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Recibe clases en su casa porque le acosan en el colegio

Los padres de Izzan solicitan a la Xunta de Galicia que recoloque a su hijo en otro centro educativo

Recibe clases en su casa porque le acosan en el colegio miguel muñiz

lidia rey

«A principio de curso nuestro hijo se quejaba de que había un compañero de clase que le daba collejas, patadas y le insultaba». Así comienza a relatar Guillermo, padre de Izzan, el calvario que vive la familia Castro Prado desde hace unos meses. «Hablamos con su profesora en un primer momento y nos dijo que estuviéramos tranquilos, que eran más niños los que se quejaban, más padres, y que iban a tomar medidas. Luego apareció en escena otro niño más, que se juntó con este. Eran como los "matones" de la clase, y los dos iban contra mi hijo». Un vía crucis que, para Guillermo, ha sobrepasado los límites de la tolerancia.

El pasado mes de marzo, el menor, de once años, sufría una nueva agresión por parte de un compañero de clase. «Después de recibir un golpe fuerte en la entrepierna, mi hijo se cayó redondo en el colegio y nadie lo atendió, nadie se percató de que cayó al suelo. Mi hijo me contó que no era capaz de respirar por el golpe, que le costaba tomar aire, estuvo más de diez minutos en el suelo y nadie lo auxilió —reitera Guillermo—. De hecho, volvieron al aula, e Izzan por miedo a la represalia del niño no decía nada aunque tenía mucho dolor». Tanto que el menor pidió permiso para salir al baño. Fue cuando comprobó que tenía la ropa interior llena de sangre. Entonces, advirtió a la profesora de lo que le había pasado. Ella, a su vez, avisó a la directora que, primero, interrogó al niño. Quería saber lo ocurrido. Izzan contó que el mismo compañero de veces anteriores le había agredido.

Incredulidad de la dirección

La directora «no creyó esta versión» —apunta el padre del pequeño—, o quiso contrastarla. Así, empezó a investigar e interrogó a todos los compañeros del aula. No solo les cuestionó, sino que les recriminó, de alguna forma, por no haber dado la voz de alarma. «No lo hicieron porque tenían miedo a las represalias del otro niño y a los castigos de la profesora. Porque siempre que había algún conflicto en clase acaban perdiendo todos, los buenos y los malos», mantiene Guillermo. Por eso no se atrevieron a avisar de que Izzan estaba en el suelo retorciéndose de dolor. Finalmente, se pone en contacto con los padres del niño. Para Guillermo, el último paso que dio el centro debería haber sido el primero. «Yo creo que no tendrían que haber interrogado a nadie si no que tendrían que haber llamado a una ambulancia y ya se depurarían responsabilidades».

Era una de tantas y, sin embargo, no era una acometida cualquiera. Los insultos, las vejaciones, las humillaciones... Las patadas, los mordiscos y las contusiones formaban parte del día a día del menor. Pero el pasado 13 de marzo, un rodillazo en los testículos enviaba a Izzan a un centro médico, por urgencias. Era la tercera vez. La primera, acudía por una conmoción cerebral. La segunda, por la rotura de un diente. En todas esas ocasiones, el colegio Santa Cristina de Lavaderos definía los hechos, en el parte de lesiones, como un «golpe fortuito». Según Guillermo, «para cubrirse las espaldas». Pero en esta ocasión, con una fisura en el glande, el centro escolar habló de «agresión» en el documento que entregaron a los padres. Además, ante la gravedad de los hechos, tanto la profesora de 5º curso de Primaria como la directora del Santa Cristina aseguraron a Guillermo que el menor agresor sería expulsado del centro. Nada más lejos de la realidad.

Las patadas, mordiscos... formaban parte de la rutina del menor

«Agresión» y ¿expulsión?

Al día siguiente, a pesar de que Izzan caminaba con dificultad, debido al dolor, Guillermo llevó a su hijo al colegio, confiado, porque el menor ya no tendría que verse las caras con su compañero. A la salida, Izzan cuenta a sus padres que el niño que le agredió no estaba expulsado, que había ido al colegio y que se había reído de él en varias ocasiones. Se mofaba de cómo caminaba el agredido.

Guillermo, indignado, decidió hablar con la directora del centro, que le explica que el otro menor no fue expulsado porque «hacía dos días que un compañero había tirado a otro por las escaleras y que como ese niño no había sido expulsado no podían hacer lo propio con este, porque no podrían justificar esa diferencia de trato», relata el padre. Según contó a ABC una de las profesoras del Santa Cristina, «el centro, en su día, ya tomó las medidas oportunas».

El centro dice que tomó en su día las medidas oportunas

Las medidas adoptadas con el menor agresor, según ha podido saber este diario, fueron dos semanas sin actividades extraescolares y complementarias. Privado de recreo y sin excursiones. «Era una falta leve. Un castigo por una mala conducta», apuntan fuentes de la Consejería de Educación.

Cambio de centro

Ante tal situación, los padres de Izzan deciden tomar la justicia por su mano. Solicitan a Educación, por escrito, un cambio de centro. Además, el pequeño deja de asistir al colegio y, para no perder el ritmo del curso, contratan a una profesora particular que acude todas las tardes a su casa. Informan de todo ello a la Fiscalía de Menores. Además, presentan una denuncia contra el colegio Santa Cristina, «por la mala praxis y no darse cuenta de lo que le sucedía a mi hijo», y contra el departamento de Inspección de Educación, «por el desamparo en el que nos encontramos».

«A día de hoy, después de enviar toda esa documentación, no he recibido respuesta de nadie, ni por escrito, ni por teléfono. Yo me entero ahora, a través de la prensa, que Educación ha tomado la decisión de no permitir el cambio de centro al niño y de que el colegio me había denunciado a mi por injurias», dice Guillermo.

Según fuentes de la Xunta, «no se considera ni necesario ni adecuado cambiar al niño de colegio quedando mes y medio para finalizar el curso». Pero, como mantiene Guillermo, el caso está denunciado desde el 14 de marzo. «Si lo siguen demorando incluso ya no faltarán días para finalizar el curso. Y obviamente ya no lo cambiaremos, esto lo pedí en marzo, y seguimos esperando». Ahora, él y su mujer, temen que si pasa mucho tiempo, les retiren la custodia de Izzan, por absentismo escolar.

Los padres temen que le retiren la custodia de Izzan por absentismo escolar

Mañana, a las 11 horas, está convocada una concentración por una «Solución para Izzan ¡ya!» ante la delegación de la Xunta en Vigo.

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