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Las verdaderas «Galerías Velvet»

Los grandes almacenes llegaron a España desde Cuba. Primero sería el Sepu que poco tenía que ver la sofisticación de la serie de televisión

Las verdaderas «Galerías Velvet» abc

maria luisa funes

En su lucha por la audiencia, Antena 3 ha lanzado «Velvet» (24,6% de share) una propuesta inspirada en «El Paraíso de las Damas» de Emile Zola, que cuenta venturas y desventuras de una modista de gran almacén. Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre son algunos de los actores principales. Pero, ¿fue realmente así el nacimiento de los grandes almacenes?

El primer gran almacén del mundo se creó en la ciudad de Derby, donde una mercería-ferretería llamada Bennett’s comenzó a operar en 1734, ampliando su superficie y departamentos progresivamente. Aún hoy sigue situado en el mismo edificio. Más tarde, se abrieron otros establecimientos en Londres y Manchester, desde el actual House of Fraser en 1774, hasta Harrods en 1834, o Lewis’s, ahora Primark.

En 1852, el concepto de gran almacén llegó a París, con la apertura de Le Bon Marché, hoy propiedad del grupo LVMH. El secreto de Arisitide Boucicaut, su fundador, fue poner precios fijos, marcarlos, ofrecer la posibilidad de devoluciones y crear: el envío a domicilio, la venta por correspondencia, los catálogos, el mes de la ropa blanca y los conciertos privados. Incluso construyó el Hôtel Lutétia enfrente para alojar a los visitantes de otras ciudades. Más adelante, surgieron también Printemps, La Samaritaine, La Belle Jardinière y Galeries Lafayette.

La llegada de los grandes almacenes supuso un cambio en la moda femenina. Hasta entonces para ir bien vestida una señora tenía su modista de cabecera que se ocupaba de todo su vestuario, desde un traje de baño hasta un traje de chaqueta. Los grandes almacenes impulsaron el prêt-à-porter, acercando al público general prendas listas para llevar a varios precios, una especie de precursores de Zara.

En Estados Unidos, el primer gran almacén fue Macy’s, que abrió sus puertas en 1858 revolucionando la vida social americana. En un país tan grande proliferaron inmediatamente las ventas por correo. El gran almacén era lugar de visita obligada cada vez que se estaba de paso en una gran ciudad. Y en las ciudades pequeñas, se convirtieron en verdaderos centros de ocio. Bloomingdale’s, Saks Fifth Avenue, y otros muchos, siguieron la estela.  Woolworth fue el precursor del «todo a cien» creando tiendas con productos a 5 céntimos de dólar.

Cuba, con una Habana que era el París americano, siempre copió los patrones comerciales de la sociedad estadounidense. Allí, los almacenes El Encanto se convirtieron en lugar de visita de personalidades del mundo. Es curioso que fueran dos emigrantes asturianos, los hermanos Solís, los que establecieran El Encanto en 1888 en Cuba, ya que fueron también asturianos los que trajeron el negocio a España décadas más tarde. Si, de Cuba a España, así es como llego el furor de los grandes almacenes a nuestro país. Fueron tres emigrantes asturianos en La Habana, parientes entre si y empleados de El Encanto, los que volvieron a España para enzarzarse en una competición sin tregua montando El Corte Inglés unos —Ramón Areces y su tío César Rodríguez— y Galerías Preciados otro —Pepín Fernández—. Pero antes había abierto en España la extinta SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos) que fundaron dos suizos en Barcelona, Madrid y Zaragoza sucesivamente. Si «Velvet» tiene un pero, quizás sea el de una sofisticación exagerada, porque no imaginamos ni las imágenes ni la elegancia de la serie en ese Madrid castizo de la posguerra. En esto, evidentemente, «Velvet» se parece más a la obra de Zola que a la vida en SEPU.

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