embargo, sitúan el punto de inflexión en las primeras experiencias con dispositivos de alas fijas, acometidas por Sir George Cayley, que en 1853 hizo montar a su cochero en un planeador y lo lanzó por una ladera. Otros pioneros siguieron esa senda, pero fueron los vuelos experimentales de Otto Lilienthal y los estudios teóricos del ingeniero Octave Chanute las mayores influencias en los hermanos Wright.
Una cometa controlada con hilos
Cuentan las crónicas que fue el padre de Wilbur y Orville quien despertó en sus hijos esa inquietud por el vuelo, al regalarles un sencillo juguete que ascendía con una hélice accionada por gomas. Años después, ambos hermanos se convirtieron en propietarios de una planta de fabricación y reparación de bicicletas en Dayton (Ohio). Al terminar la jornada de trabajo, dedicaron muchas noches a aplicar sus habilidades mecánicas y matemáticas a los escritos teóricos de Otto Lilienthal. Ese ingeniero alemán había construido en 1891 una rudimentaria ala planeadora, controlada con el peso del cuerpo, que era lanzada desde la cima de una colina próxima a Berlín. Ocho años después, en 1889, los dos hermanos decidieron trasladar todos sus conocimientos del papel al taller. La primera tarea emprendida fue la construcción de una cometa biplano que manejaban con hilos. A la postre, ese rudimentario dispositivo resultó decisivo porque puso a prueba la torsión de las alas como método para controlar la altitud y direccción del primer aeroplano. Completado posteriormente con un timón, ese principio fue una de las claves del éxito porque garantizó la posibilidad de realizar virajes sin perder estabilidad.
El segundo reto fue crear un planeador con capacidad para soportar el peso de un hombre. Tras probar diferentes materiales, Wilbur y Orville realizaron una prueba en el verano de 1899 que aportó resultados limitados, aunque facilitó los siguientes trabajos de diseño. Fue entonces cuando asumieron que necesitaban un emplazamiento más adecuado que Dayton para seguir con su empresa. Tras explorar varios lugares de California, Georgia y Carolina del Sur optaron por Kitty Hawk (Carolina del Norte), zona que reunía los requisitos adecuados: espacios abiertos y vientos constantes.
Un planeador de madera de pino
En octubre de 1900, los hermanos Wright clavaron su tienda de campaña en Kitty Hawk y empezaron a realizar pruebas con su primer planeador, que tenía alas de cinco metros de envergadura. En los primeros vuelos, Wilbur comprobó que la posición más adecuada para el piloto era boca abajo. A finales de mes volvieron razonablemente satisfechos a Dayton para trabajar en el diseño de un segundo planeador. El cambio más significativo fue un sensible aumento del tamaño de las alas. Con ese prototipo acometieron en julio de 1901 la segunda campaña de pruebas. Pero la cosa no iba bien. El primer día, el planeador sólo logró elevarse al noveno intento y perdía rápidamente velocidad a 9 metros del suelo. Octave Chanute se personó en Kitty Hawk y dio algunos consejos a los hermanos Wright para hacer frente a las diversas dificultades observadas en los más de 700 vuelos que realizaron esa temporada. Entre septiembre de 1901 y agosto de 1902, Wilbur y Orville se concentraron en el análisis de los puntos débiles del diseño, fundamentalmente la precisión de los cálculos de Lilienthal en los cuales habían basado su trabajo.
La recta final hacia la gloria
Finalmente optaron por abordar el problema con sus propios datos. Construyeron un túnel de viento donde analizaron pequeños modelos metálicos de secciones del ala. Wilbur y Orville constataron muy pronto que el éxito de su empeño dependía de muchas variables, no sólo de la forma de las alas sino también de la resistencia de los materiales y del diseño del timón. Con una versión mejorada de su planeador volvieron a Kitty Hawk en septiembre de 1902. El avance ya fue vertiginoso. Habían aprendido, por fin, a manejar y controlar su planeador en el aire.
Los sucesivos progresos impresionaron a Octave Chanute y a militares de varios países, que comenzaron a interesarse por los planeadores de los hermanos Wright. Había llegado el momento de incorporar un motor. Los disponibles entonces eran demasiado pesados y decidieron fabricar uno de diseño propio. Fue uno de sus empleados en la fábrica de bicicletas, Charles Tayloy, quien creó un motor de 12 caballos de potencia. A mediados de 1903, una vez hechos los ajustes necesarios en el biplano y en el motor, la última y más ambiciosa versión del «Flyer» estaba preparada para despegar en Kitty Hawk. Llegó al lugar de las pruebas en octubre, donde fue montado en un mes. Paralelamente, Willbur y Orville construyeron un pequeño monorrail de madera desde donde despegaría el biplano, montado sobre un carrito con ruedas. Tras resolver algunos problemas en el motor y la hélice, tuvieron todo listo para intentar el primer vuelo a motor el 14 de diciembre de 1903. Aunque el viento no era el adecuado, Wilbur y Orville Wright estaban decididos a seguir adelante y se jugaron, a cara o cruz, quien pilotaría el «Flyer». La suerte se alió con Wilbur, pero la tentativa resultó fallida.
