Rigor científico y ética
Cualquier experimentación que afecte a la vida humana, desde sus inicios o en su desarrollo, demanda prudencia, aplicación tanto del rigor científico como criterios éticos exigentes. Iniciativas internacionales -como el Convenio sobre la Biomedicina y los Derechos del Hombre, de Oviedo- mantienen que la creación de embriones humanos in vitro se destine a procreación, no a experimentación. Naciones Unidas discute la forma de prevenir la clonación humana reproductiva -por ser atentado importante contra los derechos de la persona- mientras que analiza, sin acuerdo hasta ahora, en qué medida experimentos como estos pueden acabarse ampliando para crear seres humanos clónicos.
Aunque publicado por la revista Science, el experimento de Corea suscita interrogantes. Generan blastocistos (embriones tempranos) humanos clónicos con una eficiencia aparentemente mucho mayor que la registrada en otros mamíferos. Muchas de las preguntas que se pretendían contestar con esta investigación podían abordarse con células de animales. Una buena parte del conocimiento que se ha de desarrollar, para aplicar terapias celulares al tratamiento de enfermedades incurables, se puede obtener con células troncales embrionarias humanas, de las que se derivan de embriones creados para reproducción pero que no tienen otra alternativa que la destrucción. Al mismo tiempo, la capacidad regeneradora autóloga, de las células troncales del adulto, se materializa ya en iniciativas clínicas de tratamiento esperanzadoras. Como no puede valer cualquier cosa, urge el desarrollo de un marco internacional aceptable y éticamente exigente para lograr los beneficios de un progreso. De lo contrario, será el propio avance el que se resienta.
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