Pintor y grabador
El pasado 25 de octubre falleció, en su Madrid natal, y a los ochenta y siete años, el pintor y grabador Antonio Lorenzo, destacado miembro de la generación del cincuenta o generación abstracta
El pasado 25 de octubre falleció, en su Madrid natal, y a los ochenta y siete años, el pintor y grabador Antonio Lorenzo, destacado miembro de la generación del cincuenta o generación abstracta, dentro de la cual perteneció al núcleo llamado conquense, y no sólo por haber sido de los primeros creadores en tener casa en la vieja ciudad castellana, sino también por haber intervenido en la definición de esa obra maestra que es el Museo de Arte Abstracto Español, la gran iniciativa de Fernando Zóbel. Sobre este colega y amigo en 1963 Antonio Lorenzo había publicado un libro, inteligentemente escrito, algo a lo que el de Manila correspondería seis años después, cuando prologó el catálogo de una individual neoyorquina del madrileño, Machines for the Imagination, representativa de una cierta dimensión visionaria de su pintura, dimensión que reencontramos en algunos de sus relieves tardíos, por ejemplo de los que en 1987 expuso en Soledad Lorenzo.
Fue en la pinacoteca conquense, precisamente, donde todos descubrimos a Antonio Lorenzo. En su Sala Negra brillaba fosforescente su paisaje abstracto. Además de por cuadros como ese, Antonio Lorenzo, formado en San Fernando, perteneciente al núcleo en torno a la Librería-Galería Fernando Fe, y presente durante los sesenta en varias ediciones de la Bienal de Venecia, ha de ser recordado como un grabador de gran talento, especialmente en sus planchas en color. Decisivo fue, además, en los setenta, su papel al frente del taller de Grupo Quince, donde tantos se iniciaron en la práctica de la gráfica.
Juan MANUEL BONET
ANTONIO LORENZO
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