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Doña Elena hace «el indio» para una ONG

La hermana del Rey participó en una fiesta de disfraces en la que se rodó una película

Doña Elena hace «el indio» para una ONG gtres

beatriz cortázar

En su día el jinete Alfredo Fernández Durán fue uno de los nombres que más se relacionó -sentimentalmente hablando- con la Infanta Doña Elena cuando estaba soltera. Su noviazgo con el sevillano Luis Astolfi nunca se confirmó , tampoco la estrecha amistad que mantuvo con Fernández Durán. Lo que no impidió que en círculos ecuestres se diera por sentado que eran algo más que amigos. Doña Elena siempre se ha sentido feliz en el mundo de la hípica. De ahí que muchos pensaran que se decantaría por un jinete para crear su propia familia. La historia ha demostrado que no siempre lo que cree la mayoría se cumple. La primogénita de los Reyes se fijó en un soriano de figura alargada como las de El Greco, que vivía en París, donde trabajaba para un banco y que prefería ver caballos de lejos. Ya que Jaime de Marichalar es de todo menos un consumado deportista.

El amor hizo el resto y el desamor lo que todo el mundo sabe. Por eso, una vez divorciada, la Infanta recuperó su afición a montar y sus amigos de soltera con los que se ve muchos fines de semana en fincas particulares. Eso es lo que ocurrió hace dos semanas cuando acudió a la fiesta de cumpleaños del hijo de la esposa de Fernández Durán, Santiago de Llanza y Daurella, en la finca familiar. Hay que recordar que el jinete protagonizó una singular boda con Alicia, cuando ésta última obtuvo la nulidad de su primer matrimonio. La pareja quiso tener su ceremonia religiosa después de la civil. Para ello reunieron a sus amigos y familiares en una finca sevillana para celebrar por todo lo alto esta unión que iba a estar bendecida por la Iglesia. El problema llegó cuando el mismo día comprobaron que faltaba un papel y que tardaría días. Con todos los invitados engalanados y la novia llegando en coche de caballos no era plan anular. Durán cogió el micrófono y explicó la situación. Y animó a los invitados a celebrar esa boda a pesar de los impedimentos. Días más tarde el matrimonio pudo tener su Sacramento y de ahí que haya quedado todo en una anécdota que pocos olvidarán.

Volviendo a la fiesta de cumpleaños, la idea de los anfitriones fue muy original. Pidieron a todos los asistentes que se vistieran de indios o vaqueros para realizar una película ambientada en las caravanas que viajaban al Oeste en busca de su tierra. Lo que millones de veces hemos visto en las películas es lo que ese día se rodó, sólo que esta vez los actores eran los amigos de los Fernández Durán-Daurella, en un trabajo que luego se montará como una película y cuyo fin es venderla para recaudar beneficios y ayudar a una ONG.

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