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«Doctor, me gustan los niños»

«¿Le gustan los niños más de lo que usted desearía?» Estos días la pregunta llama la atención de los peatones en las grandes ciudades alemanas. Los carteles son parte de una campaña que incluye

«¿Le gustan los niños más de lo que usted desearía?» Estos días la pregunta llama la atención de los peatones en las grandes ciudades alemanas. Los carteles son parte de una campaña que incluye anuncios televisivos y con la que el Instituto de Medicina Sexual de la Clínica Universitaria de la Charité, en Berlín, quiere cubrir las 180 plazas que ofrece para probar la primera terapia del mundo destinada a adultos que se baten con sus propias apetencias sexuales porque el objeto de las mismas son niños.

Los interesados proceden de todas las capas sociales y grupos de edad. Según el último informe de situación del proyecto, destinado a todo el ámbito de habla germana, algunos hombres han viajado en tren nocturno desde Suiza y Austria para atender su cita de prueba en Berlín a la mañana siguiente. En muchos casos, el seguro médico ha aceptado pagarles el viaje.

La única del mundo

La clínica Universitaria de la Charité es la única del mundo donde se ofrece una terapia semejante, gratuita y anónima, y las aseguradoras han considerado que les resulta más barato asumir esos costes que los de la terapia a la que podrían tener que someterse los pedófilos si acaban cometiendo abusos y la Justicia se ocupa de ellos.

Otros interesados están dispuestos a alquilar una habitación en Berlín mientras dure la terapia, y los hay que han decidido mudarse a la capital alemana, según ese informe. «Eso pone de relieve la presión y el sufrimiento que padecen muchos de los afectados», señala.

El doctor Klaus Michael Beier, coordinador del proyecto, ha cerrado ya el examen de las solicitudes. La terapia empezará en enero y se prolongará durante un año. Los médicos enseñarán a los pedófilos que no son culpables de sus inclinaciones, pero sí responsables de su comportamiento sexual. La pedofilia no se «cura», pero se puede aprender a controlar los impulsos. Se trata de confrontar a los participantes con «situaciones de peligro» ante las que deben aprender a reaccionar y ponerse en el lugar de la víctima.

En determinados casos, los facultativos podrán recetar medicamentos para amortiguar el deseo sexual. «Por investigaciones y conversaciones sabemos que hay hombres con tendencias pedófilas que temen cometer delitos y buscan urgentemente ayuda terapéutica», explica el doctor Beier. Esa ayuda es muy difícil de encontrar porque faltan especialistas, y también porque los escrúpulos del afectado a la hora de consultar un problema semejante con su médico son grandes.

Además de ayudar a los afectados, el proyecto podría arrojar nueva luz sobre un fenómeno que tiene su lado más oscuro en las estadísticas policiales. Alrededor de 20.000 menores al año son víctimas de abusos sexuales en Alemania. Es la cifra oficial, pero Jerome Braun, de la asociación de protección del menor «Hänsel & Gretel», que respalda el proyecto de la Charité, cree que es sólo la punta del iceberg y calcula que son al menos 300.000.

Primera definición

La primera descripción de la pedofilia data del siglo XIX. Fue en 1896 cuando el psiquiatra vienés Richard von Krafft-Ebing la definió como una atracción sexual duradera que se dirige «principal o exclusivamente» a los niños. Más de un siglo después, en la comunidad científica no hay consenso sobre cuál es el trastorno que padecen los pedófilos, explica el profesor Karl Braun, catedrático de Etnología en la Universidad de Marburgo que ha estudiado la historia cultural de la sexualidad.

En los años ochenta, explica Braun, hubo un amplio debate social sobre el asunto en Europa que no logró romper el tabú a pesar de la amplitud de la discusión en países como Alemania, donde el partido político de Los Verdes llegó a presentar en un congreso en los años ochenta una propuesta que postulaba el «derecho a la pedofilia».

La proliferación de pornografía infantil y las redes de prostitución de menores han contribuido a convertir en tabú el problema. La pedagoga berlinesa Katharina Rutschky señala que, en las sociedades occidentales de nuestros días, el denominado pedófilo es «el último criminal sexual», de modo parecido a los homosexuales en el pasado.

Katharina Rutschky fue muy criticada en los años noventa por asociaciones de defensa del menor por la publicación de varios libros y artículos en los que denunciaba «el abuso de los abusos», es decir, la instrumentalización de la pedofilia por parte de uno de los cónyuges en procesos de separación y divorcio.

Rutschky «destapó» decenas de casos en los que los supuestos abusos nunca llegaron a tener lugar. Ese fenómeno, con el tiempo, se ha mitigado. El interés que suscita ahora la terapia de la Charité pone de manifiesto la preocupación de muchos hombres por mantener sus impulsos bajo control.

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