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La mejor faena de Armillita Chico

«...Fue la del 24 de septiembre de 1935. Toreó con Marcial Lalanda, Manolo Bienvenida y Victoriano de la Serna y se lidiaron ocho toros de Atanasio Fernández. «Clavelito» se llamaba el que había de proporcionarle a Armillita Chico el mayor éxito de su vida...»

Fermín Espinosa «Armillita Chico» el día de su reaparición en Barcelona en 1945 con el autor de esta semblanza

TEXTO: ANTONIO SANTAINÉS CIRÉS. FOTO: ARCHIVO SANTAINÉS

BARCELONA. Recordarán mis queridos lectores que el pasado año les hablé de Luis Miguel Dominguín y les decía que en la corrida del 15 de abril de 1945 alternó en Barcelona con Armillita Chico y Pepín Martín Vázquez y que Gonsanhi, el maravilloso fotógrafo, me retrató con los tres espadas. Les conté como secreto, y supongo que así lo habrán guardado, que no quise la de Luis Miguel, que muchos años después me ofreció un vendedor de fotos antiguas en cuyo momento se produjo una irremediable claudicación.

De Pepín ya me había ocupado muchos años antes. O sea que empecé la casa por el tejado. Es cierto. Pero hoy trato, con mucho gusto a Fermín Espinosa y Saucedo «Armillita Chico» que aún le vi torear en nuestra ciudad en las tres últimas corridas que toreó aquí, la citada del 15 de abril y los días 3 y 6 de mayo. Con lo cual pude formarme un juicio sobre dicho torero. Torero de repertorio con el capote, fácil en banderillas, excelente muletero y estoqueador habilidoso, sus recursos para mandar en los toros y su portentosa intuición hicieron que se le considerara como el Joselito mexicano. Y, en realidad, quienes así lo vieron no cometían ningún error en proclamarlo.

Había nacido en Saltillo (México) el 3 de mayo de 1911 y torero su padre -aunque modesto- y toreros sus hermanos, empezó él como becerrista, continuó de novillero y tan fácil, valiente y desenvuelto se le veía que tantas virtudes le dieron muy pronto fama de diestro precoz.

Me he detenido un poco en seguirle sus primeros pasos en el toreo, más con aires de curiosidad que en busca desaforada para pergeñar una historia de dicho torero.

En esta búsqueda un tanto informal le encuentro el 3 de agosto de 1924 en un festival taurino en la plaza de El Toreo. Se lidian cuatro novillos de Santa Rosa para los banderilleros José López y Crescencio Torres y con dos toretes actúan los becerristas Fermín Espinosa Armillita y Alberto Vara «Varita».

Fermín Espinosa que acababa de cumplir 13 años tuvo una triunfal presentación. Su becerro, que fue de San Mateo, y que tuvo unas admirables condiciones, permitió a Fermín hacer lo que quiso con capote, banderillas y muleta. A pesar de los tres pinchazos se le otorgaron las orejas y el rabo. Por tratarse de un festival vistió Armillita de corto.

El jueves 25 de diciembre en El Toreo vistió por primera vez el traje de luces en calidad de becerrista, actuando con Alberto Vara «Varita». Se lidiaron cuatro becerros de Ajuluapán y Armillita fue muy aplaudido. Actúa con muchos aciertos el 19 de abril de 1925 en la plaza de Chapultepec alternando con la señorita torera Maria Soriano «Sorianita» y Alberto Vara «Varita» que lidian toretes de «El Lobo». Gran tarde para Fermín Espinosa «Armillita» que corta las orejas y el rabo.

Ya como novillero le localizo el 18 de julio de 1926 en El Toreo. Lidia reses de San Mateo con Edmundo Maldonado «Tato» y Julián Pastor. En su primero dio una vuelta al ruedo. Repite el día 25 y a un novillo de Coaxamalucan le corta una oreja tras una torerísima faena. Repite otra vez el 15 de agosto y realiza una colosal faena a un novillo de Matancillas. El premio, dos orejas y rabo. El 29 obtiene otro éxito clamoroso con el mismo premio y, en imparable marcha de éxitos el 12 de septiembre Fermín Espinosa «Armillita» gana la Oreja de Plata que estaba en disputa.

