La Bella cambia de rostro
Después de más de un año de representaciones, Xenia Reguant cede el testigo del personaje protagonista de «La bella y la bestia». Su heredera en el papel será Julia Möller, una jovencísima actriz y cantante alemana que ha pasado más de media vida en España. A punto de subirse en marcha a este exitoso autobús, a Julia Möller le asoma la impaciencia por sus claros y vivísimos ojos. Nervios, los justos. Ilusión, toda. Desde el miércoles será la nueva Bella.
Fue Michael Kosarin, el responsable musical de las producciones teatrales de Disney, quien facilitó que Julia viniese a España. La actriz formaba parte de la compañía que representa en Berlín «El jorobado de Notre Dame», y ante el ofrecimiento de venir a Madrid no lo dudó. Viajó, cantó y venció. «Estaba enamorada del papel desde que vi la película de dibujos animados —asegura Julia—. Me encanta lo que está haciendo Disney en los últimos años, y había soñado con poder ponerle voz a alguno de sus personajes. Pero esto es todavía mejor».
Nacida en Dortmund, Julia Möller se estableció en España con seis años de edad, y ha vivido en nuestro país largas temporadas. Empezó sus estudios musicales en Altea, luego en el Institut del Teatre de Barcelona, y más tarde en la Escuela Memory, antes de regresar a Hamburgo, en cuya Stage School of Music, Dance & Drama se graduó. Su primera experiencia importante ha sido «El jorobado de Notre Dame», donde ha tenido oportunidad de interpretar a Esmeralda, la zíngara protagonista. «Es una producción algo menos coreografiada que “La bella y la bestia”, pero con la misma precisión escénica. Los personajes son diferentes. Esmeralda es más mujer, permite a la intérprete “desmelenarse” más».
Sobre el personaje que encarnará a partir del miércoles, tiene las ideas muy claras. «No es en absoluto una niña boba ni una princesita de cuento, sino una joven con mucho carácter y empuje, y por eso es capaz de resistir todo lo que resiste; hay, además, muchos aspectos en los que me siento identificada con ella, y musicalmente es un papel perfecto para mí. De hecho, siempre llevaba su canción en todas las audiciones que hacía».
No le agobia la sensación de subirse en marcha al tren. «Tiene sus ventajas, porque hay menos ensayos —bromea—... En realidad, los nervios son menores porque ya sabes que la obra es un éxito, pero cuando una persona, como es el caso de Xenia, ha estado tanto tiempo con una compañía, su ausencia deja un hueco artístico y personal difícil de llenar. Afortunadamente, el ambiente que he encontrado aquí ha sido extraordinario, muy abierto. Y la responsabilidad que implica un papel así te hace sentir importante».
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