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La CNMV, con Arenillas de vicepresidente, paró en 2005 la ofensiva de Hacienda contra las sicav

Corría la primavera de 2005 cuando los inspectores de Hacienda lanzaron una campaña sistemática de inspecciones a las sicav que se beneficiaban del régimen de fiscalidad reducida del 1% sobre los

JULIÁN DE DOMINGO Arenillas, en su toma de posesión, en octubre de 2004

Corría la primavera de 2005 cuando los inspectores de Hacienda lanzaron una campaña sistemática de inspecciones a las sicav que se beneficiaban del régimen de fiscalidad reducida del 1% sobre los beneficios.

Consideraban que la mayoría de ellas no cumplían los requisitos legales exigidos para acogerse a esta tributación especial, sobre todo en aquellas en las que el patrimonio de la sicav estaba controlado en pocas manos a pesar de cumplir con el requisito de los 100 partícipes como mínimo.

La reacción de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en la que Arenillas ya ocupaba la vicepresidencia, fue la de fulminante defensa de las sicav. Aunque quien desde la CNMV se batió públicamente en favor de las sicav fue su entonces presidente, Manuel Conthe, no deja de llamar la atención que en el seno de la comisión ejecutiva del supervisor bursátil se sentara en ese momento alguien con una sicav en funcionamiento y que nadie aludiera entonces a un posible conflicto de intereses.

Pero más sorprendente es que lo que pudo ser un caso puntual quedó perpetuado por la solución final de aquel conflicto. La CNMV ganó el pulso y rescató definitivamente a las sicav de las garras de Hacienda defendiendo que estas sociedades eran vehículos idóneos para la inversión de núcleos familiares e inversores individuales y que la única barrera que debía tenerse en cuenta para optar a la fiscalidad reducida era el requisito de tener 100 socios y 2,4 millones mínimos de capital.

En julio de 2005, el Congreso aprobó, con la única oposición de Izquierda Unida, dar rango legal a la decisión del Gobierno de que sea la CNMV la única instancia con poder para determinar si una sociedad de inversión colectiva reúne las condiciones para ser una sicav con fiscalidad reducida del 1%. Desde entonces, el creador y máximo accionista de Tagomago -sociedad en la que se ha rodeado de 103 «mariachis» para optar a la fiscalidad reducida- tiene influencia en la toma de decisiones sobre sicav por su condición de vicepresidente de la CNMV.

Pese al cambio normativo que significó la victoria de la CNMV, las actas levantadas siguieron su curso y terminaron en los tribunales. Las sentencias que se han ido produciendo han desestimado la pretensión de los inspectores, reforzando el papel de la CNMV respecto a estos vehículos de inversión. Hacienda basaba sus argumentos en que con la ley en vigor hasta finales de 2003, para poder tributar al 1%, las sicav deberían cumplir también requisitos como que ningún accionista tuviera más del 25% de la sociedad y que los minoritarios deberían tener en conjunto más de la mitad del patrimonio invertido, además del ya mencionado de superar el centenar de partícipes. Una mínima lectura de los registros oficiales lleva directamente a concluir que Tagomago, que no ha trascendido si fue una de las investigadas, nunca cumplió los requisitos que planteaban los inspectores. Las sicav, por su parte, defendían, y los tribunales les están dando la razón, que si tenían la autorización de la CNMV, podían acogerse a esa tributación.

La actual Tagomago fue creada en el mes de julio de 1999 por Carlos Arenillas, que suscribió 2,386 millones de euros de su capital, y el actual secretario de Estado de Economía, David Vegara, que aportó los 18.030 euros restantes que eran necesarios para cubrir el capital mínimo necesario para constituir una sicav, fijado en 2,404 millones de euros. El siguiente requisito legal, tener tres partícipes, se cubrió nombrando consejera de la sociedad a la actual ministra de Educación, Mercedes Cabrera, esposa de Arenillas.

La sicav se creó bajo el nombre de Ocejón y en todo momento fue controlada absolutamente por Arenillas, que a finales de 2004 tenía el 98,80% del capital. Su cambio de nombre por el actual de Tagomago se produce febrero de 2005, cuando contaba con 5,163 millones de euros de capital. Arenillas dejó de ser el presidente de Tagomago en diciembre de 2004, siendo ya vicepresidente de la CNMV, mientras que Vegara había abandonado cargos directivos en al sociedad en febrero de 2004, antes de las elecciones, junto a Mercedes Cabrera.

Fue precisamente a finales de 2004 cuando Tagomago dejó de ser una sicav convencional, coincidiendo con la salida de Arenillas de la presidencia y la del hijo de Mercedes Cabrera como consejero. A partir de ese momento pasó a ser una sociedad gestionada al margen de Arenillas, primero por Banif y después por Santander Investment, en la que quien adquiere protagonismo legal es Juan Muñoz Achirica, directivo de Intermoney, la sociedad de inversión en la que coincidieron Arenillas, Miguel Sebastián y David Vegara.

Según datos de la CNMV (no es posible acceder a través de su web a los registros correspondientes a su trayectoria como Ocejón), durante todo el año 2006, Tagomago ha contado con más de un centenar de socios.

Sin embargo, de sus estadísticas en el mercado de valores se desprende que es prácticamente inactiva, ya que ni siquiera tiene media diaria de títulos negociados en el último año.

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