Dahrendorf, un Príncipe de Asturias liberal
«Crisis, ¿qué crisis?», se preguntaba este sociólogo, a principios de los 80, conflicto en el que Ralf Dahrendorf sólo veía nuevas oportunidades para la sociedad postcapitalista. Politólogo, filósofo
«Crisis, ¿qué crisis?», se preguntaba este sociólogo, a principios de los 80, conflicto en el que Ralf Dahrendorf sólo veía nuevas oportunidades para la sociedad postcapitalista. Politólogo, filósofo y también político en ejercicio, descubrió en la crisis una oportunidad, en el hombre un ser sociológico con un rol, corrigió la estrechez del concepto de clase en Marx y por todo ello resultaba ayer galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
Su reivindicación de la libertad frente a los nuevos miedos, del europeísmo y la justicia lograda con el Estado del bienestar caracterizan los trabajos de uno de los fundadores de la teoría del conflicto, autor de «Homo sociologicus» (1973), «El nuevo liberalismo» (1982) y «El conflicto social moderno» (1994). Embajador hoy de la iniciativa por una Nueva Economía Social de Mercado, sus últimos libros en España han sido «En busca de un nuevo orden» y «De la caída del muro a la guerra de Irak» y, sobre los tiempos que corren, dice que el islamismo «no es totalitarismo sino un pesimismo cultural», advierte una «contra-ilustracion» y mantiene su confianza en la «capacidad americana de autotransformación, hasta de sus peores defectos».
Hamburgués de 78 años, hijo de la socialdemocracia alemana pero emparentado por vocación con Popper, Aron e Isaiah Berlin, se prendó de la libertad, de muchacho, en una cárcel de la Gestapo, y se volvió inglés de mayor «por sentido común». La reina de Inglaterra lo tituló incluso en 1993 y el autor de «Una política de la libertad en el S.XXI» eligió el de barón de Clare Market, con humor y lealtad a la plaza en Westminster donde se encuentra la London School of Economics (LSE) y al estímulo de una sociedad abierta que él ve venir del humanismo de Erasmo.
Lord Dahrendorf había dirigido la LSE entre 1974 y 1984 y fue aún luego su gobernador, antes de asentarse definitivamente en Inglaterra y ser durante una década rector del St. Antony´s College de Oxford; ha tenido no obstante una cátedra en la universidad de Constanza, de la que fue fundador, y ha dirigido la Sociedad Alemana de Sociología.
Hoy se sienta en la Cámara de los Lores como independiente, pero antes lo había hecho en el Bundestag alemán por los liberales y fue secretario de Estado en el Ministerio de Exteriores, a comienzos de los 70, así como comisario en la Comisión Europea.
Debate con Popper y Adorno
Participó en el debate positivista entre Popper y Adorno y es célebre su debate al aire libre con el líder de la revuelta estudiantil, Rudi Dutschke, en vísperas del 68. Dahrendorf entonces alertó contra el peligro de romper abusivamente las ligaduras sociales edificadas a lo largo de la historia.
Como Gluckman y Rex en Reino Unido, y Coser y Collins en EE.UU., Dahrendorf es el representante alemán de la «Teoría del Conflicto», de origen paramarxista, y que considera que individuos y grupos batallan entre sí por ampliar su base y beneficios, lo que contribuye al afianzamiento de la élite, como así también, paradójicamente, al cambio social. Pero este germano-británico enmendó la plana a Marx, al contraponer su teoría del poder a la de clases y propiedad privada: el poderoso sería más el que dicta, que el que tiene. Los que obedecen órdenes y los parias de la tierra no siempre coinciden, especialmente en el resto de relaciones sociales que desbordan las contempladas por el materialismo dialéctico.
Lord Dahrendorf rehusa considerar «neoliberal» como un insulto y afirma que «encarar las cuestiones con cálculo frío y determinación», como se suele criticar, «es antes una ventaja que un defecto, es lo que todos desearían ante un problema», dejarse de palabras e ir a lo fundamental. Pero avisa que «todo juego, y así el mercado, requiere sus reglas y los nuevos fondos transnacionales necesitarán nuevas y propias».
Merkel le es grata
Ha creído en la canciller Angela Merkel antes que muchos, la consideraba «interiormente independiente y por tanto tan prometedora como imprevisible y esto me es grato», en una entrevista con «Die Welt» en Berlín. El autor con Furet y Geremek de «La democracia en Europa» cree que Francia, España y Alemania serían sociedades «fundamentalmente estatistas», a diferencia de Inglatera, EE.UU. «o incluso Italia» a las que mueve más el impulso individual.
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