Divorcio a la italiana
En la programación del Festival Grec han destacado dos modalidades: la del país invitado, Italia, y los autores autóctonos.
Al teatro italiano le ha sentado mejor la tradición que el experimentalismo. En la tradición, el Piccolo de Milán, con su «Sueño de una noche de verano» y el Stabile del Veneto con sus historias de Casanova contadas por sus amantes. Nos gustó la representación peripatética de Luca de Fusco: en el Museo Picasso cinco mujeres desgranaron una filosofía de tocador que no recaía en el rencor feminista: un Casanova rescatado del morbo y redimido por el amor. Y si mentamos el morbo, lo pusieron dos dramaturgos, digamos, «trangresores». Romeo Castellucci mostró su admiración por Andy Warhol y «reconvirtió» la Comedia de Dante en un espectáculo efectista con hombres trepando arboledas, perros rabiosos y abusos sexuales de padres a hijos rematados con tremebundas reflexiones sobre la herencia familiar. El exhibicionismo se completó con el caótico Pippo Delbono de «La menzogna» («La mentira»). Pues eso, parece mentira que la dramaturgia italiana siga varada en el épater le bourgeois de los setenta. El confuso psicodrama delboniano mezclaba tipos fellinianos con la burguesía nazi-decadente que resucita lo peor de Pasolini, Cavani y Tinto Brass. Conclusión: hubo un «Divorcio a la italiana» entre defensores y detractores de Castellucci.
Del teatro autóctono, señalar la decepción ante las «Vagas noticias de Klamm», tragicomedia «de rabiosa actualidad» del veterano Sanchis Sinisterra y la reafirmación del zoológico Pau Miró y Jordi Casanovas con «Julia Smells», pieza sobre los desmanes de la fama, oportuna y pedagógica en estos tiempos de «triunfitos» y que confirma al autor de «La ruina». Destacar también la perseverancia de Joan Ollé, empeñado en adaptar novelas a la escena. Tras las frustraciones de «La plaça del Diamant» y «Soldados de Salamina» dio en el clavo con «El quadern gris», un Pla muy bien dicho por Joan Anguera, Ivan Benet y Montserrat Carulla. La misma -buena- suerte corrió «La ruta blava» de Sagarra en manos de Pablo Ley y Josep Galindo.
La decepción
Ha habido en el Grec fracasos anunciados como «La guerra dels fills de la llum contra els fills de les tenebres». La versión de Amos Gitai sobre «La guerra judía» de Flavio Josefa arribó de Avignon con las peores expectativas. Muchos de los que se apuntaron al montaje se dieron de baja. Y al final, hasta Jeanne Moreau se indispuso. Fue, en este caso, un divorcio de mutuo acuerdo.
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