A los tres días
Tres días después, el 17 de diciembre, volvieron a intentarlo. Tras una carrera por la pista de despegue, el biplano de madera y telas logró ascender con Orvile. En doce segundos recorrió 36,48 metros. «Fue la primera vez en la historia que una máquina transportando a un hombre se elevó en el aire por su propia propulsión, voló sin reducir su velocidad y finalmente aterrizó en un punto tan elevado como desde donde partió», proclamó Orville Wright. El resto ya es historia.
Cien años después, los historiadores coinciden en que lo importante no fue tanto lo que hicieron los hermanos Wright, sino todas aquellas transformaciones sociales originadas por su pionero vuelo. «El aeroplano fue el invento del siglo XX», afirma Tom Crouch, del Museo Nacional del Aire y del Espacio de Washington. Es una opinión generalizada.
Otros hitos históricos del siglo pasado destacados por las encuestas, como el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, el ataque de Pearl Harbour o el aterrizaje en la Luna, no habrían podido realizarse sin el invento de los hermanos Wright. Volar en avión ya no es empresa arriesgada o al alcance de unos pocos. En Estados Unidos, las últimas estadísticas reflejan que el 80% de los mayores de 16 años ha viajado en avión alguna vez en su vida. Ya no hay grandes distancias, ni físicas ni culturales, en una planeta que cambió velozmente a raíz de un histórico vuelo de sólo 12 segundos.
MADRID. Durante doce segundos, sobre las dunas de una colina cercana a Kitty Hawk (Carolina del Norte), la fuerza de la gravedad fue doblegada el 17 de diciembre de 1903 por un aeroplano hecho con maderas, trapos y alambres y propulsado por un liviano motor de gasolina de fabricación casera. Sus creadores,dos mecánicos de bicicletas llamados Wilbur y Orville Wright, cumplieron el sueño de Ícaro al culminar, en una máquina más pesada que el aire, el primer vuelo a motor de la historia. Con ese hito centenario nacía la aviación. La conquista del aire quedó expedita y el mundo se convirtió, poco después, en un lugar mucho más pequeño. Hoy, decenas de miles de vuelos surcan los cielos cada día, el ser humano se ha paseado por la Luna y naves de Rusia y Estados Unidos transportan astronautas a la estación internacional ensamblada a 400 kilómetros de la Tierra.
Los orígenes más remotos de la aviación son casi tan antiguos como la propia Humanidad, aunque fue a finales del siglo XV cuando el renancentista Leonardo DaVinci empieza a explorar diversas posibilidades para volar como los pájaros. Los historiadores, sin embargo, sitúan el punto de inflexión en las primeras experiencias con dispositivos de alas fijas, acometidas por Sir George Cayley, que en 1853 hizo montar a su cochero en un planeador y lo lanzó por una ladera. Otros pioneros siguieron esa senda, pero fueron los vuelos experimentales de Otto Lilienthal y los estudios teóricos del ingeniero Octave Chanute las mayores influencias en los hermanos Wright.
Una cometa controlada con hilos
Cuentan las crónicas que fue el padre de Wilbur y Orville quien despertó en sus hijos esa inquietud por el vuelo, al regalarles un sencillo juguete que ascendía con una hélice accionada por gomas. Años después, ambos hermanos se convirtieron en propietarios de una planta de fabricación y reparación de bicicletas en Dayton (Ohio). Al terminar la jornada de trabajo, dedicaron muchas noches a aplicar sus habilidades mecánicas y matemáticas a los escritos teóricos de Otto Lilienthal. Ese ingeniero alemán había construido en 1891 una rudimentaria ala planeadora, controlada con el peso del cuerpo, que era lanzada desde la cima de una colina próxima a Berlín. Ocho años después, en 1889, los dos hermanos decidieron trasladar todos sus conocimientos del papel al taller. La primera tarea emprendida fue la construcción de una cometa biplano que manejaban con hilos. A la postre, ese rudimentario dispositivo resultó decisivo porque puso a prueba la torsión de las alas como método para controlar la altitud y direccción del primer aeroplano. Completado posteriormente con un timón, ese principio fue una de las claves del éxito porque garantizó la posibilidad de realizar virajes sin perder estabilidad.
