El melodrama moderado

CONCHA LINARES BECERRA
Me entero de la muerte de Concha Linares Becerra y, de repente, recuerdo las bellas y sabias palabras que, a propósito de la novela rosa, la dedicó Carmen Martín Gaite. A diferencia de la ironía plagada de cierta actitud posmoderna de que hicieron gala Guillermo Cabrera Infante y Mario Vargas Llosa a propósito de Corín Tellado, el gran fenómeno español del género, Martín Gaite rebosa cierta gratitud, amén de comprensión, hacia aquellas autoras que como Carmen de Icaza y las hermanas Linares Becerra, aquí se halla ya Concha, además de Luisa María, amén de Corín Tellado hicieron del género en la posguerra algo parecido a una revolución metida de matute en la incipiente cultura de masas. Todo estaba preparado para ello, la mujer como receptora en gran número de la literatura popular, unos tiempos difíciles de sobrellevar si no era con la condición de esa horas de ensueño dedicadas a la lectura donde la realidad se acomodaba al claroscuro del melodrama, sí, pero acompañado de la descripción gozosa de situaciones arcádicas no ya sólo inexistentes sino incluso fantasiosas.
De ahí esa característica de melodrama moderado que se encontraban en estas novelas de Carmen e Icaza o de Concha Linares Becerra, donde la protagonista de esas novelas no tenían por fuerza que ser jovencitas sino que algunas, ya, pintaban canas pero eran dueñas de su propio destino, aun fuera éste un destino marcado por las circunstancias, algo que Rafael Pérez y Pérez, su antecesor en el género, ni siquiera había previsto como posibilidad. Concha Linares Becerra ha muerto en edad avanzada, nació en 1910, y conoció el éxito hace tiempo, hace ya muchísimo tiempo, en unos años que muchos creen, siguiendo el ejemplo de la novela rosa actual, la serie de televisión, era en blanco y negro y la gente se comportaba con la falsa camaradería de estar en una ciudad de provincias decimonónica. Su novela, El matrimonio es asunto de dos, fue el mayor éxito editorial del año 1949 y fue llevada, claro está, al cine. Narración canónica del género, protagonista huérfana, de belleza comedida, que conoce a un chico de clase más elevada que ella, supuso una suerte de guía para las chicas de la época.
Pero no nos olvidemos de otros títulos, por ahí anda, pongamos por caso, Sanatorio de amor, de despiadado título y muchas más que siempre, siempre, fueron publicadas por editorial Juventud. Con ella se nos ha ido una representante de la cultura popular de unos años que, de verdad, no eran en blanco y negro, pero esto ahora es lo de menos.
JUAN ÁNGEL JURISTO
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