Suscríbete
Pásate a Premium

Mucho más que un talante

Antonio Chozas Bermúdez _ Ex subsecretario del M. de TrabajoHa muerto en Madrid Antonio Chozas Bermúdez. Candeledano de vocación y oficio, a puntito de cumplir 86 años y que desde hacía unos meses

Antonio Chozas Bermúdez _ Ex subsecretario del M. de Trabajo

Ha muerto en Madrid Antonio Chozas Bermúdez. Candeledano de vocación y oficio, a puntito de cumplir 86 años y que desde hacía unos meses venía ya despidiéndose. No sé yo ahora si muchos se acuerdan de él, si muchos saben quién fue Antonio Chozas y lo que él -y otros como él- significaron. Yo sí que lo sé y lo recuerdo y por eso, en estos momentos, me parece saludable compartir ese recuerdo.

Imagen de una generación que acabó la guerra con pantalón corto, correteó por descampados entreteniéndose en encontrar metralla y bombas sin explotar y que de buena fe creyó en la función social de la propiedad, en el compromiso del Estado a «ejercer una acción constante y eficaz en defensa del trabajador, su vida y su trabajo» y, por supuesto, en «proporcionar al trabajador la seguridad de su amparo en el infortunio». Iba naciendo una nueva generación, algunos de ellos socialmente comprometidos, católicos practicantes e intelectuales de mérito. Falangistas, claro que sí, y del Sindicato Vertical, por supuesto que también. Pues bien, entre ellos destacaba Antonio. Fue casi de todo en el I.N.P., en la Organización Sindical y en el Ministerio de Trabajo.

Yo, en la década de los 70, lo tuve de subsecretario de Trabajo; yo y otros compañeros de oficio y militancia antifranquista; gente estupenda: Pepe Griñán, Pepe Barrionuevo, Ciriaco de Vicente, Carlos Navarro, Segismundo Crespo... Qué casualidad que todos le recordemos con tanto cariño.

En mi caso particular no tardé mucho en enterarme de que era una buenísima persona. Andaba por entonces con menos de treinta años, trasteando con la oposición y, hay que reconocerlo, que con bastante miedo, básicamente porque nunca he sido muy valiente, pero también -y sírvame de disculpa- porque contaba a la sazón con cuatro tiernos hijos. Y en estas llegó la llamada del subsecretario de Trabajo. Dudo que puedan comprender lo que entonces significaba ser subsecretario de Trabajo, y lo inquietante que era para un joven rebelde entrar en su despacho. «Mira hijo -me dijo- es posible que te abran expediente y te expulsen de la Inspección de Trabajo». Mi estado entonces ya no era de inquietud, prevención o miedo, sino de absoluto pavor. «Pero quiero decirte una cosa -continuó- si te abren expediente, abierto está y yo no puedo hacer nada, pero si te echan del Cuerpo, te aseguro que al día siguiente te encuentro un trabajo en el que al menos ganarás el doble que ahora».

Ni me abrieron expediente ni olvidé ni olvidaré aquel consuelo, aquel acercamiento, aquel cariño. Quiero recordar que era la primera vez que veía al subsecretario. Y después fue pasando el tiempo y lo que perdimos en pasión lo ganamos en sabiduría. Y algunos fuimos poco a poco comprendiendo lo que Antonio Chozas y gente como él habían aportado a nuestro país. Mucho más que el talante, mucho más que la concepción de Estado, mucho más que la vocación social. Habían asistido en la sala de partos de la democracia. Habían contribuido al suicidio asistido del antiguo régimen. Parteros a regañadientes de un parto casi sin dolor.

Yo qué voy a decir, si básicamente lo que me pasaba es que le quería... Muerto está, y seguro que tranquilo y feliz. La vida cumplida y las deudas de su vida pagadas. Querido y muy querido, por su mujer, Mercedes, por sus hijos -un abrazo, Juan-, por sus nietos, por sus amigos. Encantado tiene que estar. Máxime un hombre como él cuya vida había sido una representación de la afirmación de Amos Oz «El fanatismo sólo se alivia con sentido del humor». ¡Ay! Triste señal de los tiempos cuando nos toca despedir a tanta gente querida.

Marcos PEÑA

Presidente del Consejo

Económico y Social de España (CES)

Adolf Branald

Adolf Branald, decano de los escritores checos y autor de numerosas obras adoradas por generaciones de sus compatriotas, ha fallecido a los 97 años. Su novela más leída, «Dedecek Automobil» («Abuelo automóvil»), que rinde homenaje a los pioneros de los coches europeos de principios del siglo XX, fue llevada al cine en 1957 en una coproducción checo-francesa. El jovencísimo Milos Forman fue asistente del director de ese filme. Entre otras obras apreciadas de Adolf Branald, nacido en 1910 en una familia de artistas de teatro, están «Visita médica», «Peluca de plata» y «Paseos de Praga». Branald terminó su último libro, «Comanditario», un día antes de cumplir 95 años.

ABC

Antonio Chozas Bermúdez

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación