La mujer fatal
EDURNE URIARTESÉGOLÈNE Royal no tiene nada de mujer fatal, como pretenden las

SÉGOLÈNE Royal no tiene nada de mujer fatal, como pretenden las periodistas Raphaëlle Bacqué y Ariane Chemin con su título La femme fatale. Pero no les reprocho ese truco publicitario destinado a que los lectores escojamos este análisis de la líder socialista y no cualquiera de las abundantes alternativas que ocupan las mesas de exposición de las librerías francesas. Más allá de la portada provocadora, en sus páginas descubrimos el inteligente y documentado retrato de una intensa, descarnada y fascinante ambición de poder. La desmedida ambición de una mujer.
Recomiendo el libro a todos aquellos que se hayan creído el absurdo mito de que las mujeres se relacionan de forma diferente con el poder. Que son menos ambiciosas. Que comparten, que integran, que se interesan por aquello que se puede hacer con el poder y no por el poder en sí mismo. Esa película de Disney fue realizada cuando las mujeres no se presentaban a las presidenciales y no había forma de contrastar el cuento de hadas. Ahora juegan en el mismo terreno, Hillary Clinton, Cristina Fernández, Ségol_ne Royal. Y con las mismas reglas de juego. Añaden un peluquero permanente, barra de labios y una chaqueta de color a la escenografía.
El resto es igual. O incluso más despiadado. Lo es en Royal, una política en la que la sed de poder ha arrasado todo vestigio de ideología. O incluso de ideas. ¿Las tenía? Sus compañeros de la cúpula del PS creen que no. Strauss-Kahn dijo de su candidatura que «haría mejor en quedarse en su casa, leyendo sus recetas de cocina». ¿Misoginia? El caso es que la opinión está ampliamente extendida. Entre los suyos. Su propia pareja, «casualmente» hasta 24 horas después de las legislativas en que anunciaron la ruptura, François Hollande, ironizó sobre el misticismo que invadió su campaña: «La economía no es un asunto de su predilección... la política extranjera, tampoco. Pero usted sabe bien que eso no tiene importancia, puesto que ella es capaz de caminar sobre las aguas».
Y entre los otros, por supuesto. Como un colaborador de Sarkozy que dijo de su campaña que era una campaña L´Oréal. Enseño la belleza de la sonrisa, pero en ningún caso el producto. Ese fue, sin embargo, lo sigue siendo, el gran acierto de Royal. Su olfato para la publicidad, la planificada venta de una imagen, el eficaz marketing elaborado bajo los consejos de su amiga Natalie Rastoin, directora general de la agencia de publicidad Ogilvy & Mather France.
Incluso sin la ayuda de las ideas ausentes, el inteligente marketing y el buen olfato populista de Royal podían haber sido suficientes, quizá, para vencer a Sarkozy, si no llega a ser por su otro problema: su desaforado odio por sus compañeros del aparato socialista. Sus dardos y sus desprecios contra Strauss-Kahn, contra Jospin, contra Fabius, han sido comparables al de las recetas de cocina. El problema es que ella no se los podía permitir. Ella los necesitaba para ganar. Pero Royal es un excelente ejemplo de los destrozos que una ambición y una soberbia desbordadas pueden hacer en política. Los baños de multitudes le hicieron creer que podía ganar ella sola. Sin su partido. Quizá sea cierto, al fin y al cabo, que no es muy inteligente.
Y, no obstante, es probable que consiga ser la candidata para 2012. Que su anunciada vuelta a fines de este mes vuelva a doblegar a sus abundantes enemigos internos. No sólo porque su principal rival, Strauss-Kahn, se va al FMI. También porque en Royal brillan con intensidad algunos de los ingredientes de los hombres y de las mujeres del poder. Su determinación de carácter, su fuerza, su férrea disciplina. La han sostenido en las ambiciones frustradas de su larga carrera política. En el desamor. En la derrota. El intenso sentido del objetivo, su autocontrol, acaban por fascinar a los lectores de La femme fatale. Hemos conocido su lado más despiadado. Y, sin embargo, al final del libro, también comenzamos a sentir que ella es capaz de caminar sobre las aguas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete