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Paula Martel, con la ilusión de una principiante

Llevaba catorce años retirada del teatro, un mundo donde ha pasado toda su vida. Y por eso, porque el teatro es su vida, no podía fallarle. Ella necesitaba de los escenarios, y los escenarios estaban ansiosos de su presencia. Es Paula Martel, una veterana actriz que, con el paso del tiempo, ha madurado en experiencia, aunque su regreso, hace unas semanas casi por sorpresa, la ha deparado las alegrías y los nervios de una principiante.

- ¿Por qué esta vuelta? ¿Es eso que llaman el veneno del teatro?

-Exactamente; con el teatro te quedas enganchada. Al principio me las daba de valiente, y en realidad he estado muy a gusto haciendo otras cosas. He trabajado para una firma francesa de moda, y la verdad es que me lo pasaba muy bien. Me han tentado en alguna ocasión al principio y decía que no, pero recientemente, y en vista de que mi compromiso con las tiendas de moda finalizaba, me picó el gusanillo de los escenarios: Cada vez la cosa se iba haciendo más fuerte y, como tengo una gran amistad con Arturo Fernández, le comenté esta decisión de volver al teatro, a lo que me animó, aunque yo pensaba tomarme unas merecidas vacaciones para amueblar como corresponde mi cabecita para los escenarios. Lo que no esperaba es que iba a recibir una llamada de Arturo tan pronto para trabajar con él en «Esmoquin», ¿Quieres empezar ya? -me dijo-. Fue un susto tremendo del que todavía no me he repuesto.

- ¿Como ha sido el recibimiento por parte del público?

- Todavía tengo temblores. Pero ha sido muy bonito y cómo me han recibido mis compañeros, cómo me han ayudado y cómo soy de feliz....

- Con Arturo Fernández ya había trabajado anteriormente. Recuerdo algunos montajes...

- Sí. Antes de este largo paréntesis había trabajado ocho años con él. Hicimos seis comedias seguidas. Fue una etapa de la que guardo un gran recuerdo. Él me salvo de aquella especie de pozo en el que me quedé hundida tras quedar viuda y fue el responsable de que saliera adelante y de todo lo bueno que me pasó. Ahora vuelto otra vez de su mano, otra vez al redil. Arturo es como el hermano que nunca tuve y que, siempre que me encuentro en una situación límite, aparece como mi tabla de salvación. Es como mi ángel de la guarda.

- ¿Que personaje interpreta en esta obra de Santiago Moncada?

- Es un personaje muy loco; más loco de los que he interpretado hasta ahora dentro de estas comedias de enredo. Ésta no es que sea un enredo, es un follón total lo que pasa, y estoy dentro del mismo; ¡la más locatis de todas!, con un personaje muy divertido y para mi nuevo. Es un reto. No es un papel grande, porque todos giramos alrededor de Arturo, pero es muy divertido de hacer. Me lo paso muy bien. Además estoy con nuevas ilusiones; quizás con más fuerza que cuando empezaba.

- Muchas obras en su historial profesional...

- ¡Te puedes imaginar! Fueron 27 años ininterrumpidos haciendo teatro -«Ninette y un señor de Murcia», «Milagro en Londres», entre otros muchos éxitos- y ahora, de repente, después de este paréntesis, otra vez. Ahora, te digo, que nunca he temblado como en esta primera representación que hice. Todavía me duran los temblores...

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