El 11 de septiembre de 1927 alternó en El Toreo con Francisco Gorraez y Julián Pastor, novillos de Matancillas y Armillita tuvo detalles tan excelentes que por segunda vez se llevó el trofeo en disputa, la Oreja de Plata. Una semana después, el día 18, estoqueó sólo Fermín Espinosa Armillita seis novillos, tres de Atenco y tres de San Diego de los Padres y lo hizo en menos de una hora y media. Tan magistral estuvo con el sexto, de nombre «Joselito», que cortó las orejas y el rabo y fue sacado en hombros de la plaza.

Con fecha 23 de octubre, en la segunda corrida, Antonio Posada, ante la presencia de José Ortiz, le dio la alternativa cediéndole el toro «Maromero» de San Diego de los Padres. Armillita Chico tenía dieciséis años y cinco meses. Una magistral y completa lidia al sexto, de nombre «Coludo», le permitió saborear las mieles del éxito, cortó las orejas y el rabo y salió de la plaza en hombros de la multitud.

Pero como aquí fuese nulo tal doctorado lo primero que hizo nada más llegar fue obtenerlo en Barcelona el 25 de marzo de 1928 de manos de su hermano Juan con el toro «Bailador» de Antonio Pérez, actuando de testigo Vicente Barrera. El 10 de mayo siguiente, en corrida extraordinaria hizo su presentación en Madrid para confirmar la alternativa de manos de Chicuelo. El otro espada era Gitanillo de Triana y el toro de la cesión se llamaba «Gaditano» y pertenecía a doña Carmen de Federico.

En Barcelona gozó de un sólido prestigio y llegó a torear en total 35 corridas, cantidad de festejos nada despreciable considerando el excelente plantel de toreros de aquella lejana época. Contabilizar sus triunfos y darles una valoración sería un trabajo prolijo. No obstante se considera y admite como la faena más destacada la del 24 de septiembre de 1935. En dicha corrida toreó con Marcial Lalanda, Manolo Bienvenida y Victoriano de la Serna que lidiaron ocho toros de Atanasio Fernández.

Lo que resultó con el sexto fue el momento culminante de la corrida. «Clavelito» se llamaba el toro que había de proporcionarle a Armillita Chico el mayor éxito de su vida. Clavó tres grandes pares de banderillas. Seguidamente brindó la muerte del toro al prestigioso señor Vasconcel, acompañado de su esposa y sobrinas, desarrollando una histórica faena con la muleta que el público no dejó de paladearla un momento. Y al rodar el toro tras una estocada en las agujas se produjo un indescriptible delirio. Se le concedieron las orejas y como el toro era rabón, quedó mutilado del todo, y una pata y en medio de una atronadora ovación dio dos vueltas al ruedo.

Llegó la temporada de 1936 y después de torear siete corridas en España, de ellas tres en Barcelona, el 29 de marzo, 12 y 13 de abril, esta última con Marcial Lalanda y Rafaelillo, se produjo el conflicto que anuló el intercambio con los toreros mexicanos. Armillita Chico volvió a México y allí fue figura máxima. Le pregunté una vez a Marcial Lalanda si le conoció bien y me contesto: «Sí, hombre. Éramos íntimos amigos. Estupenda gente. Era un indio. Bueno como casi todos los indios. Gente muy noble».

Tenía razón. Le conocí aquel lejano 15 de abril de 1945. Era una persona encantadora. Recuerdo que le hice una entrevista en unos estudios de la calle Pelayo. Hace años se me extravió entre mis propios libros y grabaciones. Pero conservo la foto hecha por el inolvidable Gonsanhi. En la corrida del 3 de mayo alternó con Vicente Barrera, Silverio Pérez y Luis Miguel Dominguín, y en la del 6, con Silverio Pérez, Paquito Casado y Dominguín. Pero aquella faena al toro «Clavelito» se expandió por todo el universo. Aun la recuerdan los que la saborearon.

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