El Hospital Militar, recuerdo

BARCELONA llevó una parte de los heridos del 19 de julio del 36 al antiguo convento mercedario de la calle Tallers, que se transformó en hospital castrense con la desamortización del XIX. Por él pasaron los heridos repatriados de Ultramar, Cuba, Filipinas y las diversas campañas de África del XIX y el XX. Entre las numerosas destrucciones del 36-39 hubo tres construcciones derribadas por decisión del Consejo Municipal: la Cárcel de Mujeres de Reina Amalia, la Pasarela que iba desde la Barceloneta hasta la Exposición de 1888 y el Hospital Militar de Tallers.

Heridos y enfermos fueron trasladados al nuevo hospital construído en lo que entonces eran campos de Vallcarca y muchos se mezclaron con los que fueron llegando de la ofensiva final, cuando Barcelona ya había cambiado de manos. La reaparición de las tocas monjiles fue el recuerdo más vivo de los que pudieron vivir el cambio de poder. Para la chiquillería de la zona, introducirse en la red de alcantarillado del hospital era un deporte común que pervivió hasta los años 60 y 70. Otra cosa que llamaba la atención era un inmenso retrato a base de azulejos de él, que tambió dio nombre al equipamiento: «Hospital Militar del Generalísimo», en los 70 y 80 tuvimos ocasión de asistir a algún velatorio de guardias civiles muertos en acto de servicio.

En la última década se ha procedido a la lenta transformación en un Centro de la Seguridad Social, con desaparición de todo tipo de simbología, en primer lugar el famoso mural. Ha sido una lucha tan lenta como poco espectacular, algún funcionario ha defendido su plaza y residencia hasta el Supremo y el Constitucional. Ya se sabe, en España los cambios son horriblemente lentos y los estallidos de violencia horriblemente inútiles. Ni recuerdos... JUAN PEDRO YÁNIZ