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Álvaro de Marichalar «Mi esposa Katya no soporta la presión social»

El aventurero explica en exclusiva a ABC los motivos de su separación de la joven Ekatheryna

Álvaro de Marichalar «Mi esposa Katya no soporta la presión social» abc

víctor abril

Las últimas semanas están resultando dramáticas para Álvaro de Marichalar (52 años). Al fallecimiento de su madre , doña Concepción Sáez de Tejada el pasado 13 de marzo, tras sufrir un ictus días atrás, se ha sumado la separación de su esposa, Ekatheryna Anikieva (26 años) a los tres años y medio de su doble boda en Moscú, por el rito ortodoxo, y en España,en la iglesia de San Antonio de Padua. Nadie esperaba algo así , aunque sus caracteres son muy distintos. Él muy aventurero e inquieto y ella muy tranquila, soñando con la posibilidad de un cambio en la personalidad de Álvaro después de la boda, como ella misma me contó en su día, cosa que por supuesto no ha sucedido.

Pensó, con sus veintidós años en el momento en que hablamos por primera vez, que el matrimonio calmaría el afán de aventuras de su marido , quien llegó incluso a llevarla a su terreno llegando a viajar juntos desde Florida a Cuba,en el mes de diciembre, viaje que él recuerda con nostalgia y mucho cariño. Lo cuenta a ABC a lo largo de la entrevista.

Álvaro se encuentra destrozado, naturalmente, por el fallecimiento de su madre, doña Concepción Sáenz de Tejada, condesa viuda de Ripalda, como consecuencia de un ictus. Dos días antes de ser ingresada en el hospital, su hijo Álvaro le proporcionó una gran alegría al participar en el homenaje al marino Blas de Lezo , al que ahora, al cumplirse el trecientos veinticinco aniversario de su nacimiento se le empiezan a reconocer méritos, entre los que destaca el vencer a la armada británica en Cartagena de Indias.

—¿Cómo fue?

—Para mi madre fue una gran alegría. Llegué a Cartagena de Indias navegando, en pie y en solitario en una embarcación de tres metros de eslora desde Florida, batiendo un récord para el deporte español. A mi madre le encantó este homenaje al hombre y al héroe vasco. Esto sucedió solo dos días antes de su ingreso en el hospital. En el homenaje estuvieron presentes las banderas de Gran Bretaña, España, Colombia, Armada española y Unión Europea. Enviaron cartas uniéndose al homenaje personalidades como el duque de Kent y el lehendakari del gobierno vasco. El homenaje tuvo lugar en el castillo de San Felipe, frente a la estatua de Blas de Lezo, en Cartagena de Indias.

—Álvaro, ¿cómo se encuentra?

—Estos días siento una tristeza y angustia muy parecidas al sentimiento vivido el día que perdí a mi padre.

—A la tragedia del fallecimiento de su madre tiene que sumar la separación de su esposa, a la que confiesa que sigue queriendo mucho. ¿Puede surgir una reconciliación en un futuro?

—No se sabe lo que puede suceder en el futuro. Por el momento nos hemos separado. No sé que puede suceder más adelante.

—¿Cuál ha sido el motivo real de la ruptura?

-Katya y yo hemos decidido separarnos para poder seguir un camino que no podemos continuar en estos momentos juntos. Nos queremos demasiado para sufrir la falta de armonía que nos imponen las circunstancias actuales. Nos queremos demasiado. [Repite]. Ella necesita vivir en un ambiente de paz que yo no le puedo dar en estos momentos, ni a ella ni a nadie ya que sufro lo indecible intentando protegerme de mis problemas, que afectan en general mi relación con mi querida Katya, quien me aconseja abandonar unos compromisos y obligaciones que no puede entender ni compartir y que en mi opinión no debe asumir ella en modo alguno. Eso sí, nos quedan todos y cada uno de los momentos irrepetibles de los cinco años que hemos permanecido juntos, felices y unidos en un amor que permanece y seguirá vivo siempre. Sé que he tenido la enorme dicha de compartir un trozo de vida con una de las más maravillosas personas que he conocido nunca. De ahora en adelante navegaré con el recuerdo continuo de mi valiente marinera cuando navegamos juntos en el mes de diciembre desde Florida a Cuba, en la singladura más bonita que he vivido nunca. Navegaré en una soledad más evidente, pero teniendo presente el continuo recuerdo de mi valiente marinera. Podré confundir el horizonte azul con su mirada dulce que me hace sonreír y llorar. Katya no soporta la presión social.

—Álvaro,¿es cierto que no se habla con su hermano Jaime?

—No, no es cierto que Jaime y yo no nos hablemos. En algún momento, como todos los hermanos, hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero la relación entre nosotros es buena. Yo, como hermano mayor, cuando éramos pequeños, en el internado era su protector. Nos llevamos bien. Carece de fundamento.

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