¿Qué fue de Marianico el Corto?
El cómico Miguel Ángel Tirado triunfó en televisión a principios de los noventa con un personaje 100% aragonés

Iba para profesor y acabó enseñando a reír. De hecho, se graduó en Magisterio y fue profesor de gimnasia durante unos meses, hasta que la mili llamó a su puerta: «Me destinaron al antiguo Sáhara español. Mi novia estaba embarazada y como era un destino peligroso, me casé con ella por lo que pudiera pasar». A su regreso y con una boca que alimentar, dejó la enseñanza para ser comercial de electrodomésticos. De allí pasó a vigilante de seguridad, la dedicación que, sin saberlo, propiciaría que Miguel Ángel Tirado Vinués (Zaragoza, 1949) se convirtiera en Marianico el Corto. Un personaje que ahora resucita por los pueblos de toda España y que también sube al escenario en la obra «Días de vino y risas».
Todo comenzó una noche en la que se sentía «muy solo» mientras hacía su turno de vigilante. «Llamé a un programa de radio para que contaran unos chistes, pero siempre eran los mismos. Así que el locutor me dijo que me preparara unos cuantos, que en un rato me llamaba», cuenta. Aquello derivó en una colaboración diaria. Al poco tiempo empezó a actuar en bares: «Un manager contactó conmigo y llegó un momento en el que vivía más del humor que de mi trabajo, así que empecé a dedicarme a esto». Corría el año 1985 y en 1990 comezó «No te rías que es peor», el programa donde sacaría carcajadas a toda España. «Fueron cinco años saliendo en televisión todos los días», recuerda. Aunque la cosa no terminó ahí: «En 1996 trabajé con Raffaella Carrà, con la que grabé 33 programas».
En la segunda mitad de los 90, Miguel Ángel empezó a ver cómo su hueco en televisión empezaba a diluirse. «Fui como padrino al Grand Prix, estuve varias veces en ¿Qué apostamos? e iba mucho a las televisiones autonómicas de Murcia y Galicia», comenta mientras aclara que ya eran apariciones «puntuales». «Las telenovelas, los programas de cotilleo, el Gran Hermano... se han cargado el espacio para aquellos programas», sentencia. Eso, y la influencia norteamericana en la manera de hacer humor: «¿Qué es un monólogo? Pues lo que he hecho yo toda la vida, lo que pasa es que ahora solo nos gusta lo que viene de Estados Unidos. Me gustaría ver a un monologuista contando esas cosas en un pueblo donde tienes que enfrentarte a un público entre los 4 y los 90 años», espeta.
¿Exceso de estereotipos?
Hay quien le ha criticado a Marianico un exceso en la interpretación de los estereotipos aragoneses , aunque cree que se puede hacer un personaje así «con acento, pero sin gritar y diciendo las cosas para que todos te entiendan»; que es como él considera que trabaja sobre el escenario. Una cuestión sobre la que se detiene para recalar en aquellos «que tienen a menos decir que son aragoneses» si se hacen populares. «Yo soy baturro pero también lo eran los que defendieron Zaragoza de los franceses», dice sin dudar. Y es que él simpre ha tenido su base en la capital aragonesa, y eso marca el carácter.
A sus 65 años, Miguel Ángel Tirado goza de la «jubilación activa» y esta temporada ya se ha hecho «unas 50 galas»: «Salir en televisión me ha permitido mantener cierto caché que me da para vivir de lo que hago», afirma. Sin la idea de retirarse y con la espinita de no haber hecho cine , pide poder trabajar «cuatro o cinco años más». Después, lo tiene claro: «Venderé el piso en el que vivo, que es muy grande para mi mujer y para mí, y con lo que me den del plazo fijo más la jubilación, a vivir tranquilos». Lo dice antes de concluir la entrevista, de la que no quiere marcharse sin añadir que le encanta «el cariño de la gente» y previene con el dedo índice en alto: «Siempre hay que ser uno mismo». Ese dedo que Belén Esteban tanto levanta en la franja horaria en la que él antes hizo reír.
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