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La lección de urbanismo continúa

Las actuaciones en el casco antiguo son singulares, porque no se hacen en ninguna parte. Consisten en urbanizar y poner aceras por las que nadie puede pasar a gusto

TEXTO: GUSTAVO A. MUÑOZ FOTO: A. MIRANDA

TALAVERA. Se sabe de antiguo que Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, ha aparecido en las revistas especializadas como ejemplo de lo que no hay que hacer en urbanismo. La historia continúa y el «prestigio» sigue creciendo. Lo último son las actuaciones municipales en la reurbanización de calles del casco antiguo, afectado por un plan especial anejo al Plan General de Ordenación Urbana.

Ha ocurrido en la Corredera del Cristo y anteriormente en la calle Cererías. Ahora pasará en la de los Úbeda. El Ayuntamiento se ha empeñado en poner bordillos altos, con aceras de imposible utilización por personas normales, mientras hablan, sin sonrojo, de «accesibilidad».

En la calle de Alfares, paseo de la Estación o la del Muelle, estas ya fuera del casco antiguo, también se vislumbra la «inteligencia» municipal en tratar de sacar plazas de estacionamiento a costa de la comodidad de los peatones para circular por calles que, o son actualmente comerciales (Alfares) o van a ser muy transitadas con la llegada del tren de alta velocidad (Estación y Muelle).

Ahora se realizan las esperadas, desde hace muchos años, obras de la calle de Los Úbedas y Fray Hernando, de mínima anchura en pleno segundo recinto amurallado. Y el Ayuntamiento empieza a aplicar el desaparecido Estudio Integral de Tráfico, aunque lo hace mal. Trata de sacar estacionamientos, aceras y carril de rodadura en una calle si ancho suficiente para ello. Y ejecuta unas imposibles isletas de protección y contra el mal estacionamiento en las esquinas de las calles.

El resultado no puede ser peor. Tres o cuatro estacionamientos, una acera inservible, obstáculos para discapacitados, personas de edad avanzada, carritos de niños, etcétera, y una calle, en pleno centro, intransitable para viandantes y vehículos. Efectivamente la acción es insuperable: no se puede hacer peor, en menos espacio y en tanto tiempo, porque la obra está prevista, como casi todas, desde hace varios años, de modo que se hace tarde y mal, de acuerdo con otra tradición local.

Este es, en cualquier caso, el mal menor, ya que una calle necesita mantenimientos en los que es susceptible la reforma. Mientras tanto se siguen permitiendo las actuaciones edificatorias que comenzaron a caracterizar Talavera en los años setenta, y se animan desde el Ayuntamiento consintiendo en el casco antiguo que se conserven las antiguas alineaciones, pero permitiendo edificar hasta cuatro alturas donde sólo existía una. El resultado son sucesivas «calles sin sol» en las que el único beneficiario es la especulación.

En Talavera, los concejales de urbanismo, en un alto porcentaje de los casos conocidos, pasan a montar un negocio relacionado con este ramo cuando abandonan las responsabilidades municipales, e incluso algunos ya las tienen aún cuando son concejales. Marbella no está tan lejos.

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