El segundo reto fue crear un planeador con capacidad para soportar el peso de un hombre. Tras probar diferentes materiales, Wilbur y Orville realizaron una prueba en el verano de 1899 que aportó resultados limitados, aunque facilitó los siguientes trabajos de diseño. Fue entonces cuando asumieron que necesitaban un emplazamiento más adecuado que Dayton para seguir con su empresa. Tras explorar varios lugares de California, Georgia y Carolina del Sur optaron por Kitty Hawk (Carolina del Norte), zona que reunía los requisitos adecuados: espacios abiertos y vientos constantes.
Un planeador de madera de pino
En octubre de 1900, los hermanos Wright clavaron su tienda de campaña en Kitty Hawk y empezaron a realizar pruebas con su primer planeador, que tenía alas de cinco metros de envergadura. En los primeros vuelos, Wilbur comprobó que la posición más adecuada para el piloto era boca abajo. A finales de mes volvieron razonablemente satisfechos a Dayton para trabajar en el diseño de un segundo planeador. El cambio más significativo fue un sensible aumento del tamaño de las alas. Con ese prototipo acometieron en julio de 1901 la segunda campaña de pruebas. Pero la cosa no iba bien. El primer día, el planeador sólo logró elevarse al noveno intento y perdía rápidamente velocidad a 9 metros del suelo. Octave Chanute se personó en Kitty Hawk y dio algunos consejos a los hermanos Wright para hacer frente a las diversas dificultades observadas en los más de 700 vuelos que realizaron esa temporada. Entre septiembre de 1901 y agosto de 1902, Wilbur y Orville se concentraron en el análisis de los puntos débiles del diseño, fundamentalmente la precisión de los cálculos de Lilienthal en los cuales habían basado su trabajo.
La recta final hacia la gloria
Finalmente optaron por abordar el problema con sus propios datos. Construyeron un túnel de viento donde analizaron pequeños modelos metálicos de secciones del ala. Wilbur y Orville constataron muy pronto que el éxito de su empeño dependía de muchas variables, no sólo de la forma de las alas sino también de la resistencia de los materiales y del diseño del timón. Con una versión mejorada de su planeador volvieron a Kitty Hawk en septiembre de 1902. El avance ya fue vertiginoso. Habían aprendido por fin a manejar y controlar su planeador en el aire. Los progresos impresionaron a Octave Chanute y a militares de varios países, que comenzaron a interesarse por los planeadores de los hermanos Wright.
Había llegado el momento de incorporar un motor. Los disponibles entonces eran demasiado pesados y decidieron fabricar uno de diseño propio. Fue uno de sus empleados en la fábrica de bicicletas, Charles Tayloy, quien creó un motor de 12 caballos de potencia.
A mediados de 1903, una vez hechos los ajustes necesarios en el biplano y en el motor, la última y más ambiciosa versión del «Flyer» estaba preparada para despegar en Kitty Hawk. Llegó al lugar de las pruebas en octubre, donde fue montado en un mes. Paralelamente, Willbur y Orville construyeron un pequeño monorrail de madera desde donde despegaría el biplano, montado sobre un carrito con ruedas. Tras resolver algunos problemas en el motor y la hélice, tuvieron todo listo para intentar el primer vuelo a motor el 14 de diciembre de 1903. Aunque el viento no era el adecuado, Wilbur y Orville Wright estaban decididos a seguir adelante y se jugaron, a cara o cruz, quien pilotaría el «Flyer». La suerte se alió con Wilbur, pero la tentativa resultó fallida.
A los tres días
Tres días después, el 17 de diciembre, volvieron a intentarlo. Tras una carrera por la pista de despegue, el biplano de madera y telas logró ascender con Orvile. En doce segundos recorrió 36,48 metros. «Fue la primera vez en la historia que una máquina transportando a un hombre se elevó en el aire por su propia propulsión, voló sin reducir su velocidad y finalmente aterrizó en un punto tan elevado como desde donde partió», proclamó Orville Wright. El resto ya es historia.
Cien años después, los historiadores coinciden en que lo imporante no fue tanto lo que hicieron los hermanos Wright, sino todas aquellas transformaciones sociales originadas por su pionero vuelo.
«El aeroplano fue el invento del siglo XX», afirma Tom Crouch, del Museo Nacional del Aire y del Espacio de Washington. Es una opinión generalizada. Otros hitos históricos del siglo pasado destacados por las encuestas, como el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, el ataque de Pearl Harbor o el aterrizaje en la Luna, no habrían podido realizarse sin el invento de los hermanos Wright. Volar en avión ya no es empresa arriesgada o al alcance de unos pocos. En Estados Unidos, las últimas estadísticas reflejan que el 80% de los mayores de 16 años ha viajado en avión alguna vez en su vida. Ya no hay grandes distancias, ni físicas ni culturales, en una planeta que cambió velozmente a raíz de un histórico vuelo de sólo 12 segundos.
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