Por el virtuosismo a la jondura
Según la tradición oral, el magistral guitarrista jerezano Currito el de La Jeroma (1900-1933), gitano de raza, fue el primero en interpretar al piano los estilos flamencos. Después surgieron otros pianistas que se acoplaron al género, pero el que alcanzó nombradía por su calidad, a partir de los años cincuenta, ha sido el inolvidable Arturo Pavón, sin olvidar a José Romero, igualmente desaparecido, y Felipe Campuzano.
Ahora el pianista flamenco en plenitud de fama, es David Peña Dorantes. Nieto de la cantaora La Perrata, hijo del guitarrista Pedro Peña y sobrino del cantaor El Lebrijano, David Peña Dorantes (Lebrija, 1969), viene tocando el piano desde niño. Estudió en el Real Conservatorio Superior de Música de Sevilla y debutó como concertista en 1996. Desde entonces su proyección artística ha sido sumamente significativa en los festivales y, desde luego, muy apreciada por la crítica en torno a su discografía, iniciada en 1998, con el título de «Orobroy».
Con su actuación en la Cumbre Flamenca en el Metro, ha dejado patente una vez más primordialmente su virtuosismo y su capacidad de compositor, partiendo de las raíces de los estilos, infundiéndole un tratamiento libérrimo, sin perder nunca de vista, digámoslo así, los sones originarios. Su repertorio, compuesto de los siguientes temas originales: «Atardecer», «Regazos», «El silencio del patriarca», «Danza de la sombra», «Barrio latino», «Orobroy» y «Semblanzas de un río», va engarzando desde los ritmos festeros a los asoleados una amalgama estilística tan intensa como brillante, que el público le aplaude cerradamente.
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